.



 

Discursos dados por Sai Baba

13. 28/02/64 Fragante con Gracia

28 de Febrero de 1964

Bhadrachalam

No todos los lugares donde se instalan imágenes son sagrados, y si lo son, no todos son igualmente potentes. Rama encarnó como hombre para el restablecimiento del Dharma; siglos después, Gopana tuvo la oportunidad de adorarlo en esta montaña y de hablar y caminar con él como su maestro y señor. Badragiri, por medio de este ascetismo, obligó a Rama a instalarse en su cabeza. Verdaderamente este lugar es un monumento a la grandeza única de la devoción como medio de realizar al Señor. No todas las piedras son Ahalya ni todos los pies son los de Rama; la resurrección ocurre solamente cuando la piedra que es Ahalya es pisada por Rama. ¿Qué es realmente la resurrección? Es la revelación de la divinidad inherente en el hombre, es el resultado del contacto con la Divinidad. Esto puede venir solamente después de años de contrición, que sirven para eliminar el mal del corazón del hombre.

Rayana había adquirido un vasto conocimiento de los textos espirituales, sus diez cabezas simbolizaban el conocimiento de los seis Shastras y de los cuatro Vedas, pero él nunca puso en práctica ese conocimiento; ansiaba solamente la posesión de la materia, el dominio del mundo objetivo. Era un maestro en las ciencias materiales pero no era dócil a la fuerza del espíritu, despreciaba al Purusha Rama y estaba contento con la posesión, en Lanka, de prakriti, la naturaleza, representada por Sita. Ésa es la razón por la cual cayó.

Cuando la gente no pone la fe en el Atma y sólo persigue la satisfacción de los sentidos, se da la señal de alarma y el Señor envía a un mensajero o él mismo viene, si hay que emprender una gran obra de reconstrucción. Arjuna olvidó la base átmica; Rayana la combatió. El mundo se está construyendo sobre los cimientos arenosos del placer sensual, por eso tienen que venir los avatares. Igual que el mono que no podía sacar su mano por la estrecha boca de la vasija porque tenía empuñados los dulces que había en la misma, el hombre también sufre hoy porque es renuente a soltar el puñado de cosas agradables que agarró del mundo. El hombre es llevado a la errónea creencia de que la acumulación de riquezas materiales le depara alegría y calma, cuando sólo el amor puede darle esta felicidad duradera. Sólo el amor destierra la ira, la envidia y el odio.

Es ésta una ocasión sagrada en una colina sagrada. Todos ustedes han sido privilegiados con haber nacido en ese santo lugar; pues la visión de los peregrinos que diariamente vienen aquí, llenos de anhelo y de hambre de Dios, constituye en sí una oportunidad afortunada. Ellos traen mucho amor por Rama, cantan y recitan el nombre de Rama y el nombre del Señor y no se permiten olvidar que éste es un lugar perfumado con la gracia de Dios. ¿Se dan cuenta ustedes de lo grande que es para su propio adelanto este servicio?

Cuando fui a Ayodhya, hace algunos años, podía oír en el aire, en todas direcciones la continua repetición del nombre de Rama. Sin embargo, voy a preguntarles a ustedes: ¿cómo se portan con estos peregrinos que vienen aquí, después de años de preparación, con su corazón cargado de fe? Muchos de ustedes se apilan a su alrededor y buscan oportunidades de explotar su devoción y su ignorancia de este lugar. Ustedes se aprovechan de toda la reverencia que ellos han traído a este lugar. Ellos los respetan, los envidian porque respiran este aire santo y beben de esta sagrada agua y presencian esta sagrada veneración, pero ustedes se mofan de su sencillez a la vez que negocian con su devoción. Esto es muy injusto. Son ustedes como hombres que tienen deliciosos platos delante pero no sienten hambre por ellos.

Debo también hablar con los peregrinos, pues también aquí los veo en gran número. Si vienen como a un paseo, sin la preparación mental necesaria para recibir la gracia de Dios, aquí no son sino una molestia, dañan la atmósfera del lugar. Han venido a ver paisajes y no a fortalecer sus inclinaciones espirituales. Van de lugar en lugar, como bultos de correo, recogiendo impresiones en el envoltorio externo, no en el centro de su ser. Un ciego que va de lugar en lugar no se preocupa si es de noche o de día. Así también, ustedes no diferencian entre un lugar y otro. Se comportan de manera igualmente despreocupada, igualmente centrada en los sentidos, en todos los tipos de lugares. No dejan que la santidad del lugar actúe sobre su mente.

Como resultado de la peregrinación sus hábitos deben cambiar y mejorarse, su punto de vista debe ampliarse, su visión interna debe profundizarse y fortalecerse. Deben darse cuenta de la omnipresencia de Dios y de la unidad de la humanidad; aprendan la tolerancia, la paciencia, la caridad y el servicio. Cuando regresen a sus hogares y estén recordando sus experiencias, decídanse a buscar la experiencia más alta, más rica y más real de la realización en Dios. Los bendigo para que puedan tomar esa determinación y para que paso a paso alcancen esa meta.