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Discursos dados por Sai Baba

23. 30/03/65 Cuerda alrededor del cuello

30 de Marzo de 1965

Rajahmundry

Esta tierra es el karmakshetra o campo de actividad, la tierra donde todas las actividades se subliman en la práctica espiritual o sadhana, y donde la meta de fundirse con lo Absoluto es mantenida siempre delante de cada individuo. Pero la gente de esta tierra ha comenzado a perseguir el espejismo del placer sensual y de la felicidad mundana, olvidando que sólo el éxito espiritual puede dar paz. Aunque la gente pronto descubre que nadie puede ser plenamente feliz haciéndose rico o convirtiéndose en experto en cualquier ciencia o en maestro de cualquier arte o adquiriendo un físico saludable, siguen buscando la felicidad sólo por estos medios. Lo que debe hacerse es desarrollar el desapego paso a paso, morando en Dios y fijando la atención en su gracia, poder y sabiduría.

Los Vedas tienen tres secciones: la del Karma o actividad, la de la Upasana o adoración, y la del Jñana o conocimiento. El karma que se asume con una actitud de devoción, sin tomar en cuenta los beneficios que puedan resultar de ella, desarrolla la pureza de la mente, Upasana o la adoración sistemática de Dios, con la contemplación de la gloria y el esplendor de sus múltiples manifestaciones, los provee del poder de concentración. Estas dos conducen a una comprensión clara de la realidad, es decir, adquieren conocimiento (jñana); el velo de la ilusión cae y la gloria queda revelada. Actualmente, estos tres son ignorados y hasta escarnecidos. Sepan que ningún objeto es en sí agradable o fuente de contento. Son ustedes los que lo encuentran así, la felicidad está en ustedes. La vierten en el objeto y se la atribuyen a él por medio de la proyección. Si un objeto fuera capaz por sí mismo de producir contento debería ser bienvenido en todo momento y en cualquier lugar. Éste no ha sido el caso con respecto a ningún objeto hasta ahora. La alegría es sólo proyectada en él por la mente del individuo.

El engaño tiene que morir; sólo entonces termina el ciclo del cambio. Sólo entonces el hombre se libera de las cadenas del nacimiento, la vida y la muerte. Llámese "alcanzar la meta" o "fundirse en lo Absoluto o lo Universal", o "volverse uno con el infinito", los nombres pueden diferir: el final es el mismo. Cada mortal debe alcanzar la inmortalidad; porque él es hijo de la inmortalidad. ¡Por ello no me gusta que la gente se autocondene como pecadores, nacidos en el pecado, viviendo en el pecado, fundamentalmente el pecado mismo, etcétera!

Yo siempre le recuerdo a esa gente que es una traición a su realidad interna dejar caer tan duras falsedades sobre sí mismos. Esto se hace patente si se dirigen a cualquiera de estas personas diciéndole: "¡Eh tú, pecador!", se voltearán encolerizados y los amenazarán con darles de golpes. ¿Por qué? Porque la palabra pecador hiere su ser más íntimo, que es nirmala o puro, nischala o permanente, nithya o eterno y nisvarta o desprovisto de ego. Si golpean el fruto verde del tamarindo, la semilla también se resentirá del impacto; pero si la golpean con una piedra o con un martillo cuando está maduro, la semilla no sufrirá. Sean como la semilla en la fruta madura; sientan que no les afectan los golpes de la fortuna. Cuando tengan el conocimiento de que no son el cuerpo (deha) sino el morador interno (dehi), entonces ningún golpe podrá hacerles daño.

El shastri versado en los Vedas dijo que Yama, el Dios de la Muerte, tiene a kama o el deseo y a krodha o la cólera como los conductores del ejército con el cual ataca a la humanidad. Pero Yama no es una persona identificable que cabalga en un búfalo, con un lazo en la mano para atrapar a las almas de aquellos que quiere llevar a sus dominios. No; el Dios de la Muerte es llamado Kala o el tiempo. El tiempo es el Dios de la Muerte; el tiempo no tiene misericordia, cuando el tiempo ha terminado, tienen que irse; cada día su tiempo disminuye 24 horas. Yama es tan omnipresente y omnipotente como el tiempo. No tiene fábrica de sogas para arrastrar a su morada a todos los miles que mueren. El moribundo ya tiene una cuerda tejida y enrollada en su cuello. ¡La muerte sólo tiene que venir y tirar de ella! El hombre teje la cuerda con cada uno de sus actos, durante todos los años de su vida, ahora o en el pasado. Todos los actos hechos con egoísmo e interés, con la mira puesta en las consecuencias ventajosas, en los frutos, alargan, un poco más la soga y la hacen más fuerte.

Las buenas acciones hechas con un espíritu de dedicación no aumentan el largo o la fuerza de la soga; sino que dan paz y alegría en abundancia. Véanlo, hoy tuvieron una buena demostración de esto. La ofrenda final de objetos sagrados en el fuego del sacrificio de Rudrayaga se efectuó aquí a las diez de la mañana, y cinco minutos después hubo un súbito aguacero que fue muy bien recibido. Aquellos que no conocen los verdaderos valores de los sacrificios (yajnas) y de las oblaciones (yagas) ridiculizan estos ritos y alegan que ellos conllevan la pérdida de valiosa mantequilla clarificada y de combustible a los que podría darse mejor uso. No se dan cuenta de que el alimento que ellos consumen es un desperdicio colosal porque no hace bien ni al mundo ni a ellos mismos. Sus cigarrillos son un desperdicio, en verdad, un desperdicio peligroso; sus trajes, las películas que ven, las horas que pasan escuchando la radio, son todos puro desperdicio.

Ven a un escultor trabajando con su cincel en una roca y condenan su trabajo como la pérdida de un tiempo precioso y una valiosa piedra. No saben que un día emergerá de ella una forma de divina belleza. Ven al campesino regar valiosas semillas en el campo fangoso y lo culpan de desperdiciar algo comestible. No se dan cuenta que él cosechará cien veces más en unos pocos meses. Su crítica nace de la ignorancia y de una visión miope. La lluvia que cayó esta mañana y sorprendió a todos no me sorprendió, porque es consecuencia inevitable del rito. Es una ciencia especial que estos pandits conocen; por eso deben ustedes honrarlos.

Hay muchos que hablan cínicamente aun de la verdad (sathya), del deber (dharma), de la paz (shanti) y del amor (prema). Ellos dicen que si uno se adhiere a la verdad nada puede hacerse, que un poco de mentira ayuda mucho; que el dharma es lo apropiado para la necesidad del momento; que si practican shanti recibirán solamente los golpes en su propia espalda; que si se vuelven famosos como hombres de amor toda la aldea se aprovechará y querrá compartir esa riqueza duramente ganada, y concluyen que, por lo tanto, serían tontos si decidieran practicar estas cuatro virtudes.

Pero si piensan un poco encontrarán lo absurdo de esta crítica. La mentira es la que requiere de un apoyo inteligente, de habilidad para evadir y de una memoria más profunda. Es mucho más fácil decir la verdad y olvidarse de ello. Hablen de lo que han visto, escuchado o hecho tal como lo vieron, lo escucharon o lo hicieron. Y, ¿qué es el Dharma? Es practicar lo que predican, haciéndolo como dicen que tiene que hacerse, manteniendo los preceptos y la práctica según lo establecido. Ganarse la vida virtuosamente, anhelar piadosamente; vivir con el temor a Dios, vivir para alcanzar a Dios; eso es Dharma.

El Ministro Karasinga Rao mencionó en su charla a un oficial que le habló sobre los peligros que acechan en una comunidad que repentinamente aumenta su nivel de vida debido a la instalación de alguna represa o industria en el lugar. Dijo que los planificadores deben primero esforzarse en controlar la imprudencia, y el espíritu de jactancia y de crimen que acompañan el acceso repentino a cierta riqueza. Por supuesto, esta asociación del vicio con la riqueza, de la abundancia con la arrogancia es una experiencia universal. Los pobres son ricos en devoción a Dios. Kunti rogó porque se prolongaran sus dificultades, porque mantenían al Señor siempre presente en su mente. Las riquezas son un gran lastre en el camino del progreso espiritual. Así pues, aunque puedan ser ricos, no desarrollen apego por su cuenta bancaria, sus mansiones, automóviles y comodidades de que disponen. Ténganlas como si les hubiesen sido confiadas por el Señor.

Los Vedas son llamados Sruthi (tradición eterna) porque tienen que ser escuchados con atención. El escucharlos los hace arraigar ideas en ustedes: los inspira a hacer un examen de su situación, a tomar nota de sus deficiencias y fallas e incluso de sus excelencias y méritos. El oído tiene gran potencialidad para corregir, reformar y guiar. Escuchen el Ramayana y el Mahabharata: es una oportunidad que muchos están perdiendo actualmente. Luego descubran por sí mismos la grandeza de Rama, Krishna, Mira y Radha. Reflexionen sobre sus vidas, sobre el ejemplo que ellos ponen ante ustedes; corrijan sus hábitos, su punto de vista, su actitud hacia el mundo, hacia la sociedad, hacia sí mismos. Por ese camino se llega a la salvación. El oído llena la cabeza; la cabeza ordena al brazo; el brazo actúa. Así pues, oigan cosas buenas, hagan cosas buenas; compartan cosas buenas. Eso les dará alegría y contento.

Hablen suave, gentilmente; eso es cumplir con su deber (Dharma). Den generosamente, sabiamente; enjuguen las lágrimas y alivien el suspiro o el gemido; eso es deber. No le tiren simplemente dinero al necesitado; denlo con respeto y veneración; den con gracia. Den también con humildad. Traten de vivir armoniosamente con los demás. Esta era es llamada Kaliyuga, pero se ha vuelto peor. Se ha convertido en Kalahayuga, la era de las facciones. Facciones en la familia, en la aldea, en la comunidad, en el país, en la nación, en el mundo. La causa básica de todo esto es el énfasis en el ego y el deseo de placer fácil y temporal.

Ganen las riquezas del conocimiento, como hizo Janaka, mediante la asociación con los grandes sabios del momento, como hizo Dasharata con Vasishta. Estos brahmines, expertos en los Vedas, tienen el conocimiento que necesitan; lo han preservado a pesar de la pobreza y el descuido. Han sido menospreciados por gobernantes y gobernados, por el pueblo y los políticos. El conocimiento que tienen amontonado en sus "almacenes” se está volviendo rápidamente inútil por no ver la luz. Se preguntarán por qué los llevo conmigo de lugar en lugar e incluso simpatizarán conmigo por la tarea que he tomado sobre mis hombros, porque, en su opinión, es una causa perdida. No; no está perdida; el avatar ha venido para velar porque sea recuperada y restaurada. Yo derivo bienaventuranza (ananda) a través de ellos y con ellos.

No los juzguen por su vestidura o su exterior. Puede haber entre ellos unos pocos que no vivan a la altura de los elevados principios que profesan; ese porcentaje es como unas pocas piedritas que se encuentran en un saco de arroz, pocas en cantidad y fácilmente reconocibles. No condenen a las nubes que vierten gran cantidad de agua pura porque una vez que cae al suelo algo del agua se ensucia. Condenar todo es injusto, falso y desconsiderado. Tomen mi propio ejemplo. Yo nunca me regocijo cuando me alaban ni me deprimo cuando me menosprecian. Pocos han comprendido mi propósito y significación; pero no me preocupo. Cuando se me atribuyen cosas que no están en mí, ¿para qué preocuparme? Cuando se mencionan cosas que están en mí, ¿para qué regocijarme? Para Sai es siempre sí, sí, sí. Si dicen "Si eres el Señor", yo soy el Señor para ustedes; si dicen "No", no lo soy para ustedes.

Yo soy la bienaventuranza (ananda), la ecuanimidad (shantam) y el valor (dhairyam). Tómenme como al mismo principio de su Atma o Atmatatvam: no estarán equivocados. Resuelvan a partir de hoy ver únicamente el bien en otros y desarrollar el bien en ustedes. Ésta es la mejor práctica espiritual o sadhana. Descarten la cólera, el odio, la envidia y la codicia; háganlo morando siempre en el nombre que resume y significa la gloria de Dios. El alimentar la cólera y odio en el corazón es como llevar una vasija con muchos huecos para traer agua.

Durante estos días en que he estado recorriendo el Distrito del Godavari Este la gente ha sido testigo de la devoción y de la sinceridad de cientos de miles de hombres y mujeres. La sed espiritual está presente en gran medida; la tendencia a correr hacia lo divino está aquí. Está latente, pero con fuerza. Así como cuando caen los aguaceros los áridos llanos se vuelven verdes con la hierba, ya que la lluvia alimenta las raíces subterráneas, mi presencia hizo que el anhelo espiritual que yace latente en sus corazones brotara abundantemente. Ese anhelo los ha hecho ignorar las molestias del hambre y la sed y les ha dado gran alegría y contento.

Alienten a estos depositarios del antiguo Dharma y de la sabiduría, a los pandits. Ustedes corren a ellos sólo cuando necesitan un sacerdote para matrimonios u otras ceremonias. Nunca se preocupan si están alimentados o vestidos, si tienen o no suficientes oportunidades para estudiar las escrituras, para enseñar a sus hijos, para vivir como maestros y guías de la sociedad. Hónrenlos, aprovechen plenamente lo que ellos pueden darles.