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Discursos dados por Sai Baba

53. 04/11/65 ¡Que los estudiantes dominen!

Que los estudiantes dominen!

Que los estudiantes dominen!

4 de Noviembre de 1965

Hindupur

Jubileo de Diamante de la Escuela Secundaría Municipal

Es un tipo raro de festival este Jubileo de Diamante de una escue la; me alegra que me hayan pedido inaugurar las celebraciones.

Haber iluminado un lugar con la lámpara del conocimiento durante sesenta años, haber adiestrado para la vida a cientos y miles de personas no es un logro común. Me alegro de que, como parte del programa, hayan expresado gratitud a los directores y maes tros que han trabajado en esta escuela para hacerla un exitoso centro de capacitación en esta región. Hace ya veinticinco años que vine por última vez a este lugar que está tan cercano geográ ficamente de Putaparti. Gente de América, Europa y África, del Lejano Oriente y Australia están formando grupos de devotos y círculos de estudios Sathya Sai; toman clases de télugu para poder escucharme y aprender directamente de mí, pero los lugares cer canos a Putaparti se demoran mucho para beneficiarse de la Presencia. En cuanto a mí, no tengo “cercano” ni “lejano”; todos están cerca de mí, excepto aquellos que se mantienen alejados, y ellos mismos pueden estar cerca de mí si sólo se dedican a Dios, bajo cualquier nombre y forma.

Considerando el sistema educativo de hace sesenta años, cuando esta escuela se abrió, y el sistema prevaleciente ahora, después de muchos experimentos y modificaciones, hay que decir que se han perdido una cantidad de valiosas características del viejo sistema. La cantidad ha aumentado, pero la calidad ha decaído.

Se pro porciona más información pero menos fortaleza para enfrentar los altibajos de la vida. Se añaden destrezas pero se sustraen virtudes. El respeto por las grandes escrituras y textos sagrados ha dis minuido; ¿cómo puede entonces arraigarse el patriotismo?

El amor por la India brota de la reverencia por su papel, histórico en el mundo, en la elevación del hombre. A los estudiantes no se les dice cómo los sabios y visionarios de la India veían las más altas vir tudes que el hombre pueda esperar concebir jamás; rebajan a sus ancestros como tontos y a sus mayores como anticuados. Toman a otras tierras y otras culturas como ideales, pues se dejan des lumbrar por victorias materiales tales como los vuelos espaciales. No tienen idea del tremendo peligro que implican esas aventuras en el espacio y de las mucho más grandes aventuras en el alma que los sabios de la India han logrado.

El Jubileo que debe celebrar cada hombre no es el de diamante sino el de la muerte de la mente(1), la ocasión en la cual, por medio de la práctica espiritual, la mente es dominada. La civilización moderna está basada en la competencia en la cual los intereses del individuo se anteponen a los intereses de la sociedad. Por eso el temor acosa al hombre por dondequiera que vaya: miedo a la pobreza, miedo a la pérdida, a la muerte y a la destrucción de sus bienes.

La mente impulsa a los sentidos a buscar y obtener lo suave, lo dulce, lo fragante, lo melodioso y lo bello, no en Dios, cuyo corazón es blando como la mantequilla, cuya historia es dulce como el néctar, cuyo nombre es fragante como el jazmín, cuya alabanza es melodiosa al oído, cuya forma es la representación de la belleza perfecta, sino en los baratos artificios de las cosas ma teriales.

Por eso la mente debe morir, para que pueda ser refundida en un instrumento de liberación a través de la realización.

Hace sesenta años, y hasta recientemente, en algunas escuelas primarias se les transmitían a los niños los himnos y alabanzas del Sumathisathaka y los versos de Vemana y éstos sembraban en las tiernas mentes las semillas del Sanathana Dharma. Hoy han de jado el lugar a canciones infantiles como: “¿Quién mató al Gallo Robin?” o “Jack and Jill went up the hill”, que no pueden desarrollar la bondad ni la virtud. El abandono del estudio de la lengua y la literatura sánscritas está negando a nuestros estudiantes la fuente de sabiduría de la cual muchas generaciones han bebido valor y confianza para afrontar la vida. «Considera lo primordial primero»; ése es el mensaje de los Shastras. Sólo entonces puede ser conocida y vivida la verdadera cultura de la India. La India es el único país donde se ha seguido sistemáticamente el proceso de explo tación de la mina de bienaventuranza que yace en la conciencia interna del hombre.

Además, la India siempre ha establecido disciplinas para cultivar el amor universal; los sacrificios y ofrendas recomendados en los Vedas son para el bienestar y la seguridad del mundo entero. Es por esto que la India es la locomotora que arrastra los vagones que están enganchados a ella. Los vagones son las diferentes naciones.

Desde hace miles de años, la oración Loka samasthah sukhino bhavantu (“Que el mundo entero alcance la felicidad”) es la plegaria que los hijos de esta tierra han estado elevando. Dios es omnipresente, inmanente en cada ser en igual medida; así que el hombre debe visualizarlo en igual medida en sí y en los demás, o sea, que debe ver sólo a Dios en todos. De este modo, ¿cómo podrá hacerle daño a otros o temer que otros le vayan a hacer daño?

Ésa es la base del ideal indio de la no violencia. Nosotros tene mos engastadas en los antiguos textos esas verdades que pueden transformar el mundo, pero tenerlas allí o incluso en la cabeza no ayuda; deben ser puestas en práctica, con firmeza y fe.

Ustedes son felices cuando tienen un reloj o cuando tienen un radiorreceptor; la felicidad se debe al hecho de que los tienen y de que otros no tienen ningún derecho sobre ellos. El sentido de la posesión, de “lo mío”, es lo que está en la raíz de esa felicidad. La cosa en sí es incapaz de dar alegría, pues si ella misma fuera la fuente, entonces cada quien tendría que obtener la misma cantidad de alegría. Cuando un vecino compra un radio ustedes no se sien ten nada felices; quizá hasta lo sientan como una molestia. El aná lisis indicará que toda felicidad está en nosotros, es para nosotros y de nosotros, y que no es sino un reflejo de la ilimitada felicidad que es el Alma. De manera que, en lugar de dirigir su atención hacia muchos objetivos, el hombre debe esforzarse por lograr esta fe licidad átmica mientras se encuentre aquí, en este cuerpo. La luz que brilla en el agua de un millón de lagos es una sola; el brillo en los lagos se debe a los reflejos; vean hacia arriba y sabrán la verdad. No se dejen engañar con la idea de que dentro de cada lago hay una luna distinta. Los cuerpos son muchos pero Dios está reflejado en cada uno de ellos.

Establezcan contacto con ese Poder omnímodo, esa Conciencia omnisciente, esa Entidad omnipresente y todas las cosas les serán dadas por añadidura: poder, sabiduría, visión, liberación. La ma nera en que las escuelas están formando ahora las tiernas mentes de los niños está llena de defectos; no se les da el nutritivo alimento de las verdades vedánticas; no son adiestrados para crecer rectos y fuertes respirando un tonificante aire de virtud; no se les permite crecer en amor y tolerancia. Ahora su ejemplo e inspiración son los odios y las facciones que los mayores fomentan. Sus energías y entusiasmos no son canalizados hacia actividades beneficiosas por medio de la restricción y la guía, del precepto y el ejemplo.

Los esfuerzos en estas direcciones, no importa lo pequeños que sean, darán buenos resultados si se persiste en ellos.

Comiencen este mismo día la tarea de despertar en estos estudiantes el deseo de ser amos de sus sentidos y de probar esa alegría duradera.

Hindupur, Jubileo de Diamante de la Escuela Secundaría Municipal, 4-XI-65 (1) Juego de palabras en inglés: “diamond” (diamante) y “die mind”, que significa “mente muerta".