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Discursos dados por Sai Baba

10. 18/04/05 Ramayana, una forma sagrada de la vida

EL RAMAYANA – UNA SAGRADA MANERA DE VIVIR

EL RAMAYANA – UNA SAGRADA MANERA DE VIVIR

18 de Abril de 2005

Sai Kulwant Hall – Prasanthi Nilayam

Aniversario de Rama

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“Más dulce que el azúcar, más sabroso que la guajada, más dulce, en verdad, que la miel

es el nombre de Rama. La constante repetición de este dulce Nombre nos dan el sabor

del mismo néctar divino. Por tanto, contemplen incesantemente el nombre de Rama.”

(Poema en telugú)

El Ramayana representa un camino sagrado, una sagrada puerta a la Divinidad, una sagrada manera de vivir. El Ramayana no es sólo la biografía de un individuo. Todos los personajes del Ramayana son de igual importancia. Dasharatha distribuyó el sagrado budín que él recibió del Señor del Sacrificio (Yajna Purusha) por igual entre sus tres esposas. Kaushalya recibió su parte con alegría y se lo llevó a su santuario. Kaikeyi hizo lo mismo. Cada una de ellas estaba feliz pensando que su hijo sería el presunto heredero del trono de Ayodhya. Por su lado, Sumitra no tenía tal deseo. Ella se llevó su bol de budín a la terraza y lo colocó en el parapeto mientras se secaba el pelo al sol. Todo el tiempo, estaba contemplando a Dios. De repente mientras miraba sin poder hacer nada, un águila se abalanzó y se llevó la vasija con el sagrado budín. Ella quedó anonadada y perturbada pensado en la reprimenda que tendría que enfrentar por parte de su esposo por su descuido. Ella en seguida corrió hacia abajo e informó a Kaushalya y Kaikeyi de lo que había sucedido. Al contrario de las co-esposas de la actualidad, las tres reinas tenían el mayor amor y afecto entre sí. Kaushalya y Kaikeyi la abrazaron y la consolaron diciendo, “Hermana, ¿por qué te preocupas tanto? Nosotras tres somos una y compartiremos nuestro budín contigo. Kaushalya y Kaikeyi en seguida fueron a sus respectivos santuarios y trajeron sus copas de budín. Cada una le dio a Sumitra la mitad de su parte de budín. Sumitra se sintió grandemente aliviada y expresó su gratitud a sus hermanas. Las tres reinas ofrecieron su budín a Dios y se lo comieron. Muy pronto, ellas concibieron. Después Kaushalya fue la primera en sentir dolores de parto y dio a luz a un varón. Luego Kaikeyi fue bendecida con un hijo. Pronto Sumitra desarrolló también dolores de parto y dio a luz a dos varones. De hecho, Sumitra nunca había tenido el deseo de tener hijos. Pero fue bendecida con dos hijos. Ella lo aceptó como la voluntad de Dios y estaba muy feliz por ello. Las tres reinas estaban esperando que el Rey Dasharatha viniera y bendijera a los niños. Dasharatha fue con cada una de ellas y derramó sus bendiciones sobre los niños. Fue entonces que Sumitra le reveló al Rey Dasharatha el incidente del águila que se había llevado su vasija de budín y que sus hermanas Kaushalya y Kaikeyi le había dado la mitad de su parte de budín. Esa era la razón por la cual ella había sido bendecida con dos hijos.

El Rey Dasharatha le pidió al sabio Vasishtha, el preceptor de la familia, que les diera nombre a los recién nacidos. El sabio Vishvamitra también fue invitado a la función. Los muchos sabios, eruditos védicos y eminentes personalidades que asistieron a la ceremonia de imposición de nombre estaban embelesados por la belleza etérea de los niños. El sabio Vasishtha, el sabio Vishvamitra y otros sabios bendijeron a los niños cantando mantras védicos. Todos se preguntaban cómo era que Sumitra tenía dos hijos mientras que Kaushalya y Kaikeyi habían sido bendecidas cada una con uno solo. ¿Cómo puede alguien comprender los actos de Dios? Todo había sucedido de acuerdo con la voluntad de Dios. El sabio Vasishtha le puso al hijo de Kaushalya el nombre Sri Rama ya que él tenían el poder de atracción. “Aquello que atrae es el principio de Rama” (Ramayati Iti Ramaha). El nombre de ‘Rama’ le fue dado de acuerdo con la estrella de Su nacimiento. Su forma era altamente brillante y resplandeciente. Según la tradición, Vasishta escribió el nombre Rama en arroz. Entonces Vasishtha le puso al primer hijo de Sumitra el nombre de Lakshmana ya que se veía como alguien con coraje y su cara brillaba con todos los atributos auspiciosos. Al segundo hijo le puso Shatrughna, diciendo que destruiría todos los enemigos (shatrus). Vasishtha luego fue al lugar donde Kaikeyi estaba sentada con su hijo en su regazo. Ella estaba llena de alegría ya que se acordaba de la promesa hecha por Dasharatha de que su hijo sería hecho príncipe heredero de Ayodhya. Ella pensaba que su hijo gobernaría el reino de Bharat. Teniendo esto en mente, Vasishtha le puso el nombre de Bharata a su hijo. De esta manera concluyó felizmente la ceremonia de la imposición de nombre.

Los hijos de Kaushalya y Kaikeyi comían y dormían y estaban felices jugando en sus cunas. Por el contrario, los hijos de Sumitra lloraban todo el tiempo, día y noche, sin querer comer. Sumitra se inquietó viendo la condición de sus hijos. Ella mencionó esto al Rey Dasharatha quien la consoló diciendo, “Todo sucede de acuerdo a la voluntad de Dios. Órale a Él. Él se encargará del resto.” Había poco que él pudiera hacer al respecto. Pasaron tres días, pero la situación permanecía igual. Sumitra no pudo soportar más tiempo el sufrimiento de los niños. Fue con el sabio Vasishtha y le contó su problema. El sabio Vasishtha cerró los ojos. Su visión yóguica le permitió conocer la verdad. Él le dijo a Sumitra, “Como tu comiste del sagrado budín dado por Kaushalya, tú diste a luz a Lakshmana que es una parte (amsa) de Rama. Similarmente, Shatrughna nació de la parte de budín que te dio Kaikeyi. Así que él es parte de Bharata. Pon a Lakshmana al lado de Rama y Shatrughna al lado de Bharata. Así descansarán apaciblemente.” Sumitra hizo lo indicado por Vasishtha. Los niños se tranquilizaron y dejaron de llorar. Viendo esto, todo el mundo exhaló un suspiro de alivio. Al ir creciendo los niños, se le hizo claro a Sumitra que Lakshmana eran una parte de Rama y Shatrughna una de Bharata. Un día, ella le dijo a Kaushalya y a Kaikeyi, “Amadas hermanas, sus hijos pueden algún día ascender al trono de Ayodhya. Yo no tengo tales ambiciones. Estoy feliz con ver a mis hijos en la compañía de sus hermanos mayores y de que les sirvan.” En consecuencia, Lakshmana y Shatrughna estaban siempre en compañía de Rama y de Bharata respectivamente. Les servían y pasaban su tiempo felices. El Rey Dasharatha y las tres reinas estaban muy felices de ver tanta unidad y armonía entre sus hijos.

Es sólo natural que tanto la felicidad como las dificultades se sigan una a otras. Como el Rey Dasharatha estaba pasando su tiempo contento, un día el sabio Vishvamitra vino con una petición que le causó gran ansiedad al rey. Vishvamitra dijo, “¡Oh Rey! Deseo que me hagas un favor.” Sin pensar, Dasharatha prometió hacer lo que fuera necesario. Entonces el sabio dijo, “He decidido realizar un sacrificio (yajna) Yo te pido que envíes a tu hijo Rama para proteger el sacrificio de los demonios.” Dasharatha estaba en un dilema. Él pensó, “Rama es muy joven y tierno. Él no ha conocido las privaciones. ¿Cómo puedo enviarlo a la selva con el sabio? ¿Cómo puede Él pelear con los crueles demonios?” Cuando él expresó sus sentimientos al sabio, Vishvamitra se enfureció y dijo, “¡Oh Rey! Es una gran necedad que te retractes de tu palabra, pues nadie en el noble linaje de Ikshvaku, hasta ahora, ha renegado de su palabra. Tú estás manchando su gloria rompiendo la promesa que me has dado.”

Dasharatha se asustó al escuchar las palabras de Vishvamitra. Él consultó con el sabio Vasishtha al respecto y finalmente decidió enviar a Rama con el sabio. Él dejó todo a la voluntad de Dios. Él llamó a Rama a su presencia. Rama vino allí con todo su valor y coraje. Era natural que Lakshmana siguiera a Rama dondequiera que Éste fuera. Así que Lakshmana también vino junto con Dasharatha. Nadie lo había llamado. Él vino de su propio acuerdo y se sentó al lado de Rama. El rey no quiso disuadir a Lakshmana de seguir a Rama. Los sacerdotes cantaron mantras y bendijeron a Rama y Lakshmana antes de que los dos hermanos salieran con el sabio Vishvamitra.

Cuando llegaron a las riberas del río Sarayu, el Sabio Vishvamitra dijo, “¡Queridos muchachos! Éste es un lugar muy sagrado. Así que pueden realizar sus oraciones y abluciones (sandhya vandana) aquí. Rama y Lakshmana ofrecieron sus oraciones según instrucciones del sabio. Cerraron los ojos y se sentaron en meditación por algún tiempo. Entonces Vishvamitra pensó que sería muy difícil para los príncipes reales que eran acostumbrados a las comodidades y lujos palaciegos mantenerse despiertos día y noche para cuidar el sacrificio. No podían siquiera pensar en comida ya que tenían que estar en un alto grado de alerta todo el tiempo para luchar contra los demonios. Fue entonces cuando el sabio les enseñó los sagrados mantras Bala y Atibala que les ayudarían a dominar el sueño y el hambre.

Vishvamitra, acompañado de Rama y Lakshmana llegaron al ashram Siddhashrama y empezó a llevar a cabo el sacrificio. Rama y Lakshmana cuidaban el yajna noche y día cantando los mantras enseñados por el sabio. No sintieron hambre ni sueño. Estaban alerta todo el tiempo con todo entusiasmo y exuberancia. De repente, aparecieron los demonios con sus terroríficas formas y trataron de perturbar el yajna. Estaban haciendo ensordecedores sonidos, pero los príncipes eran los menos perturbados. Lucharon con los demonios con coraje y valor y finalmente los vencieron. Vishvamitra estaba muy feliz de poder completar la realización del sacrificio sin interrupción. Él derramó amor y bendiciones sobre Rama y Lakshmana.

Mientras tanto, llegó una carta de Janaka, el rey de Mithila, invitando al sabio a tomar parte en un sacrificio. Vishvamitra les dijo a los príncipes, “Queridos Muchachos! Hemos recibido una invitación del noble Rey Janaka. Voy a Mithila y deseo que ustedes dos me acompañen.” Al principio, Rama no estaba inclinado a ir a Mithila y le dijo a Lakshmana, “Amado Hermano Menor, nuestro padre nos ordenó seguir al sabio Vishvamitra y proteger su sacrificio. No tenemos su permiso para ir a Mithila y tomar parte en el sacrificio realizado por el Rey Janaka”. Cuando se le transmitió esto a Vishvamitra, él los convenció diciendo, “¡Mis Queridos Muchachos!, su padre les ordenó seguirme y es su deber seguirme a donde yo vaya”. Los príncipes no tuvieron otra opción que obedecer la orden de Vishvamitra.

La llegada de Rama y Lakshmana en Mithila creó una sensación. La gente los admiraba y empezó a hablar de ellos. Al moverse por las calles, atraían la atención de todo el mundo. “¿Quiénes son estos hermosos príncipes? Se ven fuertes y valientes. ¿Han venido para desposar a las hijas del Rey Janaka?”, se preguntaba la gente de esta manera. Llegaron al palacio real que les había sido asignado y descansaron. El yajna iba a comenzar al día siguiente. También se estaba arreglando una reunión a la cual los galantes héroes de Bharat eran invitados. Era para ver si alguno podía romper el arco de Shiva. El vencedor se ganaría la mano de Sita, la hija de Janaka. Uno tras otro, los príncipes trataron levantar el arco de Shiva pero tenían que regresar a sus asientos humillados. A instancia de Vishvamitra, Rama caminó suavemente hacia el arco y lo levantó son Su mano izquierda. Se oyó un resonante aplauso. Cuando él dobló el arco para atar la cuerda, éste se rompió con un tremendo ruido. Sita fue traída allá lista con una guirnalda. Entonces, Vishvamitra le preguntó a Rama si Él estaba dispuesto a casarse con Sita. Él estaba listo para emprender cualquier tarea que le confiara Vishvamitra, pero ciertamente no estaba preparado para el matrimonio. Rama ofreció Sus saludos a Vishvamitra y dijo muy educadamente, “¡Swami! Usted nos ha traído con usted para salvaguardar su yajna y no para realizar nuestro matrimonio. Yo no podría pensar en matrimonio a menos que obtenga el consentimiento de mi padre”. El sabio estaba en un apuro. Hubo total silencio en la asamblea. Todos se sorprendieron ante la respuesta de Rama. Rama estuvo firme en Su posición. Entonces el Rey Janaka envió sus mensajeros junto con algunos discípulos de Vishvamitra con una invitación al Rey Dasharatha. Los discípulos de Vishvamitra narraron a Dasharatha todo lo sucedido. El rey, las reinas y la gente de Ayodhya se llenaron de alegría y júbilo antes el prospecto del matrimonio de Rama con Sita. Dasharatha acompañado de sus reinas, de Bharata y Shatrughna y una cantidad de otros dignatarios, llegaron a Mithila.

Las mujeres prosiguieron al lugar del matrimonio con todo entusiasmo, cantando alegremente, animándose mutuamente a presenciar la boda celestial de Sita y Rama.

“¡Bienvenidos todos al matrimonio de Rama.

Juntos presenciaremos la alegre escena.

Muchos ya se han reunido,

Vestidos con todas sus galas.

Con collares, las damas están adornadas de

Joyas puras y destellantes.

Rama atará el nudo hoy a la hermosa Sita,

Oh qué hermosa pareja hacen.

El Padre Dasharatha ha ordenado abundantes festines.

Todos los eruditos sabios están reunidos con Vasishtha presidiendo.

¡Oh Qué multitud se ha reunido

Para regocijarse, los corazones se desbordan de alegría.

El matrimonio de la sagrada pareja Rama y Sita,

Es una visión en verdad deslumbrante.

El verlo conferirá gran mérito.

Rama se ve como la fresca luna llena,

Y Sita es su doble perfecto.

El compasivo Rama que ama a todos

Conferirá su gracia sobre todos nosotros.

Ven apresúrate para presenciar la sagrada boda de Rama y Sita.”

(Canción en telugú)

Los hombres también estaban extáticos y se unieron a la festividad cantando así:

“Vengan, vayamos a ver el matrimonio de Rama y Sita,

Esta visión conferirá gran mérito.

Las vidas de los que vean este matrimonio serán santificadas.

¡Oh vengan todos a ver el sagrado matrimonio.

Rama, montado en un elefante, está brillando refulgentemente.

La Madre Sita está a Su lado,

Los hermanos están a su servicio.

Sita y Rama inquirirán sonrientes por nuestro bienestar.

¡A qué más podemos aspirar!

Vengan, vayamos allá a ver el sagrado matrimonio de Rama y Sita.”

(Canción en telugú)

Sita era hija adoptiva de Janaka. Él tenía otra hija llamada Urmila. Su hermano Kushadvaja también tenía dos hijas llamadas Mandavi y Shrutakirthi. Con el consentimiento del Rey Dasharatha, se decidió que las cuatro novias serían dadas en matrimonio a los cuatro hermanos. Dasharatha estaba feliz de que sus cuatro hijos que habían nacido el mismo día se casaran el mismo día y al mismo tiempo. La función matrimonial se celebró con toda grandiosidad.

Dulces notas de auspiciosa música reverberaban en el aire. Los sacerdotes védicos cantaban los sagrados mantras a plena garganta y bendecían a las parejas. El Rey Dasharatha derramó lágrimas de alegría. Todo el mundo estaba lleno de divina bienaventuranza observando el procedimiento del matrimonio. Es costumbre durante la ceremonia de matrimonio que la novia y el novio intercambien guirnaldas. Sita tenía que enguirnaldar a Rama primero, antes de que las otras novias pudieran hacerlo a sus respectivos novios. Sita, siendo de baja estatura, no podía ponerle la guirnalda a Rama que era una alta personalidad. A menos que Rama inclinara Su cabeza ante Sita, ella no podría enguirnaldarle. Pero Él no quería inclinar Su cabeza no fuera que la gente lo culparan por no mantener el honor de Su linaje. Imposibilitada de enguirnaldar a Rama, Sita estuvo sosteniendo la guirnalda en su mano por un largo rato. Hay otro secreto en este acto de Rama. Lakshmana era la encarnación de Adishesha, la Serpiente primordial, quien soportó a la Madre Tierra en su capucha. Rama miró a Lakshmana como diciéndole, “Mira, ¿por qué no elevas aquella parte de la tierra donde está parada Sita para permitirle ponerme la guirnalda?. Entonces Lakshmana indicó a Rama que no era posible levantar esa área particular. Si él tratara de levantar esa parte de la tierra donde Sita estaba parada, simultáneamente Rama sería elevado y así también los demás. Lakshmana, que era muy inteligente, pensó en un plan para resolver el problema. De repente, cayó a los pies de Rama y no se levantó por buen rato. Entonces Rama tuvo que inclinarse para levantar a Lakshmana. Sita aprovechó la oportunidad y no perdió tiempo en ponerle la guirnalda a Rama. Entonces las otras tres novias enguirnaldaron a sus respectivos novios. Los cuatro hermanos y sus novias brillaban como deslumbrantes joyas. Los espectadores derramaban lágrimas de alegría al observar este grandioso espectáculo.

Cuando iban regresando a Ayodhya, de repente oyeron un fuerte y terrorífico sonido. Rama instruyó a Lakshmana que se alistara para la batalla. Parashurama apareció en la escena y retó a Rama diciendo, “¡Oh Rama! He oído que has rotó el arco de Shiva. Esto no es gran cosa y no es nada difícil de levantar. Si realmente tienes fuerza, debes romper esta arma mía.” Diciendo esto, Parashurama tiró su arma a los pies de Rama. Rama calmadamene la levantó y la rompió. Parashurama en seguida cayó a los pies de Rama.

La gente de Ayodhya dieron la bienvenida a las recién casadas parejas. En la entrada principal Kaushalya, Sumitra y Kaikeyi ofrecieron a las novias y novios el Mangalarati y los llevaron dentro de la ciudad. Toda la ciudad de Ayodhya tenía un aire festivo y cada cual se regocijaba.

Hoy, todo el mundo está celebrando el matrimonio de Sita y Rama. Pero después del matrimonio, Rama tuvo que enfrentar muchas ordalías. Él las superó con fortaleza. Diezmó las fuerzas demoníacas. Lakshmana era Su principal arma. Con su ayuda, Rama emergió victorioso de la batalla con los demonios. Muchas veces Él les prodigaba alabanzas a sus hermanos diciendo, “Mis hermanos son más grandes que Yo. Les debo Mi victoria. Pude ganarles a los enemigos debido a la fuerza de la unidad entre nosotros”. Las vidas de Rama, Lakshmana, Bharata y Shatrughna demostraron el ideal de hermanad al mundo entero. Esta hermandad ideal no se puede notar hoy en día. Muchos maravillosos eventos tuvieron lugar en la vida del Señor Rama.

Las historias del Señor Vishnu son asombrosas.

Purifican las vidas de la gente en los tres mundos.

Son como las hoces que cortan las enredaderas de la esclavitud mundana.

Son como buenos amigos que le ayudan en tiempos de necesidad,

Son como abrigos para los sabios y visionarios que hacen austeridades en la selva.

(Poema en telugú)

No es suficiente celebrar meramente el Rama Navami como el día de nacimiento de Sri Rama. Deben comprender el propósito de Su nacimiento y practicar los ideales que Él demostró. El matrimonio de Rama o Rama Kalyana no significa el matrimonio de Rama y Sita a nivel físico. El Rama Kalyana es el Atma Kalyana, que significa la fusión del Atma o alma individual con el Paramatma o alma universal. El Ramayana no es la historia de un individuo. Rama simboliza el espíritu cósmico y universal.


Traduccion Arlette Meyer

Revision Verónica y Carlos Fazzari