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Discursos dados por Sai Baba

23. 23/09/97 Cultiven la fe intensa en Dios

Cultiven la fe intensa en Dios

Cultiven la fe intensa en Dios

23 de Setiembre de 1997

Quien destruye la vanidad, se hace querer.

Al dominar el odio, uno se libra del pesar.

Al vencer los deseos, uno se vuelve desprendido.

Al destruir la codicia, uno alcanza la felicidad.

¡Encarnaciones del Amor!, mientras un hombre siga siendo arrogante –lleno de vanidad (Ahamkara)–, nadie lo amará. No importa la riqueza que uno posea, la posición que tenga, lo inteligente que sea; si uno es arrogante, ni siquiera la esposa y los hijos lo amarán. Cuando abandone su orgullo egoísta, todos comenzarán a amarlo. Si uno desea ganarse el amor del mundo, tiene que librarse de su orgullo egoísta, Ahamkara, que lo lleva a pensar “yo soy el hacedor”. Solo la persona que carece de ego merece el amor del mundo.

Al destruir la ira, uno se libra del pesar (“Krodham hitva na sochati”). Mientras uno esté lleno de ira u odio (Krodha), no podrá ser feliz. En este mundo las personas llevan a cabo todo tipo de sadhanas para librarse de la aflicción o la infelicidad. Sin embargo, a pesar de las penitencias, japas o sacrificios que realizan, no han podido evitar la desdicha. Esto se debe a que no han sido capaces de librarse de su odio. Ravana era una persona valerosa, con muchos talentos y habilidades. Sin embargo, como estaba lleno de odio, no pudo tener felicidad. Al albergar odio, el hombre hace que su vida sea miserable. “El hombre lleno de ira fracasa en todos sus proyectos” (dicho telugu). La ira acarrea toda clase de mala reputación.

Perseguida por la ignominia, la persona no puede alcanzar ninguna felicidad.

Conquisten los deseos y la codicia Al conquistar el deseo, uno se vuelve desprendido (“Kamam hitva nissvarthavan bhavati”). Mientras uno esté lleno de deseos, no puede tener contento. Pierde el control de sus sentidos. Está embriagado por deseos insaciables. No cabe duda de que el hombre no puede evitar los deseos. Sin embargo, debería haber un límite para ellos. Los deseos ilimitados solo pueden dar por resultado la ruina. La prosperidad eludirá a quien esté dominado por los deseos.

En el instante en que el hombre pueda controlar sus deseos, todas las cosas vendrán a él espontáneamente.

Al conquistar la codicia, el hombre obtiene felicidad (“Lobham hitva suki bhavati”). La codicia es otra causa de la miseria humana.

Aleja al hombre de todo tipo de felicidad: material, intelectual o espiritual. La codicia fue lo que impidió que Duryodhana y Dusasana sintieran felicidad a pesar de su riqueza y poder. Por lo tanto, las personas deben eliminar la codicia de sus corazones.

¿Cómo lo lograrán? Cuando cultiven el espíritu de sacrificio (Thyaga), la codicia desaparecerá. En los corazones llenos de codicia, no hay lugar para la dicha. No pueden llenar un vaso con leche si está lleno de agua. Primero vacíen el vaso y luego llénenlo con la leche. Del mismo modo, líbrense de la codicia y llenen sus corazones con Thyaga. “En una mente llena de malos pensamientos, no hay lugar para los buenos pensamientos” (dicho telugu).

¡Encarnaciones del Amor!, observen que el rápido paso de los años está consumiendo el tiempo de vida del hombre con la rapidez con que un iceberg se derrite. El final llega incluso antes de que el hombre tome conciencia de su papel en la vida. Sería una lástima que la vida humana se desperdiciara de este modo.

El Uno eligió volverse muchos El hombre sufre de numerosos males porque no ha comprendido el propósito de la vida. Primero tiene que entender que Dios es uno, sin importar el nombre o la forma en que se adore a lo Divino.

El Uno eligió volverse muchos. “Dios es uno. Los sabios lo aclaman por muchos nombres”, declaran los Vedas. La imaginación de los observadores es la razón de la aparente multiplicidad de lo Divino.

El sol es solo uno, pero sus reflejos aparecen en innumerables recipientes.

Del mismo modo, Dios está presente en los corazones de diferentes seres de variadas formas y naturalezas.

Para el ser individual, el cuerpo es como un automóvil (o un templo).

Las diferentes partes del cuerpo poseen distintas funciones al igual que las diversas partes de un auto. Los cuatro objetivos de la vida –Rectitud, riqueza, cumplimiento de los deseos y Liberación (Dharma, Artha, Kama y Moksha)– son como las cuatro ruedas. Las ruedas tienen que estar llenas del aire de la fe (Vishvasam), sin el cual no podrán girar. Pueden moverse solo cuando son dirigidas correctamente. La mente es la que decide la dirección. Para que la mente funcione, hay que encender el interruptor del Budhi. El estómago es el motor del auto humano. El alimento que consumen es la gasolina. La Divinidad es el conductor en el cuerpo. Es el Ser (Atma) presente en todos. Cuando uno comprenda esto, podrá alcanzar el destino de la existencia humana.

Todas las potencias presentes en el mundo externo están presentes en el hombre. Las sustancias materiales que constituyen el cuerpo humano tienen muy poco valor. Sin embargo, vean cuán valioso es el cuerpo humano en sí. Para animar al cuerpo físico, se necesita un poder vibrante. Ese poder de vibración se deriva de la Fuerza Vital (Prana). Todas las actividades del cuerpo son posibles gracias a esta Fuerza Vital, que obtiene su vibración (o vitalidad) de una fuente superior: el poder espiritual de radiación. Los términos Bhur, Bhuvah y Suvah en el Gayatri Mantra simbolizan estas tres potencias. Al pasar por alto estas profundas verdades, los hombres malgastan sus energías y se dedican a búsquedas sin sentido.

Las personas deberían establecer la relación correcta con Dios.

Esto significa que los ejercicios espirituales, como cantar los nombres del Señor o meditar en Dios, no deberían ser verbales o mecánicos, sino que tienen que provenir del corazón. Ravana era un adorador de Shiva, pero realizaba una adoración formal. No tenía su corazón puesto en ella. Por eso continuó siendo un Rakshasa.

Puede decirse que aquellos que hoy cantan el nombre del Señor sin poner su corazón en ello pertenecen al linaje de Ravana.

Cómo orar Las personas deben orarle a Dios con Amor a Dios y no para obtener favores triviales o beneficios materiales. Deben buscar a lo Divino internamente, no en los objetos externos.

Los devotos deberían esforzarse por transformar sus corazones y sus mentes para renunciar por completo a los objetos mundanos y sumergirse en Dios. Dios valora sus sentimientos y no, sus acciones físicas. Hagan que el nombre del Señor sea el acicate para controlar la mente, que tiende a comportarse como un elefante en celo.

Los hombres deben tratar de llevar vidas ideales al servicio de la sociedad. Por sobre todo, deben actuar según los dictados de su conciencia. Debe haber armonía de pensamiento, palabra y acción en todo momento.

Cuando las Padukas son adoradas, los pensamientos deben estar concentrados en los Pies del Señor. Bharata es el ejemplo supremo de alguien que adoró las Padukas de Rama con tal devoción.

Se estableció en una ermita fuera de Ayodhya, y adoró las Padukas de Rama con tal concentración durante catorce años, que su mente se fundió en los Pies de Loto de Rama. Él se identificó totalmente con Rama y le dedicó cada momento.

Desarrollen una concentración firme Los devotos deberían desarrollar una concentración firme. No es necesario ir en busca de Dios, que es omnipresente. Si los devotos desarrollan una visión llena de amor (Prema netra), podrán tener la visión de lo Divino dentro de sí.

Así como ninguna semilla puede germinar sin lluvia, y sin semillas ninguna lluvia puede producir una cosecha, el devoto debe sembrar las semillas del canto del nombre del Señor (Nama-smarana) y desarrollar devoción con la ayuda de la lluvia de la gracia Divina. Esta fue la oración de las Gopikas a Krishna: que derramara sobre sus corazones resecos el flujo de amor de Su flauta. Las Gopikas le rogaron a Krishna que tocara Su flauta de tal modo que la esencia de los Vedas fluyera de ella en forma de música melodiosa.

(Bhagavan cantó melodiosamente una canción de las Gopikas.) Todos deberían tratar de convertir al cuerpo en una flauta para que la Divinidad toque Su música a través de ella. El cuerpo debería convertirse en un instrumento digno de tal música.

Entonces se convertirá en un medio de servicio a otros. La mejor forma de amar a Dios es amar a todos, servir a todos. Deben aprender a amar hasta a sus enemigos. Una palabra amable dirigida incluso a un enemigo puede eliminar su odio. El hombre debe perfeccionar su naturaleza a través del amor.

Cada plegaria, cada nombre usado en el japa o la adoración deberían provenir de las profundidades del corazón. Todos los nombres y mantras deberían recitarse con una comprensión total del significado de cada palabra. Algunos músicos famosos pronuncian mal las palabras en telugu de una composición musical (Kirtana) de Thyagaraja y distorsionan completamente su significado.

En la festividad de las Padukas se han colocado banderas con la palabra sánscrita Paduka escrita erróneamente Baduga. Hay que evitar pronunciar y escribir mal las palabras sánscritas.

Consideren a Dios un amigo Thyagaraja solía dirigirse a Rama, en todos sus Kirtanas, en singular. En el famoso Kirtana “Rara ma intidhaka”, invita a Rama en términos familiares a visitar su casa (después de haber recuperado la imagen de Rama del río Cauvery). La familiaridad es una expresión de su devoción por Rama.

Deben considerar a Dios un “viejo Amigo”. No hay en el mundo amigo más grande que Dios. Él sólo observa la pureza de su devoción amorosa. Consideren al universo su libro de texto y al corazón, su maestro. No será necesario buscar a Dios en ningún otro lado.

Todo lo que necesitan hacer los devotos es utilizar sus miembros y órganos de percepción para experimentar lo Divino. Tulsidas solía lamentarse diciendo que, mientras no utilizara sus miembros para experimentar a Dios, era un inválido inútil.

Ningún devoto debe permitir que su fe se debilite por ningún motivo. Lograrán la victoria enfrentando cualquier circunstancia adversa con fe en Dios.

¡Encarnaciones del Amor!, cultiven la fe intensa en Dios. Todas las demás creencias son fútiles.

Discurso pronunciado en el Salón Sai Kulwant, el 23 de septiembre de 1997.