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Discursos dados por Sai Baba

17. 26/03/65 Esta alegría y aquello

26 de Marzo de 1965

Pitapuram

Este antiguo fuerte es un recuerdo de la fugacidad de la gloria terrenal y de la futilidad esencial de todos los esfuerzos por lograr la gloria y conquistas mundanas. Estas paredes y estos bastiones fueron una vez los símbolos del poder y de la riqueza; ahora son símbolos de la fugacidad de la fortuna. Se han convertido en ruinas patéticas que muestran que el tiempo es el más grande de los conquistadores. Todo lo material está sujeto a cambio, nada puede permanecer igual. El hoy se funde en el mañana, y es en sí mismo la consecuencia del ayer. Es un flujo constante, samsara, el flujo del tiempo, el flujo del cambio.

A decir verdad, este fuerte, construido hace siglos con fines de defensa y engrandecimiento, ha realizado su objeto hoy, cuando esta inmensa muchedumbre de ansiosos buscadores se reúne bajo la sombra de sus muros para escuchar de mí el mensaje de la verdad, la rectitud, la paz y el amor. Los rajás de Pitapuram han hecho muchos y meritorios actos de caridad, animando el estudio de los Vedas, de los Shastras y de las escrituras, construyendo y manteniendo casas de adoración y templos. Actos como éstos nunca quedan sin recompensa; las buenas semillas sembradas brotarán y darán fruto. Muchos estudiosos han florecido aquí y debo revelarles que vine hoy aquí principalmente debido al amor que el shastri Varanasi Subrhamany me tiene y que yo le profeso. El hecho de que a pesar del rápido aviso de mi llegada a este lugar a mi paso hacia Yelamanchili hayan venido aquí por miles, debe atribuirse a su anhelo por una vida más elevada y a su afán por ponerse en contacto con lo Divino. Esto ya lo sé, y ésta es también una razón para que me detenga aquí algunas horas.

La radiante alegría que se observa en las caras de esta enorme multitud es el alimento del cual yo vivo; me siento renovado cuando están felices y contentos. Mi sed se sacia por la alegría que ilumina sus ojos. Su bienaventuranza es mi alimento. No siento deseos de decirles nada, pues deseo solamente comunicarles mi alegría y estar en comunión con la de ustedes. Esta realización mutua es lo esencial; hablar y escuchar es secundario. Además, esta visita se planeó justo cuando estábamos saliendo de Kakinada y se han reunido todos aquí en esta avanzada hora de la noche; así que no estoy completamente complacido de este acontecimiento apresurado. Ciertamente que vendré de nuevo y estaré con ustedes por más tiempo y les conferiré más alegría.

Les dejaré un mensaje para que reflexionen sobre él, es el mensaje del amor. El amor es Dios, Dios es amor. Donde hay amor, allí está Dios, ciertamente. Amen más y más a los demás, ámenlos más y más intensamente; transformen el amor en servicio, transformen el servicio en adoración; ésta es la práctica espiritual más elevada. No hay ser viviente sin chispa del amor; hasta un loco ama algo o a alguien intensamente. Pero deben reconocer que este amor no es otra cosa que el reflejo de la personificación del amor, que es su realidad, al Dios que reside en sus corazones. Sin esa fuente de amor que bulle en sus corazones, no se sentirán inclinados a amar en absoluto. Reconozcan esa fuente, confíen en ella más y más, desarrollen sus posibilidades, traten de regar el mundo entero con sus aguas, desechen toda traza de ego en ella, no busquen nada a cambio de ella, de aquellos a quienes la extienden. En sus asuntos diarios no formen facciones, ni se regodeen en el odio. Vean el bien en los demás y los defectos en sí mismos. Veneren a los demás como teniendo a Dios instalado en ellos; venérense a sí mismos también como el asiento de Dios. Hagan su corazón puro para que él pueda residir en él.

Las consecuencias de la ley de causa y efecto o Karma pueden eliminarse sólo mediante el karma, así como una espina se saca sólo con otra. Hagan buen karma (acciones) para aliviar la pena causada por el mal karma que hayan hecho y del cual están sufriendo ahora. El mejor karma, y el más simple, es la repetición del nombre del Señor, dedíquense siempre a él. Esto mantendrá fuera las malas tendencias y los pensamientos malvados y les ayudará a irradiar amor hacia todos los que les rodean.

Los sabios de la antigüedad dividieron al karma, en vikarma y akarma, el karma que se hace intencionalmente, y aquel en que se renuncia a cualquier intención de beneficiarse de las consecuencias. Sigan el último y estarán a salvo del sufrimiento. Todas las demás actividades resultan en sufrimiento: la ganancia de riquezas, de reputación, de fama y publicidad. Logren paz interna, alegría interna; esto se puede lograr sólo cuando actúan sin poner la mira en la ganancia. El acto debe ser la recompensa en sí mismo; o, más bien, el acto debe estar en conformidad con la motivación de Dios de manera que su consecuencia quede en Sus manos. Practiquen esta actitud consistentemente y encontrarán una gran paz brotando dentro y alrededor de ustedes.