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Discursos dados por Sai Baba

26. 07/10/97 Trascendiendo la mente para realizar a Dios

Trascendiendo la mente para realizar a Dios

Trascendiendo la mente para realizar a Dios

7 de Octubre de 1997

Solo aquel que es consciente de que el Ser Cósmico es Shiva y que Shiva es también el ser individual (Jiva) es un consumado conocedor de la Verdad Absoluta (Jñani). Ello se debe a que el cosmos es la manifestación más grande de la Verdad Absoluta (Vibhuti). La sabiduría suprema consiste en comprender este principio monista (No dualismo).

Sin embargo, el principio Divino está asociado con las cualidades del ser individual a través de la mente. La característica de la mente es albergar pensamientos y pensamientos contrarios incesantemente.

En ocasiones el hombre es incapaz de ir al mismo paso que la velocidad de los pensamientos y es arrastrado por ellos. A veces el hombre se intoxica con sus pensamientos, que están influidos por las aberraciones de la Era de Kali.

La mente, el objetivo (Gati), la condición (Stiti) y la prosperidad (Sampati) están relacionados entre sí. Quien los utiliza mal se convierte en un demonio.

Hoy existen muchas enfermedades incurables, pero estas no se relacionan con el cuerpo, sino con la mente. En un sentido, todas las enfermedades ingresan en el cuerpo a través de la mente. Hasta las dolencias comunes, como un dolor de cabeza o de estómago, tienen su origen en la mente.

Cualquier cosa que influya en la mente afecta también al cuerpo.

Sin embargo, por no ser consciente de esta profunda verdad, el hombre atribuye todas las enfermedades al cuerpo y no, a la mente. La mayoría de las dolencias son realmente mentales y no, físicas. Debido a esto somos testigos de una gran cantidad de trastornos psíquicos. Vemos que las enfermedades mentales aumentan en todo el mundo. La razón es que hay demasiada tensión mental y preocupación.

El apego y la aversión son las enfermedades de la mente La mente está expuesta a estados de ánimo variables: pesar o alegría, ira o temor, amor u odio. Las causas básicas de todas las enfermedades que surgen de la mente son dos: el apego y la aversión (raga y dvesha). La mente está llena de estos sentimientos dobles. En consecuencia, tiende a olvidar su naturaleza humana básica. La mente en este estado considera virtudes a los seis enemigos principales del hombre –la lujuria, el odio, la ilusión, la codicia, la envidia y el orgullo–. Estos seis vicios pueden envenenar toda la existencia de una persona. Ella olvida entonces su divinidad inherente y deja de ser humana. Es una víctima de la ignominia.

Sin embargo, una persona llena de buenos sentimientos disfruta de paz y felicidad.

Los antiguos sabios indios practicaban el autocontrol, albergaban buenos pensamientos y llevaban una vida bienaventurada.

Cuando el ser interno de un hombre está lleno de amor, su vida se colma de bienaventuranza y él siempre goza de buena salud. Hoy el hombre sufre de numerosas dolencias cuya causa fundamental es una mente enferma. No hay muerte para la mente, aunque, cuando el cuerpo se enfrenta con la muerte, la mente cree que está muriendo. Se ha dicho que la mente es la causa de la propia esclavitud o liberación. Los malos pensamientos causan la esclavitud.

Los buenos pensamientos conducen a la liberación. Por lo tanto, todos deberían desarrollar buenos pensamientos y llevar a cabo buenas acciones. Tales buenos pensamientos solo pueden surgir del amor.

Hoy todas las acciones del hombre están gobernadas por los deseos mundanos. Para alcanzar la liberación, el hombre tiene que ir más allá de los caprichos de la mente. Debe seguir la Voz Interior (Antakarana).

La enseñanza de Buda sobre la realización del Ser Antes de alcanzar la realización del Ser (Nirvana), Buda mandó llamar a su hermanastro, Ananda, para darle su último mensaje.

Ananda lloraba. Buda le dijo: “¡Ananda! Fue para alcanzar este estado de bienaventuranza que me esforcé todos estos años. ¿Por qué derramas lágrimas en este momento? ¿Cuántos pueden obtener semejante bienaventuranza? Muy pocos. Tú sólo estás observando mi cuerpo terrenal. No puedes conocer la bienaventuranza interna que estoy experimentando en este momento. Yo sufrí mucho durante los últimos treinta años debido a las aberraciones de mi mente. Era la mente la que se interponía entre la realización del Ser y yo. Hoy estoy libre de la influencia de mi mente. Cuando la mente está ausente, hay bienaventuranza”. Esta fue la lección que Buda le enseñó a Ananda. Este le oró a Buda para que le confiriera un estado similar de ausencia de mente.

Cualquier felicidad experimentada a través de la mente no es bienaventuranza espiritual. Es placer físico momentáneo. Al no reconocer esta verdad, muchos se dedican a las así llamadas prácticas espirituales utilizando la mente. No hay que hacerle caso a la mente, que solo está ocupada en pensamientos de un tipo u otro.

El Principio Átmico no puede ser comprendido a través de tales procesos mentales. Dirijan su atención hacia el Atma y desechen todo pensamiento. Si no pueden librarse de los pensamientos, entonces cultiven buenos pensamientos. Dirijan sus pensamientos hacia el Supremo Señor. A menudo he comparado al corazón con una cerradura. Si giran la llave hacia la izquierda, se cierra. Si giran la llave hacia la derecha, la cerradura se abre. Dirijan su corazón hacia Dios.

Las disciplinas espirituales de los antiguos Para controlar la mente, los antiguos recurrían a diversas disciplinas, entre ellas el control de la comida. Ellos ayunaban el día de luna llena y, gradualmente, aumentaban la cantidad consumida hasta llegar al día de luna nueva. A partir del día siguiente, paulatinamente reducían la cantidad consumida hasta la luna llena. No es necesario que los estudiantes recurran a esta disciplina ahora, pero deben evitar comer demasiado.

Gracias a su disciplina espiritual, la alimentación regulada y otros hábitos, los antiguos llevaban vidas largas y saludables. Bhisma, que era comandante en jefe de las fuerzas de los Kauravas, tenía 126 años en la época de la guerra de Mahabharata. Él llevaba una vida pura de celibato, haciendo un gran sacrificio por su padre. Bhisma hizo el voto del celibato de por vida para permitirle a su padre casarse con la mujer que deseaba, cuyo padre insistía en que el hijo que naciera de ella fuese el heredero del trono. Bhisma no solo renunció a su derecho al trono, sino que, además, hizo el voto del celibato para asegurar que no dejaría descendencia que reclamara el derecho.

Después de caer en la batalla, permaneció tendido sobre un lecho de flechas durante 56 días esperando el momento auspicioso del movimiento del sol hacia el norte para morir. Tenía tal fuerza de voluntad, que podía soportar grandes sufrimientos. Pasó sus últimos días impartiendo la sabiduría más elevada a los Pandavas.

La historia de Bharat está llena de relatos de almas muy heroicas y nobles. Desafortunadamente, hoy los jóvenes viven sin un propósito, pasando por alto los ejemplos de estas grandes figuras. Envejecen prematuramente debido a la forma en que viven. Los estudiantes deben llevar vidas virtuosas, adquirir valor y hombría, y realizar la Divinidad. Tienen que reconocer la importancia suprema de mantener la mente bajo control. Para acercarse a Dios, deben ir más allá de la mente. El control de la mente es señal de sabiduría (Jñana). Para lograr la proximidad a Dios, tienen que desarrollar devoción. Millones de personas de todo el mundo buscan la Realización de Dios. Sin embargo, todos sus esfuerzos tienen lugar en el nivel mental. Deben ir más allá de la mente para realizar la Divinidad, que es la encarnación de la Verdad-Sabiduría-Omnipotencia.

Discurso pronunciado en el Salón Sai Kulwant, el 7 de octubre de 1997.

Tener más dinero engendra orgullo, pereza y desdén hacia otros. En la búsqueda de dinero, el hombre desciende al nivel de las bestias. El dinero es de la misma naturaleza que el estiércol. Apilado en un solo lugar, contamina el aire. Esparcido a lo ancho, diseminado por los campos, los recompensa con una cosecha abundante. Del mismo modo, cuando el dinero se utiliza para promover buenas obras en todas partes, produce contento y felicidad en abundancia.

Baba