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Discursos dados por Sai Baba

39. 27/09/65 La vitamina D

La vitamina D

La vitamina D

27 de Setiembre de 1965

Prashanti Nilayam

Dásara

Durante el Festival de Sarannavaratri se celebra aquí el Vedaparayana Yajna, el ritual para la glorificación de los Vedas y la recitación de mantras y stotras (himnos de alabanza). Lo mismo que las ondas de radio, éstos llevan a todos los rincones del mundo las oraciones y alabanzas que contienen. Y al igual que se necesita un yantra, un artefacto, para escuchar los programas de radio, se ne cesita un mantra para comunicarse con las regiones más altas y sus moradores. Este viaje de la palabra y de la voz es mucho más sutil y significativo que los viajes alrededor del mundo o a la luna. El hombre debe comprender que el viaje a su propio reino interno y el descubrimiento de sus tesoros son muchísimo más importantes que estos logros de la ciencia. Este viaje interno derrama amor mientras que aquel viaje exterior llena de miedo a los continentes.

Ahora el hombre está confundiendo su enfermedad y corre detrás de las medicinas equivocadas. O más bien, confunde la naturaleza misma de su salud. Él está muy bien pero se engaña creyendo que está enfermo y que debe adquirir rápidamente la panacea recomendada por el primer charlatán que aparece, que lo halaga dándole justa mente la medicina que más desea. Descubrir que nada malo está pasando es la iluminación que se obtiene con el alborear de la sabiduría.

Del mismo modo que hay cuatro etapas en la vida de cada quien –la niñez, la juventud, la madurez y la vejez– hay también cuatro etapas en la adquisición de la sabiduría, que son simultáneas a esas edades. La sabiduría es la madurez de la fruta, la cual es la con sumación de un largo proceso, desde la primera floración del árbol. La primera etapa es la del aprendizaje; el adiestramiento que dan los padres, maestros y mayores; cuando se nos guía, conduce, ad vierte y reprende. La segunda etapa es la del joven técnico, deseoso de establecer la felicidad y la justicia en la sociedad, de conocer el mundo y sus riquezas y valores. El tercer estado es el del trabajador que derrama sus energías para reformar, reconstruir y rehacer a la comunidad humana. La cuarta etapa es la del maestro; el que comprende que la redención del mundo está más allá del esfuerzo humano, que lo mejor que puede hacer, cuando mucho, es salvarse tratando de reformar al mundo; que todo es la voluntad, la obra, el mundo de Dios mismo.

Junto con ese despertar de la sabiduría debe también alborear la voluntad de dirigir todas las actividades a la luz de esa visión.

Cuando tomen conciencia de que Dios es la realidad íntima de todos, pueden adorarse los unos a los otros con el mismo fervor que ahora emplean cuando adoran una imagen sagrada. Pero, pues to que es más fácil adorar una imagen, eso es lo que se recomien da, aunque la actitud debe ser la de que Aquel que se encuentra en la imagen también se encuentra en todos. Tengan el sentimiento de igualdad en todas sus actividades, aunque no todos sus actos serán iguales con todos y para todos. Una navaja puede ser usada para sacarle punta a un lápiz, para afeitarse o tallar madera, sin distinción. Pero un mendigo que pide limosnas o un rey que ora por la victoria son ambos mendigos a los pies de Dios. Con el fin de probar si el rey tenía un correcto sentido de los valores espirituales, una vez Bhartrari y Gopichand fueron a la corte e hicieron saber que es taban muy hambrientos. El rey estaba contentísimo de que estos grandes hombres hubieran llegado a su ciudad. Les envió una gran cantidad de rotissd (especie de pan), pero cuando les fueron en tregados, aquéllos empezaron a pelearse hasta por las migajas. Esto le fue informado al rey, quien declaró de inmediato que los monjes visitantes no podían ser Bhartrari ni Gopichand, pues ellos no tendrían esos rasgos de codicia y envidia. De esta manera, los santos supieron que el rey era sabio.

Habiendo leído en el Gita que Krishna aconsejó abandonar todos los dharmas (deberes y empresas), un entusiasta aspirante espiritual abandonó todas las obligaciones y restricciones, pero hubo que decirle que aún había una obligación que no podía ser ignorada si quería obtener la gracia de Dios, y ésa era la de «Rendirse sólo a mí», que Krishna señala. Cuando esa entrega es completa y todos los actos, palabras y pensamientos están dedicados a él junto con to das sus consecuencias, el Señor ha prometido que él los liberará del pecado y la aflicción. El Asrama dharma (dharma correspon diente a las etapas de la vida), el Varna dharma (el correspondiente a las clases sociales) y los varios Kula dharmas (dharmas relativos a las nacionalidades y las tradiciones y costumbres) son todos medios y vías para promover esta actitud de dedicación y entrega. Del mismo modo que se prescribe un mínimo de conocimiento y aptitudes para cada profesión, la calificación mínima para la gracia es la entrega del egoísmo y el control de los sentidos, así como la alimentación y recreación reguladas.

Un hombre es hecho o de secho por las compañías que tiene.

Un hombre malo que cae en buenas compañías puede llegar a abandonar rápidamente su maldad y a brillar por sus virtudes. Un hombre bueno que cae en malas compañías será dominado por sus sutiles influencias y caerá en la maldad. La minoría es dominada por la mayoría. Una gota de cuajada transforma la leche, haciéndola cuajar y separando la mantequilla, transformando la leche en suero.

Los libros sagrados son también muy valiosos para este proceso de transmutación, pero deben ser leídos y meditados y sus lecciones puestas en práctica diariamente. El mantra Gayatri es el mantra védico que se susurra formalmente al oído durante la ceremonia de iniciación a la vida espiritual. El Gayatri es una oración a la In teligencia Suprema que es inmanente en el universo para que des pierte la inteligencia del suplicante. Es una oración que puede ser recitada con anhelo por hombres y mujeres de todas las creencias y todas las regiones en todas las épocas. Pero hay quienes condenan a los mantras como una mezcla de palabras sin sentido y, aunque hayan sido iniciados, los abandonan. La repetición de este mantra desarrolla la inteligencia.

Cuando la mente del hombre se haya desapegado de los altibajos de la vida y sea capaz de mantener su ecuanimidad bajo todas las circunstancias, entonces hasta la salud física puede ser asegurada. El firmamento mental debe ser como el cielo, que no queda mar cado por el paso de los pájaros, los aviones o las nubes.

Las enfer medades son causadas más por la mala nutrición de la mente que por la del cuerpo. Los médicos hablan de deficiencias vitamínicas; yo la llamaría deficiencia de la vitamina D, y recomiendo la re petición del nombre de Dios acompañada por la contemplación de su gloria y su gracia. Ésa es la vitamina D. Ésa es la medicina; una vida y hábitos regulados son dos tercios del tratamiento mientras que la medicina es el otro tercio.

El hombre debe manifestar las cualidades divinas de amor, bondad, desapego y contentamiento; si no lo hace, se vuelve peor que un animal y más peligroso.

Hubo un perro que le suplicó a Rama que le diera un lugar en el carruaje aéreo en el que regresaba a Ayodhya. Cuando Rama le preguntó la razón de su extraña conducta y su petición, el afligido perro le dijo que el hombre se había vuelto peor que los gusanos y las moscas y había empezado a atormentar a los perros que lo servían con lealtad.

Uno debe vivir de manera que no cause ningún dolor a los demás con sus acciones, y debe estar siempre agradecido por la bondad y gentileza que otros nos dispensan. Karthavirya fue tratado con generosa hospitalidad por Jamadagni, pero aquel malvado codiciaba la Kamadhenu(1) que hacía posible esa generosidad.

Bhartrari, en la ocasión de la muerte de la reina, quedó tan agobiado por el remordimiento que lloró amargamente por días enteros en el ce menterio donde había incinerado el cadáver. De pronto apareció ante él, todo afligido, un viejo que lloraba tan fuertemente como el rey mismo. Su tragedia se debía a que una vasija de barro que había tenido por mucho tiempo se había roto. Bhartrari le dijo que de nada servía llorar por una vasija rota y que ninguna cantidad de lágrimas la volvería a recomponer. El viejo, quien no era otro que su propio primer ministro, le dijo a su vez que una persona que creía que llorar podría traer a los muertos de vuelta a la vida no tenía ningún derecho a decirle que su vasija no podía volver a ser entera de nuevo. Esto ayudó a que volviera algo de sentido común a la cabeza del rey y se consoló.

Ustedes vienen a Putaparti, escuchan los discursos, inclinan la cabeza en señal de aprobación y aplauden mostrando su reconocimiento.

Pero cuando, al regresar, cruzan las puertas de su casa, todo se evapora. O aplican indiscriminadamente las lecciones que han aprendido y sufren las consecuencias. Hubo un comerciante que acostumbraba asistir a los discursos religiosos, y cuando oyó a un sabio decir que las vacas no debían ser ahuyentadas cuando estaban comiendo, lo tomó muy a pecho. Días después, una vaca se metió en su tienda y se comió una buena porción de granos, y él sólo la contempló. Más tarde, alguien le dijo que no debía tomar como válida cada palabra que oyera para toda ocasión.

Entonces le acon sejó a su hijo: «Mira, tú te sientas en el suelo sobre una tela cuando vas a escuchar una plática, ¿no es cierto?

Cuando acaba, ¿no te levantas y sacudes con fuerza la tela para quitarle el polvo que se le haya pegado? Entonces sacude de tu mente y de tu cerebro todas las ideas y consejos que hayas recogido durante el discurso y luego vuelve a casa». Si ustedes hacen lo que aconseja este comerciante, ¿cuál será el beneficio de venir, quedarse y escuchar las exhor taciones que se les hacen?

Prashanti Nilayam, Dásara, 27-IX-65 (1) vaca sagrada que satisface todas las necesidades.