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Discursos dados por Sai Baba

18. 12/08/63 El amor de las gopis ( pastoras )

12 de Agosto de 1963

Prasanthi Nilayam

Krishnajanmashtami

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Komperla Subbaraya Shastri habló acerca del advenimiento en la Tierra de la encarnación de Krishna y leyó extractos del Bhagavatha que describen los antecedentes de su nacimiento. Todos ustedes disfrutaron escuchándolo, aunque había muchos que escuchaban la historia por enésima vez. Y es que la historia del Señor no pierde su dulzura por mucho que se le repita.

El conocimiento (jñana), el yoga y el karma son cada uno de ellos difíciles de recorrer. Pero así como el chutney está compuesto de sal, ají y tamarindo en la proporción correcta y molidos hasta hacer una pasta, la devoción —que está formada por jñana, yoga y karma en la proporción correcta— es apetitosa para todos los paladares.

La gracia del Señor es un tema que todos aman. Es un tema al alcance de todos. El Señor puede ser llamado por cualquier nombre que les sepa dulce a su lengua, o visualizado en cualquier forma que apele a su sentido de lo maravilloso y de lo reverente. Pueden cantar acerca de él como Muruga, Ganapathi, Sarada, Jesús, Maitreyi, Shakti, o pueden llamarlo Alá, el Sin-Forma, o el Maestro de Todas las Formas. No importa. Él es todos los nombres y todas las formas. Él es el comienzo, el medio y el fin, la base, la sustancia y la fuente. Por eso, cualquier historia que traiga a su conciencia su gloria, su gracia y su belleza, seguramente les agradará.

Créanme, todos los pensamientos son impermanentes. Un pensamiento es como un círculo, como el círculo que surge al caer una piedra en la superficie tranquila de un lago. El agua se agita y el círculo la recorre hasta la más lejana orilla. Cada pensamiento actúa como la piedra en la calma de la mente: agita, produce otros pensamientos. El sendero de los grandes pensamientos multiplica estas ondas circulares y busca crear mayores agitaciones, pero el sendero del no-pensamiento intenta calmar las aguas, para que no haya agitación alguna. Preserven la calma, el nivel parejo. Mantengan lejos los pensamientos agitadores.

La concentración en el nombre y la forma de Krishna tiende a calmar las ondas de los pensamientos. Cuando E. M. Forster vino a la India, se hospedó por un tiempo con el thakore de Rajkot y cuando se dio cuenta que el thakore se dedicaba a la meditación ante la imagen de Radha-Shyam, al comienzo se preguntó qué era todo eso. El thakore no tenía ninguna necesidad que debiera ser satisfecha. ¿Por qué podría entonces estar orando? Un día, le preguntó al thakore el porqué y éste contestó que Krishna era para él la encarnación del amor, la belleza y la bienaventuranza y así, cuando él meditaba en esa forma, estaba lleno de amor, belleza y felicidad. Los sentidos, el intelecto y las emociones se purifican y clarifican si se contempla lo puro y lo espléndido.

Forster fue inducido a probar los primeros pasos y, aunque al comienzo lo encontró bastante difícil, la felicidad generada por la extraña calma lo impulsó a persistir. Encontró que la meditación era buena y útil.

Krishna tenía sólo unas pocas semanas de haber nacido cuando cierto asceta llegó a la casa de Nanda Maharaja. Yasoda sostenía al bebé en su regazo. Este incidente, por supuesto, no se encuentra en ningún libro. Soy yo quien va a contárselo. Las sirvientas corrieron hacia adentro, pues temían que el niño empezara a llorar ante la vista de aquel individuo. Sin embargo el visitante entró y Yasoda se dio cuenta de que cuando al hombre se le ordenaba salir el niño empezaba a llorar, y no así cuando aquél se acercaba. El muni se anunció como uno que había venido a ver al Krishnaparamatma, un nombre que era nuevo para toda la familia. No es de extrañar pues que el niño llorara cuando se ordenó a este distinguido visitante que se fuera. La misma Devaki había recibido la visión de Krishna como el Señor, pero éste muni había descubierto la llegada del avatar por la gracia del Todopoderoso. Fue el mismo niño quien había invitado al muni para darle su darshan.

Las respuestas que Krishna dio cuando las gopis se quejaron a su madre acerca de sus travesuras y robos de leche, mantequilla, y otras cosas, también revelan —por el significado interno que transmiten— la divina esencia que él era:

"¿Por qué bebiste la leche de la vasija que ella llevaba?".

"Ella la llevaba para ofrecérsela a Dios; quizá Dios se la haya bebido".

"¿A dónde te escapaste?".

"Yo siempre estuve contigo, ¿no es así?".

"¿Por qué sostienes ese cuenco de mantequilla?".

"Para que otros no puedan comer de él".

"¿Por qué pones tu mano dentro de ese cuenco de mantequilla?".

"Estoy buscando un becerro perdido".

Ésas eran las respuestas con las cuales él les enseñaba. Él era el Sempiterno con un nuevo traje. Sus palabras venían del comienzo del tiempo.

Así también el principio o naturaleza de Radha es profundo e inescrutable. Ella estaba siempre en la contemplación del Señor y de su gloria. Ella también veía al niño Krishna como a la manifestación divina, separada de la forma humana.

Un día Yasoda buscaba a Krishna, que se había perdido: lo buscó por todas partes y finalmente fue a la casa de Radha. Radha simplemente cerró los ojos y meditó sobre Krishna durante un rato y cuando ella dijo "Krishna", repentinamente él estaba ahí. Entonces, Yasoda derramó lágrimas de alegría y dijo: "Yo amo a Krishna como una madre; tengo cierto sentido de egoísmo de que él es mi hijo y de que debo salvarlo de daños y buscar darle guía y protección. En cambio, tu amor es puro; no tiene ningún egoísmo en él".

Las gopis tenían ese tipo de amor centrado en un solo punto, inquebrantable, claro, puro. La relación entre las gopis y Krishna, tal como se describe en el Bhagavatha, ha sido desgraciadamente juzgada por personas que no han regulado y controlado sus pensamientos. Este tema está más allá de la comprensión de tales personas. Sólo los que practican el celibato del tipo más ardiente y ascético como Sukamaharshi, quien describió estos hechos a Parikshit y, en años recientes, Ramakrishna Pararnahamsa, pueden apreciar esa relación y pronunciarse acerca de su unidad. Todos los demás son aptos de ver en ella sólo el reflejo de sus propias fallas y de sus propios sentimientos; el lenguaje del mundo de los sentidos es el único que conocen; las regiones de Thuriya, más allá de las regiones de la vigilia, de la ensoñación y del sueño profundo, a las cuales estas vivencias se refieren, no están dentro de su alcance. De modo que arrastran al sujeto hasta su propio nivel y pretenden que han dominado su misterio.

Pero para aprehender el significado de esta relación es necesario usar el ojo interno, los sentidos internos. Oruganty demostró que esto ha escapado a la mayoría de los intérpretes, pues está muy estrechamente aliado a la experiencia no dualística del samadhi inconciente (nirvikalpa samadhi). Si la interpretación ha de ser correcta, la mente debe ser la maestra, no la esclava de los sentidos. Los pensamientos, deseos, acciones y sentimientos han de ser todos purificados del anhelo por el fruto. El egoísmo también tendrá que perder su garra sobre el intérprete, como en el caso de las gopis. Un amor por el Señor como el que tenían las gopis debe hacer al hombre fuerte, no débil. Las gopis no fueron debilitadas por su amor, sino que se volvieron fuertes. Ramakrishna también exhortaba a sus discípulos, ,como Narendranath, a que se hicieran fuertes con el cultivo del amor por el Señor.

Cada paso que den hacia el Señor les hará abandonar poco a poco todo apego por el mundo. ¿Cómo podían entonces retener las gopis su conciencia física? Dhruva fue a la selva para obtener del Señor la dádiva de sentarse en el regazo de su padre, un deseo muy ordinario, de un tipo claramente terrenal. Pero, a medida que avanzaba en sus prácticas, ese deseo desapareció de su mente y ésta se elevó hasta grandes alturas espirituales. ¿Cómo puede aquel que ha probado la ambrosía (amrita) desear beber agua? ¿o conformarse con comer tamarindo después de probar dátiles? Cada deseo será sublimado a los reinos más altos de conciencia pura tan pronto como se emprenda el camino espiritual.

Y luego, ¿quiénes son esas gopis, de acuerdo con el mismo Bhagavatha? Son los dioses que querían compartir la gloria del avatar y que bajaron al mundo como testigos y participantes en el juego divino. Vinieron para un fin. No son simple gente del pueblo que pueda tratarse como un grupo de mujeres voluptuosas. Ellas veían a la Divinidad en cada gesto y cada paso, en cada palabra y frase de Krishna. No tenían ocasión de agitarse por pensamientos mundanos; todos sus pensamientos eran despertados por impulsos y dictados de la Divinidad. Al igual que una lupa que atrapa los rayos del sol y los dirige todos a un solo punto, concentrando así el calor en ese punto y provocando fuego en él, los corazones de las gopis reunieron todos los sentimientos, los concretaron y obtuvieron la iluminación y la flama, la cual quemó todas las impurezas; la iluminación reveló la verdad. Todas las demás interpretaciones deben atribuirse a la ignorancia o a la erudición, al pomposo orgullo que dan los conocimientos adquiridos sólo en los libros, que menosprecia el ejercicio de la disciplina.

Krishna fue condenado como un ladronzuelo al haber robado mantequilla a las gopis; pero la mantequilla simboliza la devoción del corazón que se logra después del proceso del batido. Se trata, pues, de un símbolo que ha sido tomado literalmente por una verdad. Él es ladrón de corazones. Un ladrón roba por la noche, en la oscuridad, sin despertar al amo; pero este ladrón, cuando roba, sorprende al amo. Lo despierta y le dice que él ha venido, y la víctima queda sumamente feliz y satisfecha.

Cada gopi tiene en su corazón la más alta clase de devoción. Ellas veían a Krishna por donde fuera que voltearan; llevaban en su frente un punto de kumkum azul a fin de que les recordara a Krishna. Muchos de los esposos de aquellas pastoras protestaron contra el color del kumkum, pero no se atrevieron a borrarlo, pues tenían temor a que fuera a sucederles algo si cometían sacrilegio. (Aquí, Baba, que había llenado sus manos con pétalos de jazmines que había separado de las flores que le habían sido ofrendadas, hizo caer los pétalos de una palma a la otra en una cascada dé gemas azules). Y las gemas que las gopis preferían eran de este tipo, azules como Krishna. (Él mostró al asombrado público reunido las gemas a que se refería. Cada gema tenía dentro, claramente visible, la forma de Krishna).

Luego tenemos a Suguna, otra gopi. Un día, cuando Krishna estaba con Sathyabhama, pretendió sentir un fuerte dolor de estómago y a pesar de todos los remedios que Sathyabhama dio a probar al Señor, no podía aliviarlo. Por supuesto, todo esto era pura actuación; una soberbia actuación, como el ataque de parálisis que tuve recientemente durante toda una semana antes del día de Gurú Purnima: ni siquiera dejó entrar a la casa a Rukmini que venía a informarse de su salud. Pero Rukmini había encontrado a Suguna, que permanecía junto a la puerta en gran agonía por la enfermedad del Señor. Rukmini le dio a la gopi lo que traía y le pidió que entrara en su lugar. Krishna dio la bienvenida a Suguna y la instó a que se sentara a sus pies; luego comió de las frutas que habían sido cogidas del propio jardín de Sathyabhama y, de repente, el dolor desapareció. Fue su agonía por el estado del Señor, su sincera devoción, lo que había sido tan efectivo.

No debe haber ningún artificio en su apego por el Señor, ninguna ostentación, ningún orgullo, ningún egoísmo que pueda manchar la frescura de la flor que ustedes ofrecen.

Sathyabhama protestó cuando Krishna aceptó las frutas, pues él las había puesto a un lado diciendo que no sabían a nada cuando ella misma se las había ofrecido como el precioso producto de su asiduo esfuerzo en el jardín. No sabían a nada, puesto que su orgullo había entrado en ellas. Ahora, cuando la simple gopi las recogió y saturó de su devoción, se volvieron sabrosas y atractivas para el Señor, que se rinde más a la sustancia que a la apariencia.

El único amor que no permitirá que el orgullo y la envidia interfieran con su pureza es el amor hacia Dios. Sé que muchos de ustedes, que saben que he estado tomando sólo una taza de leche cortada cada día en los últimos dos meses, están realmente desconsolados, aun cuando yo les dije que ningún trabajo u obra mía puede ser detenida o demorada como resultado de lo que llaman mi "reducido alimento". Es una señal de su amor pero, en realidad, yo sólo vivo de bienaventuranza, no de este alimento mortal. Quiero que ustedes se den cuenta y comprendan esto y cesen de preocuparse o de llorar.