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Discursos dados por Sai Baba

17. 21/10/03 El Atma Tattva es una en todas

«EL PRINCIPIO DEL ATMA ES UNO Y EL MISMO EN TODOS»

«EL PRINCIPIO DEL ATMA ES UNO Y EL MISMO EN TODOS»

21 de Octubre de 2003

Sai Kulwant Hall – Prasanthi Nilayam

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“¡Oh! ¡Tonto hombre!

¿Por qué vas por allí de un lado a otro en busca de Dios

si Él está dentro de ti?

Voltea tu visión hacia dentro y lo encontrarás allí”.

(Poema en Télugu)

¡Encarnaciones del Amor!

Ustedes tienen la noción errónea de que Dios está separado de ustedes. A fin de tener la visión de Dios, siguen varios caminos como la repetición del nombre (japa), la meditación (dhyana), los cantos devocionales (bhajans), etcétera. Mientras sigan pensando que Dios está presente en algún otro lugar, no lo podrán encontrar. Él está presente en ustedes. Hagan esfuerzos por realizar esa divinidad que mora dentro de ustedes.

El 20 de octubre de 1940, cuando yo fui a la escuela después de regresar de Hampi, el alfiler de cuello de Baba se perdió y no pudo ser encontrado. El alfiler simbolizaba los deseos mundanos. Este alfiler le había sido presentado a Swami por Narayana Raju, el entonces Presidente Municipal de Bellary.

El Presidente Municipal nos llevó al templo de Virupaksha en Hampi. Después de llegar al templo, Seshama Raju (hermano mayor de Swami) me dijo que vigilara sus pertenencias mientras entraban para tener el darshan de la deidad. Yo acepté gustoso y permanecí afuera. Ellos entraron al templo. Para su total asombro, me encontraron parado dentro del sanctasanctórum en el lugar del Señor Virupaksha. Seshama Raju no podía creer sus ojos. Seshama Raju se dijo para sí: “¿Por qué ha entrado Él si yo le dije específicamente que permaneciera afuera y cuidara de nuestras pertenencias?” Él pensó que no era correcto de mi parte el haber entrado al sanctasanctórum. En seguida salió del templo ¡sólo para encontrarme allí afuera! ¡Entró de nuevo y me encontró adentro también! Todavía tenía dudas. Le dijo a su esposa: “Ve afuera y vigila a Sathya. No le permitas ir a ninguna parte. Mientras tanto, yo voy a entrar y ver si Él está todavía allí”. Ella hizo lo acordado. Él de nuevo vio a un sonriente Sathya parado en el sanctasanctórum. Él se preguntaba si era un sueño, una mera alucinación o la realidad.

En aquellos días, el llevar un alfiler en el cuello era considerado de moda. Narayana Raju me regaló un alfiler con la petición que yo lo recordara siempre. Después de que regresamos de Hampi a Uravakonda, el alfiler se cayó en el camino cuando iba a la escuela con mis libros en una mano. No pudimos encontrarlo. Pero yo no estaba preocupado por su pérdida. Yo sólo pretendía estar buscándolo afanosamente. Algunos niños que venían detrás de mí inquirieron: “Raju, ¿qué estás buscando?” Yo les dije que había perdido el alfiler. Ellos también empezaron a buscarlo por todo el lugar. Yo me reí y observé: “Van a la escuela para estudiar. ¿Por qué se molestan por el alfiler? No se preocupen por ello. Ellos dijeron: “Se veía tan bien cuando lo estabas llevando”. Uno de aquellos muchachos corrió a la casa de Seshama Raju. Todo este tiempo, Seshama Raju y Narayana Raju habían estado discutiendo acerca de lo que podría inferirse de mi misterioso comportamiento. Cuando los muchachos les reportaron el asunto, en seguida vinieron apurados hacia mí. Narayana Raju muy amorosamente puso su mano alrededor de mi hombro y preguntó: “Amado mío, ¿qué estás buscando?” Yo dije: “Yo estoy buscando algo”. Él comprendió que había alguna significación interna en mi respuesta y dijo: “Raju, ¿cómo puedes buscar algo que no sabes que es?” Yo le dije que había perdido el alfiler que me había regalado. Él dijo: “Yo te daré diez de tales alfileres. No te preocupes por ello. Ven, vamos a casa”.

“Ese día fue el día del cambio.

La conexión con las ataduras mundanas

se había ido en la forma del alfiler;

el peregrinaje a Hampi también había servido su propósito.

Baba dejó la casa diciendo que maya ya no podía atarlo más”.

(Canción en Télugu)

El hombre tiene dos tipos de deseos: uno es mundano y el otro espiritual. Se dice que la educación mundana es para la vida aquí mientras que el conocimiento espiritual es para la vida en el más allá, sin embargo, el hombre le da importancia únicamente a la educación mundana. Está siempre en busca de la felicidad mundana. Yo no estoy interesado en esa felicidad. Le dije a Narayana Raju que la esclavitud del apego al mundo se había perdido en la forma del alfiler. Al enterarse de este incidente, el Comisionado de Impuestos Hanumantha Rao vino en su carro y me dijo: “Raju, ¿qué es lo que tú estás buscando? Por favor, ven conmigo. Yo te daré lo que desees”. Él tenía un intenso amor por mí. Yo le dije que yo no estaba buscando nada en absoluto. La gente a mi alrededor preguntó: “¿Estás buscando a Dios?” Yo respondí: “No se necesita buscar a Dios, pues Él está en todas partes. Y tampoco estoy buscando una cosa tan trivial como un alfiler”. Entonces yo fui llevado a la casa de un tal H. S. Ramana, quien era maestro de inglés. Me preguntaron: “¿Qué deseas? ¿Es el alfiler o Dios?” Yo les dije: “Yo no necesito ningún alfiler. Puedo obtener cualquier cantidad de alfileres, pues todo está en mi mano. Entonces, ¿piensan que estoy buscando a Dios? Él está en todas partes. No necesito buscarlo”. Narayana Raju preguntó: “¿Dónde está Dios? ¿Podemos verle?” Antes de esto yo le había dado un anillo. Éste desapareció de su dedo y apareció en mi dedo. Él quedó asombrado. Él preguntó: “¿Cómo sucedió?” Yo dije: “Yo puedo hacer cualquier cosa. Todo está en mi mano.” [Swami con un movimiento de su mano materializó el mismo anillo que le había dado a Narayana Raju. Lo sostuvo en alto y lo mostró a la congregación.] Viendo todo esto, Seshama Raju también quedó asombrado. Abandonó el sentimiento de que Él era mi hermano mayor. Derramando lágrimas de alegría y arrepentimiento, él preguntó: “Querido, tú eres omnisciente; todo está en tu mano. Entonces, ¿qué es lo que estás buscando?” Yo tampoco me dirigía a él como hermano. Yo le dije que yo ya no estaba atado por las relaciones mundanas. Sostuve la mano de Narayana Raju y le pregunté: “¿Qué es esto?” Él dijo: “Es mi mano”. Saqué la pluma fuente de su bolsillo y pregunté: “¿Qué es esto?” “Es mi pluma”, dijo él. “Tú dices, esto es mi mano, mi pluma, mi cuerpo, mi mente, mis sentidos, etcétera. La palabra “mi” indica que tú eres diferente de todo esto. Entonces, ¿quién eres tú?”, le pregunté. Entonces todos empezaron a pensar: “Sí, lo que Raju dice es correcto. Decimos esto es mío y aquello es mío, pero no sabemos quienes somos”. Todos se quedaron callados. Aceptaron que no sabían su verdadera identidad. Yo les dije que yo había venido en forma humana únicamente para hacer que la gente tomara conciencia de su verdadera identidad.

Es el ojo que ve y la mente que piensa. [Mostrando el anillo y el pañuelo, Bhagavan dijo:] Sus ojos pueden ver el anillo y el pañuelo. ¿Sobre qué se basan para decir que es un anillo? Similarmente, ¿qué los hace decir que es un pañuelo? Ustedes dicen: la mente es la base de todo esto. ¿Qué es la mente? ¿A quién pertenece? No lo saben. Lo que piensan que saben, en realidad, lo que no saben, es su verdadero ser. Hagan esfuerzos por realizarlo.

A partir de ese día, muchos buscadores de la verdad empezaron a visitarme. Solían decir, “Raju, lo que tú dices es correcto, pero ¿cómo hemos de averiguar nuestra verdadera identidad?” La gente cita las escrituras y habla de alta filosofía pero no conoce su verdadero significado. “Dicen, esto es mi anillo, mi cuerpo, mi pañuelo, y así sucesivamente. Entonces, ¿quiénes son?”, les preguntaba yo. No tenían respuesta. Entonces empecé a explicarles así: “Hay dos aspectos importantes que deben considerar, el uno es lo visto (drishyam) y el otro es el veedor (drashta). Todo lo que se ve está destinado a perecer (Yad Drishyam Thannasyam). Así que lo que ven es sólo una ilusión. Ustedes son los veedores, esa es su verdadera identidad”.

El maestro de inglés, H. S. Ramana era una noble persona. Su casa estaba en el camino a mi escuela. Él solía sentarse en la veranda delantera de su casa. Tan pronto como él me veía, él solía llamar “¡Raju!” y me llevaba a su casa y me ofrecía café y bocadillos. Pero, yo no estaba interesado en estas cosas mundanas. Antes de esto, yo solía dirigirme a él como “Sir” o Señor, pero a partir de ese día, la relación mundana de maestro-estudiante había cesado entre nosotros. Yo solía decirle que todo lo que se ve con el ojo es sólo lo visto, que es perecedero y que había que ir más allá y buscar al veedor. A partir de ese día dondequiera que yo fuera y con quienquiera que me encontraba, solía enseñar estos altos principios.

Entonces, un día, Ramana llamó a Seshama Raju y le dijo: “¡Seshama Raju! No te tomes tanta molestia tratando de comprender el comportamiento de Sathya. Este muchacho está indagando cada vez más profundo en los misterios de la vida. No es posible medir su verdadera naturaleza. Esperemos por algún tiempo y veamos”. Diciendo esto, él me llevaba a su casa y me ofrecía bocadillos, café, comidas, etcétera, con gran amor. ¡Pobre hombre! Él no se daba cuenta de que yo nunca estuve interesado en esas cosas mundanas. Yo no tocaba ninguno de estos artículos de comida. En mi punto de vista, eran todos cosas mundanas que sufrían constante cambio. Nunca eran permanentes. Yo le explicaba: “Tú trajiste este upma (especie de tortilla de arroz u otros cereales con vegetales) para mí. ¿Hasta dónde están estas cosas reales? Sólo hasta que uno las consuma. ¿Qué les sucede después de comérselos? Nadie puede ver su forma después. Desaparece. Todos están considerando estas cosas mundanas irreales como reales”. Así, empecé a enseñarle altos conceptos vedánticos. H. S. Ramana se asombraba ante mis conocimientos de estos altos principios. Hasta entonces, él se había dirigido a mí como “Raju, Raju”, pero a partir de entonces él empezó a dirigirse a mí como “¡Guruji!”. Agarrándome los pies, él me rogaba, “¡Guruji! Por favor ven a mi casa”. Los que presenciaban esta escena estaban asombrados de que este señor algo mayor, un maestro, estuviera sosteniendo los pies de este joven muchacho, su estudiante. Entonces Ramana declaró delante de toda esta gente, “No sólo yo; un día vendrá en que el mundo entero caerá a sus pies”. Las personas reunidas allí en esa ocasión eran todas poderosas y ocupaban altas posiciones en la sociedad. Había un vecino llamado Ramanarayana Sastri, quien era un astrólogo. Lo llamaron y le enteraron de todas aquellas altas verdades de la vida que yo les estaba explicando. Sri Sastri estuvo asombrado ante mi conocimiento de conceptos vedánticos a tan temprana edad y derramó lágrimas de alegría. Una o dos de esas lágrimas cayeron a mis pies. A partir de entonces, todo el mundo en Uravakonda empezó a dirigirse a mí como Sathya Sai Baba. Yo les dije que yo había venido únicamente con el propósito de revelar esta verdad. Incapaces de comprender la verdad total acerca de mis revelaciones, algunos de ellos me preguntaron: “¿Cómo puedes declararte como Sai Baba?” Yo sólo tomé algunas flores en mi mano y las tiré en el piso. ¡Y he aquí! Las flores se formaron solas en Sathya Sai Baba en letras télugu. ¡Al presenciar este milagro, quedaron atónitos y maravillados! Entonces, cada uno empezó a cantar a coro “¡Sathya Sai Baba Ki Jai!, ¡Sathya Sai Baba Ki Jai!” Yo les dije enfáticamente que éste era un nombre que ellos mismos me habían asignado y que, de hecho, ¡Yo no tenía ningún nombre en absoluto! En esa ocasión yo declaré lo siguiente:

“Sepan que yo soy Sai en realidad.

Abandonen sus relaciones mundanas.

Dejen a un lado sus esfuerzos por restringirme.

Los apegos mundanos no pueden atarme ya.

Nadie, no importa lo grande que sea, puede detenerme”.

(Poema en Télugu)

Yo me levanté y empecé a caminar alejándome. Mientras tanto, todo los reunidos allí, incluso Ramana y Sastri trataron de seguirme. Yo le aconsejé que no me siguieran, sino, que se esforzaran por realizar la introspección y transformación mental requerida. Puesto que yo no soy el cuerpo, nadie puede retenerme. Por lo tanto, yo les aconsejé que siguieran mis ideales. Sólo entonces podrían tomar conciencia de mi verdadera naturaleza.

En esta vasta expansión del universo, desde el más diminuto átomo hasta el más poderoso, todo está permeado de realidad átmica. Aparece como lo más diminuto de lo diminuto y lo más poderoso de lo poderoso. De hecho, el principio de la unicidad que permea microcosmo y macrocosmo es la realidad fundamental que deben indagar. Por esto Ramana Maharshi solía decir: “Inquieran en quiénes son realmente”. Ustedes no son una sola entidad. De hecho, son tres en una:

-la que piensan que son (el cuerpo).

-la que otros piensan que son (la mente)

-y la que son realmente (el Atma).

El Atma se conoce como la conciencia y el cuerpo que consiste en los sentidos es llamado lo consciente. La conciencia (chaitanya) que está presente en todos, trasciende a los sentidos. Pero hay todavía otro principio que está más allá de la conciencia y se llama la supraconciencia.

En esos días, no había muchas personas que supieran quien era Sai Baba. Él era considerado como un santo musulmán. Cuando yo regresé a Puttaparthi declarándome como Sai Baba, la gente pensó que yo había adoptado un nombre musulmán, pero, nadie puede atarme a una religión particular como el hinduismo o el islam.

“Los Vaishnavitas dicen que el Señor Vishnu es el más grande

mientras que los Shaivitas declaran que el Señor Shiva

es el más grande de todos.

Los Ganapatyas, adoradores de Ganapati o Ganesha,

declaran que Ganapati es el más grande.

Los educados dicen que la Diosa Sarada es la más grande.

Los Shaktas, adoradores de Shakti,

proclaman que la Diosa Shakti es la más grande.

Mis devotos dicen que yo soy el más grande.

Algunos otros dicen que todos son uno.

La gente puede hablar en base a sus sentimientos,

pero en verdad, hay un solo Dios,

y el resto son sólo una sucesión de nombres”.

(Poema en Télugu)

Diferentes personas pueden asignarle diferentes nombres a la realidad átmica y tratar de definirla de diferentes maneras, pero el principio átmico (Atma tattva) subyacente es uno y el mismo. Esta verdad debe ser explicada a las personas en un lenguaje comprensible. Pueden ver que hay algunas casas más allá. En la parte delantera de la casa, encontrarán una veranda; luego un salón y luego una cocina. Después encontrarán una sala de baño y un excusado. De esta forma, hay diferentes nombres para diferentes conveniencias. ¿Cómo adquirieron estos nombres? Solamente debido a que son espacios divididos por paredes para diferentes propósitos. Pero, en verdad, son todos partes de la misma casa. Similarmente, diferentes personas tienen diferentes nombres y establecen diferentes relaciones con otras personas como madre, padre, hermano, etcétera. ¿De dónde adquirieron estas relaciones? Todo es de su propia fabricación. Remuevan estas barreras. Lo que queda es una vasta extensión de unicidad. Una persona se refiere a la divinidad como el Atma, otra como Brahmán y una tercera la llama Vishnu. Son sólo nombres atribuidos por seres humanos a la divinidad innombrable, informe y carente de atributos. El principio de Brahma (Brahma tattva) es aquel al que no se le atribuyen nombres.

¿De dónde vino Brahmán? La conciencia átmica que permea cada ser viviente es llamada Brahmán. Cuando se individualiza, es llamada conciencia. También se le refiere como jiva o alma individual. Cuando el principio del Atma está engastado en un cuerpo, se vuelve un individuo. El individuo, el Atma y la conciencia, son todos tres uno y lo mismo. La gente piensa que son diferentes porque se les da nombres diferentes. Remuevan los nombres. Hay un solo Atma tattva en cada individuo. No tiene forma. Asume diferentes formas al unirse a diferentes individuos. Supongan que nombran este objeto (mostrando Swami un pañuelo) como el Atma. Es un pañuelo en el habla común, pero cuando lo miran desde un ángulo espiritual, es un objeto. Yo lo llamo hilo. Después de algún tiempo me refiero a él como algodón; así lo llame pañuelo o hilo o algodón, se refiere a un solo objeto, sólo que se le da diferentes nombres al objeto. Tomen por ejemplo los nombres de Rama y de Krishna. Rama no nació con ese nombre particular. Se le dio el nombre de Rama sólo después de su nacimiento. Similarmente, el nombre Krishna. Puesto que Él era una encarnación de la bienaventuranza, se referían a Él como Krishna, o sea, “debido a que Él atrae, Él es Krishna” (Akarshati Iti Krishna). Pero su verdadera naturaleza es la bienaventuranza o ananda. Él es la personificación de la bienaventuranza o ananda svarupa. El mismo principio de la bienaventuranza ha tomado diferentes nombres. Este solo principio de ananda es:

“Dios es la personificación de la suprema bienaventuranza.

Él es sabiduría absoluta, el uno sin segundo,

más allá de los pares de opuestos,

expansivo y todopenetrante como el cielo,

la meta indicada por la gran máxima:

”Tat tvam asi“, tú eres aquello,

el eterno, puro, inmutable, testigo

de todas las funciones del intelecto,

más allá de todas las condiciones mentales

y de las tres modalidades de la materia

como sattva, rajas y tamas, o sea,

la bondad, la pasión y la inercia”.

“Brahmanandam, Parama Sukhadam, Kevalam Jñana murtim,

Dvandvatitam, Gagana Sadrisham, Tattvamasyadi lakshyam,

Ekam, Nityam, Vimalam, Achalam, Sarvadhi, Sakshibhutam,

Bhavatitam, Trigunarahitam”.

La divinidad no tiene atributos. ¿Cómo puede uno darle un nombre? Ya que no es posible asignarle ningún nombre particular a este principio, lo llamaron el Atma. Este Atma tattva o principio del Atma está permeando cada individuo. No tiene ninguna forma específica.

Explicándoles de esta forma a estas personas yo les dije que yo había venido únicamente para hacerles tomar conciencia de este principio. Entonces, Seshama Raju hizo una gran pregunta. Él era un pandit en télugu. Cualquiera que fuera la pregunta que él hiciera, ésta tenía cierto valor. Él preguntó: “¿Quién eres?” Yo le respondí: “Puesto que me estás llamando Sathya, Yo soy Sathya. Cuando te refieres a mí como tu hermano, soy tu hermano. Cuando me llamas un estudiante, soy un estudiante. Cualquiera que sea el nombre y forma con los cuales te refieras a mí, yo asumo ese nombre y esa forma. De hecho, nadie es capaz de entender esa verdad. Nadie tiene relación alguna conmigo. Llámenme por cualquier nombre, yo responderé. Si me llaman “Sai”, yo responderé. Si me llaman “Baba”, yo responderé. Sea cual fuere el nombre con el cual me llamen, es igual para mí. Todos estos nombres son sólo nombres que me fueron atribuidos. De hecho, he venido para que ustedes tomen conciencia de esta verdad.

En el salón de clase, tres de nosotros solíamos compartir un pupitre. Yo mismo en el medio, con Ramesh y Suresh a cada lado. Eran muy pequeños. Uno tenía ocho años, el otro nueve años y yo tenía 8 años y medio de edad. Ramesh y Suresh no eran buenos en sus estudios. Siempre que los maestros les hacían preguntas, ellos daban las respuestas que yo les soplaba. Llegó el momento de nuestro examen público. Los números de lista de nuestros asientos en el salón de examen estaban arreglados de tal manera que teníamos que sentarnos separados, a buena distancia los unos de los otros. No era posible que ellos obtuvieran ninguna ayuda de mí. Estaban muy preocupados. Yo les infundí coraje diciéndoles: “No necesitan escribir nada. Sólo asistan al examen. Yo me ocuparé del resto”.

Yo completé mi trabajo en unos pocos minutos. Pedí más hojas al supervisor y escribí las respuestas en la letra de Ramesh. Después de terminarla, tomé otro juego de hojas y escribí las respuestas en la letra de Suresh. También escribí sus nombres en las hojas de examen. Cuando sonó la campana final, todos los estudiantes se levantaron y yo silenciosamente coloqué las tres respuestas en la mesa del examinador. Cuando los resultados fueron anunciados, sólo nosotros tres obtuvimos primera clase. Los maestros se sorprendieron de cómo Ramesh y Suresh habían también obtenido primera clase. El maestro de matemáticas Thirumal Rao nos llamó a los tres. Él le preguntó a Ramesh y a Suresh si ellos habían escrito las respuestas ellos mismos. Antes de esto, yo les había advertido a Ramesh y a Suresh que no revelaran la verdad bajo ninguna circunstancia. Yo les dije: “Si les hacen algunas preguntas, díganles que recordaban las respuestas entonces y que ahora las han olvidado. Si siguen mi mandato, yo soy suyo y ustedes son míos”. Obedecieron lo que les había dicho y dijeron a Thirumal Rao que habían escrito las respuestas ellos mismos. No había lugar a duda. No podían haberlas copiado de mí, puesto que estábamos sentados lejos el uno de los otros. Sus hojas de examen estaban en su propia letra. La gente local se alegró. Organizaron una gran procesión llevándonos en sus hombros.

Había un negociante llamado Kote Subbanna. De alguna forma él llegó a saber que yo podía componer excelente poesía. Un día vino conmigo y me rogó: “Raju, hay una nueva medicina llamada Bala Bhaskara en mis tiendas. Por favor escribe una canción sobre la eficacia de la medicina que podría servir como propaganda. Yo te daré lo que desees. Estoy dispuesto a pagarte cualquier cantidad de dinero”. Yo le dije: “Yo no estoy aquí para vender mi poesía. Dame los detalles de la medicina, y yo ciertamente te compondré una canción.” Entonces yo compuse la siguiente canción:

“¡Allí está! ¡Allí está! ¡Oh, niños! ¡Vengan, Vengan!

Allí está la medicina Bala Bhaskara;

así sea un estómago revuelto o una pierna hinchada;

así sea un dolor de articulación o flatulencia;

preparada por el famoso doctor Gopalacharya mismo.

¡Vengan aquí muchachos! ¡Vengan aquí muchachos!”

Esta canción les fue enseñada a diez niños que anduvieron dando vueltas llevando pancartas y cantando la canción compuesto por mí en las calles. Todo lo mundo llegó a conocer de la medicina y toda la existencia se vendió rápidamente. Kote Subbanna se hizo muy popular. Su alegría no conoció límite. Él me trajo unas ropas que había mandado a coser para mí como expresión de su gratitud, pero yo rehusé aceptarla.

Mientras, nuestro director Lakshmipathy Sastri fue transferido. Todos los estudiantes se sentían apenados ante esto. Seshama Raju también fue transferido de Uravakonda a Kamalapuran. Por esto tuve que dejar Uravakonda. Ramesh y Suresh estaban muy apegados a mí. Un amor tan intenso no puede encontrarse ni siquiera entre parientes y hermanos. Cuando yo me fui de Uravakonda, los otros niños en la escuela quedaron inconsolables. Ramesh y Suresh no derramaron lágrimas pero no pudieron soportar la separación de mí. Yo era muy pequeño en esa época y tenía que obedecer las órdenes de Seshama Raju. Así que yo abordé el autobus y dejé Uravakonda. Ramesh, totalmente deprimido cayó en un pozo y murió. El segundo muchacho seguía repitiendo: “Raju, Raju, Raju...” y finalmente perdió la razón. Fue llevado a varios hospitales mentales pero no mejoró. Finalmente, su padre vino a verme y me rogó: “Suresh será curado de su locura si él te ve por lo menos una vez. Por favor, ven a verlo.” Fui al hospital mental a verlo. Repetía constantemente: “Raju, Raju, Raju...” al verme, él derramó lágrimas y expiró su último suspiro.

Luego, Ramesh y Suresh nacieron como dos perros y me fueron traídos por un oficial de Bangalore. Solían estar conmigo siempre cuando yo estaba en el viejo Mandir. Se llamaban Jack y Jill. Un día, la Maharani de Misora vino a recibir mi darshan. Ella era una gran devota y una mujer muy ortodoxa. Ella siempre mantenía una distancia de los demás. Ella no tocaba nada que hubiera sido tocado por otros. Ella era tan ortodoxa que ella insistía en darle un baño a la vaca antes de ordeñarla. Como no había una carretera apropiada hasta Puttaparthi entonces, ella se bajó del carro en Karnatanagepalli y caminó el resto de la distancia hasta el viejo Mandir. ¿Cómo ella vino? Ella no quería poner el pie en el camino usado por otros. Así que había traído cuatro tablas de madera. Ella dando pasos en cada una de esas tablas llegó al Mandir. La maharani decidió descansar la noche en el Mandir. El chofer había tomado su cena y estaba regresando a Karnatanagepali donde el carro estaba estacionado. Durante la noche, hubo una fuerte lluvia. El chofer durmió en el carro y Jack durmió debajo del carro cerca de la rueda. A la mañana siguiente, el chofer arrancó el carro, sin saber que Jack estaba durmiendo debajo de él. La rueda del carro pasó encima de la espalda de Jack y le fracturó la espina dorsal. Jack se arrastró a través del río, llorando todo el tiempo. Un lavandero llamado Subbanna solía cuidar el viejo Mandir día y noche. Él vino corriendo a mí y dijo: “Swami, Jack debe haber tenido un accidente. Está llegando llorando de dolor”. Yo salí enseguida. Jack vino hacia mí, gimiendo fuertemente, cayó a mis pies y expiró su último aliento. Fue enterrado detrás del viejo Mandir y un Brindavan (una tumba) fue erigido allí. Como había muerto Jack, Jill dejó de comer y murió después de unos pocos días. También fue enterrado al lado de Jack. De esta manera, Ramesh y Suresh hicieron penalidades conmigo siempre. Aun después de su muerte, habían nacido como perros para estar conmigo.

Durante mi niñez, Yo solía componer canciones con profunda significación y daba alegría a los aldeanos haciéndoselas cantar. Un día, un líder del partido comunista llamado Narayana Reddy de Bukkapatnam, se acercó a mí con una petición de componer algunas canciones que podrían inspirar nuestros luchadores por la libertad. Se colocó una muñeca en una cuna en el escenario. Yo entonces compuse una canción en la forma de una nana a la muñeca.

“No llores, mi niño, no llores.

Si lloras, no serás llamado un valiente hijo de Bharat.

Duérmete, mi niño, duérmete.

¿Te asustaste porque el terrible Hitler

ha invadido la invencible Rusia?

Duérmete, mi niño, duérmete.

No llores, mi niño, no llores.

Pues el ejército rojo está marchando bajo Stalin.

Ellos pondrán fin a Hitler.

¿Por qué lloras, mi niño?

¿Es porque el país está sufriendo bajo el yugo extranjero?

No llores, mi niño, no llores.

Todos los hombres de esta tierra se unirán

y lucharán para ganar la libertad;

duérmete, mi niño, duérmete”.

(Canción en Télugu)

Los aldeanos escucharon la canción con aprecio y asombro. Muchos de ellos se preguntaban como este pequeño niño Sathyanarayana Raju había llegado a saber acerca de Hitler y de Stalin. Estos nombres eran desconocidos para la gente en esta región. Esta canción fue impresa en un panfleto y distribuida en las aldeas. La gente de otros partidos políticos empezaron a venir a mí, pidiendo que les escribiera canciones. Seshama Raju me regañó diciendo que yo no debía involucrarme en asuntos políticos. Yo le dije: “Yo no tengo nada que ver con partidos políticos. Yo no pertenezco a ningún partido. Todos los partidos son míos. Yo pertenezco a todos”.

La canción se hizo muy popular en la aldea. Trajeron unos pocos pantalones, camisas y toallas para mí, pero yo rehusé a aceptarlos. Yo los distribuí a los otros niños en su presencia misma. Yo les dije: “Yo compuse la canción sólo para alentarlos, no para ningún beneficio monetario”. A partir de ese día yo dejé de escribir tales canciones. Hoy en día, ni siquiera compongo bhajans. No estoy escribiendo artículos ni siquiera para la revista Sanathana Sarathi. Kasturi solía rogarme que escribiera artículos. Él solía decir: “Swami, a menos que tu nombre aparezca en la Sanathana Sarathi, no tiene valor ninguno”.

Todos los niños en la escuela eran muy apegados a mí. Yo también los amaba entrañablemente. Siempre que había preparaciones especiales en la casa como vadas y pakodas (especies de roscas de cereales y vegetales), yo solía llevarlas a la escuela y distribuirlas a otros niños. Yo tenía amistad con todos. No tenía enemistad con nadie. Viendo mis nobles actos, Ramesh y Suresh desarrollaron gran apego por mí y al final me ofrecieron sus vidas. Debido a su amor y devoción, yo los ayudaba en sus exámenes. Después de esto nunca más me involucre en asuntos relacionados con exámenes. Una vez un oficial del gobierno me preguntó: “Swami, ¿cómo pudiste escribir los exámenes en su nombre?” Yo respondí: “¿Por qué no? Ramesh y Suresh eran también mis nombres”. De esta manera, podría seguir narrando varios incidentes de la historia de mi vida. Esta no tiene fin. De hecho, las palabras son inadecuadas para describir mi historia.

Yo siempre tuve un amor especial para los estudiantes. Similarmente, los estudiantes tienen un intenso amor por mí. Buscan mi guía siempre que tengan algún problema. Aún ayer, un estudiante de investigación me pidió mí guía en la preparación de su tesis. Él está escribiendo una tesis sobre el Mahabharata. Él me hizo algunas preguntas acerca de personajes como Bhishma, Bhima y Dharmaraja. Yo le dije que él debía encontrar las respuestas por sí mismo. Ahora mismo, pueden encontrar al estudiante de investigación sentado detrás en la veranda. Yo le dije que indagara dentro de sí para encontrar las respuestas correctas.

Los estudiantes están llenos de amor por Swami. Consideran a Swami como su madre, su padre y su todo. Se dirigen a mí como madre Sai. Cantan: “Nosotros somos los hijos de la madre Sai (Sai Mata)”. Puesto que me consideran como su madre, ¿cómo puedo no responder a sus oraciones? Por ende, yo también derramé amor materno en ellos. “Así como es el sentimiento así es el resultado” (Yad Bhavan Tad Bhavati). Es sólo el reflejo del amor que ellos tienen por mí. El amor que existe entre Swami y los estudiantes es el de una madre y sus hijos. Dejen que digan lo que quieran, Swami es su madre. Yo soy la madre de los que me consideran su madre, el padre de los que creen que yo soy su padre. Yo respondo a ustedes de acuerdo con sus sentimientos. Hasta su propia madre no puede darles tanto amor como el que Swami derrama sobre ustedes.

¡Estudiantes!

Trabajen duro y estudien bien. Los dos muchachos que están sentados a mi lado están ansiosos porque Swami ha estado de pie por tanto tiempo. Me han estado pidiendo que me siente.

Al final Bhagavan permitió a dos antiguos estudiantes del Instituto, que trabajan en la actualidad en diferentes instituciones del Ashram que se dirigieran a los jóvenes.


Traduccion Arlette Meyer

Revision Verónica y Carlos Fazzari