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Discursos dados por Sai Baba

88 31/08/96 Sigue el camino de la verdad y la sabiduría

31 de Agosto de 1996

Salón Sai Kulwant, Prasanthi Nilayam

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El estudio de los Vedas y las Escrituras no puede rasgar el velo de ignorancia que cubre a la mente humana. Dios está de un lado del velo, mientras que Jiva está del otro lado. La causa está de un lado, y el efecto está del otro.

(Poema en telugu)

EL APEGO AL CUERPO ES LA CAUSA DE LOS SUFRIMIENTOS DEL SER HUMANO

Dios creó las montañas, ríos, selvas, colinas y montículos. De la misma manera creó a todos los seres vivientes, desde la diminuta hormiga hasta el enorme elefante. Él también creó todos los objetos que son necesarios para el funcionamiento de la Creación. Sin embargo, no estuvo satisfecho.

Dios creó al ser humano a Su propia imagen

Habiendo creado todo esto, Él Se preguntó quién había en esta Creación que derivara felicidad del ver las majestuosas montañas, hermosos ríos y encantadoras florestas; y qué valor tenía la Creación entera, si no había nadie que derivara felicidad de ella. Fue entonces que decidió crear al ser humano, quien podría usar su capacidad de intelecto y discernimiento para distinguir entre lo eterno y lo efímero, y experimentar felicidad a partir de los objetos de Su creación. Solo el ser humano tiene la capacidad de derivar felicidad de la Creación, y compartir su felicidad con los demás.

Sin seres humanos, la Creación entera carecería de valor. Por lo tanto, Él determinó Ekoham Bahusyam (el Uno determinó convertirse en muchos), y creó al ser humano a Su propia imagen, invistiéndolo con Vijnana (conocimiento secular), Sujnana (conocimiento espiritual) y Prajnana (conciencia integrada constante), y con la capacidad del discernimiento, para que disfrutara de Su creación. Cuando el ser humano tuvo la visión del Creador, declaró al mundo: Vedahametam Purusham Mahantam Adityavarnam Tamasa Parastat (he visualizado al Ser Supremo, Quien brilla con la refulgencia de un millón de soles y está más allá de Tamas – la oscuridad de la ignorancia).

Inicialmente, el ser humano pensó que podría tener la visión de Dios mediante el estudio de los Vedas y las Escrituras. Se dedicó a diversas prácticas espirituales, como Japa, Tapa, Dhyana y Archana (cánticos, austeridades, meditación y adoración) para tener la visión de Dios. Pero no pudo tener la visión de Dios, ni experimentarle. Quedó decepcionado cuando ninguna de sus prácticas espirituales dio resultado. ¿Por qué no podía experimentar bienaventuranza efectuando todas estas prácticas espirituales? A pesar de someterse a austeridades y estudiar los Vedas y Escrituras, no lograba librarse del apego al cuerpo, que le perseguía como un espíritu maligno. Entonces comenzó a indagar acerca de la naturaleza del cuerpo, y la razón de su apego al cuerpo. Investigó de muchas maneras buscando la verdad. Finalmente llegó a la conclusión de que su cuerpo era solo un conglomerado de materia inerte, y era solo un instrumento, y que había algún Poder Divino que le hacía funcionar. Es ese Poder Divino el que hace al hombre moverse, ejecutar diversas tareas y experimentar la felicidad. Él continuó indagando dónde estaba ese Poder Divino, y de dónde venía. Estaba continuamente inmerso en este pensamiento, dondequiera que iba, hiciera lo que hiciera.

El Poder Divino confiere valor al cuerpo humano

Una vez, el filósofo griego Sócrates iba caminando por un sendero, inmerso en su indagación de la verdad. Al mismo tiempo, un oficial retirado venía en dirección opuesta. Ni Sócrates le vio, ni el oficial vio a Sócrates. Ambos iban absortos en sus pensamientos. Como ninguno de los dos vio al otro, se chocaron mutuamente. Inmediatamente el oficial retirado preguntó con ira a Sócrates: “¿Tú quien eres?” Sócrates juntó sus manos en reverencia y dijo: “Señor, eso es precisamente lo que venía pensando. Por favor, dígame quién soy”. Cuando una persona es sincera en su indagación, Dios le proveerá la oportunidad de conocer la verdad. Sócrates se sintió feliz porque sin acudir a ningún maestro ni gurú, el impulso espiritual fue despertado en él por el oficial retirado, con la pregunta “¿Tú quién eres?”. Pensó que esta era una pregunta muy importante, y comenzó a repetir “¿Quién soy?”. El oficial retirado pensó que Sócrates estaba loco, y siguió su camino sin responderle.

Pensando de este modo, cuando Sócrates entraba en un bazar vio a un cazador que llevaba en la mano un conejo al que había matado. Un comedor de carne le pregungó el precio del conejo muerto. El cazador le dijo el precio. La persona pagó el monto mencionado por el cazador, y se llevó el conejo muerto. Viendo esto, Sócrates pensó: “Un conejo muerto tiene un precio, pero nadie pagaría nada para comprar el cuerpo muerto de un ser humano. Ni siquiera preguntarían el precio de ese cuerpo”. Un animal, como el conejo, tiene cierto valor después de muerto, pero no un ser humano. Alguien puede ser un emperador o un peethadhipati (director de monasterio), pero después de su muerte, nadie estará dispuesto a conservar su cuerpo, ni siquiera por breve tiempo.

En ese momento hubo una fuerte lluvia, mientras un cadáver era llevado al sitio de cremación. Algunos solicitaron a un tendero en el camino: “Señor, por favor permítanos depositar el cadáver en la galería de su tienda, por unos momentos”. Pero el tendero negó su permiso vehementemente, diciendo: “¡No, no, llévenselo!”. Ni siquiera se preocupó por averiguar si se trataba del cuerpo de un emperador, un rico o un peethadhipati.

Por el mismo camino, un devoto iba hacia el templo, y le solicitó al mismo tendero: “Señor, si dejo mis sandalias cerca del templo, pueden ser robadas o tomadas por los perros. Por favor permítame dejarlas en la galería de su tienda”. El tendero accedió enseguida al pedido, y dijo: “Venga Ud. adentro, y déjelas aquí. Si las deja en la galería, alguien podría llevárselas”. Sócrates presenció todo esto. Allí estaba el cuerpo muerto de una persona rica, que había tenido muchos sirvientes para atenderle mientras estuvo viva. Había que observar muchas restricciones para obtener una audiencia con él. Pero ahora ni siquiera permitían que su cuerpo fuera depositado en la galería de una tienda. La piel de los animales muertos puede ser usada para hacer sandalias, pero un cuerpo humano es absolutamente inútil una vez que la vida se retira de él.

Socrates pensó: este cuerpo es inerte, y está hecho de carne, sangre y huesos. Produce orina y materia fecal malolientes. ¿Qué tiene de especial este cuerpo, para que el ser humano se vea atraído y apegado a él? En todo momento despide solo mal olor, nunca fragancia. Entonces, ¿por qué el ser humano desarrolla apego a este cuerpo? Hay algún poder oculto en él, que es la causa de que el ser humano sea atraído a este cuerpo, que por lo demás no vale la pena, y es solo una bolsa de cuero. Finalmente se dio cuenta de que en el cuerpo hay algún Poder Divino que lo gobierna. Se resolvió a indagar hasta conocer esta verdad.

Conozcan la verdad mediante la autoindagación

De manera similar, Bhrigu, hijo de Varuna, también quiso indagar acerca de la verdad de la vida humana. ¿Cuál es el aspecto más importante de la vida humana? ¿Qué es lo que hace funcionar al cuerpo? ¿Cuál es el principio de la unidad, que es el trasfondo de todo? Él comenzó a pensar: “¡Qué hermosa creación! ¿Quién es este Brahman que la ha creado? ¿Cuál es Su forma?”

Pronto su pensamiento se hizo tan intenso que llegó a ser virtualmente imposible para él soportarlo. De modo que acudió a su padre Varuna. Después de prostrarse a sus pies, le preguntó: “ Padre, ¿quién es Brahman? ¿Cuál es Su forma?” Varuna podía decirle a su hijo todo acerca de Brahman. Pero él pensaba que todos deben esforzarse por entender el principio de Brahman a través de la experiencia personal. No solo eso; cuando un padre asume el rol de gurú, no debe eliminar las él mismo las dudas de su discípulo. Eso apagaría en el discípulo el espíritu de esfuerzo propio. Por lo tanto, Varuna dijo a su hijo: “No es posible decir que Brahman es esto o lo otro. No puede ser explicado en palabras. Tú mismo tienes que indagar para conocer la verdad. Hay un poder invisible que gobierna al cuerpo. El cuerpo solo tiene valor en tanto este poder invisible esté presente en él. La presencia del poder divino le hace Sivam (auspicioso), y su ausencia le hace Savam (cadáver). ¿Cuál es la diferencia entre Sivam y Savam? Para darte cuenta de esa verdad tienes que practicar austeridades”. Diciendo esto, bendijo a su hijo y le despidió.

Según lo ordenado por su padre, Bhrigu fue a una selva y comenzó a someterse a austeridades, después de elegir un lugar adecuado. Quedó absorto en la autoindagación. Un día, se dijo: ”Todos los seres vivos en este mundo dependen del alimento. El alimento es necesario para todo ser. Este cuerpo es nutrido por el alimento. Por lo tanto, el alimento es Brahman”. Llegando a esta conclusión, se dirigió a su padre y dijo: “Padre, he llegado a saber qué es Brahman. El alimento es Brahman”. Varuna dijo con calma: “No, no, querido hijo. Haz más contemplación, practica más austeridades.” Después de someterse a austeridades durante un tiempo más, un día Bhrigu resolvió lo siguiente: “Nutrido por el alimento, el cuerpo logra crecer. Para este crecimiento, se requiere energía para digerir el alimento. ¿Qué es eso? Es la energía de Prana (el aliento vital). Por lo tanto, Prana es Brahman”. Habiendo llegado a esta conclusión, se dirigió nuevamente a su padre y dijo: “Padre, sé que Prana es Brahman”. Varuna dijo: “Ciertamente el ser humano está dotado de Prana. Pero ¿de qué le sirve? Si la mente no tiene voluntad de ingerir el alimento, puede él comerle, aunque le haya sido servido en un plato? Por lo tanto, Prana por sí solo no puede sostener al ser humano. ¡No, no, hijo! Practica austeridades y contemplación durante algún tiempo más”. Un médico pone inconsciente a un hombre administrándole anestesia antes de practicar una operación en su abdomen. Si bien ese hombre tiene Prana, no sabe lo que hace el médico con su abdomen durante el curso de la operación. De esta manera, puede lograrse que Prana quede ciego o extinto.

Después de practicar austeridades durante un tiempo más, un día Bhrigu pensó de este modo: “Sin duda el alimento es necesario, y la energía de Prana es importante. Sin embargo, es el pensamiento lo que nos impulsa a ingerir alimento. Pero el pensamiento nace en la mente. Por lo tanto, la mente es Brahman”. Bhrigu se presentó ante su padre y dijo: “Padre, ahora entiendo que la mente es Brahman”. Su padre lo llamó más cerca y le dijo: “El ser humano está dotado de la mente. Pero ¿de qué le sirve, si él carece de la capacidad de pensar? Un hombre así puede comer carbón, bosta de vaca o tierra. Un ser humano necesita la capacidad del discernimiento. Un loco también tiene mente, pero no sabe qué decir a cada quien, ni adónde ir. Por lo tanto, la mente no es realmente Brahman. No, no. Contempla más, y practica más austeridades”.

Sin demora alguna, Bhrigu comenzó una vez más a practicar austeridades. Luego de algún tiempo, pensó: “Para qué pueden servir los simples pensamientos de la mente? Lo que imparte propósito a los pensamientos es la capacidad de discernimiento”. Habiendo resuelto esto, fue nuevamente a ver a su padre, y dijo: “Padre, sé que Vijnana es Brahman”. Varuna dijo a su hijo: “Hay muchos eruditos dotados de Vijnana, Sujnana y Prajnana. Pero ¿qué beneficio deriva de ellos la sociedad? De hecho, hay Ajnana (ignorancia) superando a su Prajnana”. Bhrigu una vez más le dijo a su hijo que hiciera más contemplación y Tapas, y le despidió de nuevo con sus bendiciones.

Después de contemplar y practicar austeridades por un tiempo más, un día Bhrigu pensó de esta manera: “El alimento es fuente de nutrición, y Prana da energía. La mente genera deseos. Buddhi (el intelecto) da Viveka (sabiduría). Deber haber un resultado de todo esto. ¿Cuál es? Eso es lo que debo hallar”. Pensando así, comenzó a practicar austeridades una vez más. Un día tuvo una experiencia singular. Sintió que estaba inmerso en un mar de bienaventuranza, y permaneció continuamente en ese dichoso estado.

Varuna acudió en busca de su hijo, y le halló en un lugar de la selva, en el estado de Samadhi (estado supraconsciente). Supo que él estaba experimentando el puro y eterno éxtasis. Anandam Brahma (la bienaventuranza es Brahman). Siguióe su camino, seguro de que su hijo no necesitaba nada más.

Trasciendan las envolturas burdas, para experimentar la bienaventuranza

Una vez que Bhrigu hubo experimentado la suprema dicha, no tuvo deseos de nada más. De hecho, todas las prácticas espirituales son para alcanzar ese estado de bienaventuranza. Lo que actualmente experimenta la gente es solo una felicidad momentánea, no la dicha eterna que se describe como Nityananda, Yogananda, Paramananda, Satchidananda o Atmananda. Ella se puede obtener solo de Dios, y de nadie más. Dios creó al ser humano para que éste indague en la naturaleza de las cinco envolturas, y alcance finalmente Anandmaya Kosha (la envoltura de la bienaventuranza). Paso a paso, el ser humano tiene que trascender Annamaya Kosha (la envoltura del alimento), Pranamaya Kosha (la envoltura del aliento vital), Manomaya Kosha (la envoltura de la mente), y Vijnanamaya Kosha (la envoltura de la sabiduría), para alcanzar finalmente Anandamaya Kosha (la envoltura de la bienaventuranza). Pranamaya Kosha es más sutil que Annamaya Kosha; Manomaya Kosha es más sutil que Pranamaya Kosha, Vijnanamaya Kosha es más sutil que Manomaya Kosha, y Anandamaya Kosha es la más sutil de todas las Koshas, y lo impregna todo. Pero lamentablemente, hoy el ser humano ha olvidado su dichosa naturaleza innata, y avanza en dirección inversa, es decir que del estado de Anandamaya ha pasado a Vijnanamaya, de Vijnanamaya a Manomaya, de Manomaya a Pranamaya, y finalmente de Pranamaya ha alcanzado a Annamaya, y allí se ha quedado. Le da a su cuerpo la máxima importancia. Dios creó al ser humano para que pudiera alcanzar el supremo estado de Brahman. Contrariando la voluntad de Dios, hoy el ser humano se ha degenerado al más bajo estado de la existencia.

¿Qué necesidad hay de la educación, para conocer la naturaleza del cuerpo? ¿Es necesario un espejo para ver la pulsera que tenemos en el brazo? Para tener la visión de Dios se requieren prácticas espirituales, pero no para conocer la naturaleza del cuerpo. Este cuerpo es como un instrumento. Pero ustedes centran toda su atención en este instrumento, olvidando al residente dentro del mismo. ¿Cuánto duran los placeres físicos? He aquí un pequeño ejemplo. Cuando tienen hambre, ustedes van a la cantina. Pagan seis rupias y comen tres chapatis. Están contentos y satisfechos, por haber saciado su hambre. Pero ¿cuánto durará esa felicidad? Sentirán hambre de nuevo al cabo de dos horas. ¡Cuánto “aceite y gasolina” consume la máquina del cuerpo humano! Si usan este cuerpo simplemente como una máquina, ¿por qué deberían desarrollar tanto apego al mismo? Deben trascender el apego al cuerpo.

Practiquen las enseñanzas expuestas en los Textos Sagrados

La mente humana es muy poderosa, y al mismo tiempo altamente caprichosa. Incluso el gran guerrero Arjuna fue incapaz de soportar los desvaríos de la mente. Le dijo al Señor Krishna: “Chanchalam Hi Manah Krishna Pramathi Balavadrudham (esta mente es muy inestable, turbulenta y poderosa). Oh, Krishna, ¡cómo podría yo describir el poder y los caprichos de la mente! No se queda quieta ni por un momento. Hasta un mono puede tener quietud, pero no la mente”. La mente es sumamente poderosa, peligrosa y difícil de controlar. Tal es la naturaleza de la mente. Es debido a la influencia de la mente que el ser humano está sometido a dificultades, penurias, pruebas y adversidades. Son los caprichos de la mente los que causan inquietud y hacen caótica la vida del ser humano, haciéndolo terminar en un manicomio. Los estudiantes se lo pasan estudiando cantidades de libros, pero también deben conocer el propósito de sus estudios. Si alguien les obsequia a ustedes un ejemplar del Bhagavad Gita, lo reciben con reverencia, y lo apoyan sobre la cabeza y el corazón. Comienzan a efectuar diariamente Parayana (lectura ceremonial) del Bhagavad Gita, comenzando por la primera sloka (estrofa):

Dharmakshetre Kurukshetre Samaveta Yuyutsava,

Mamaka Pandaschaiva Kimakurvata Sanjaya.

Después de hacer Parayana, ustedes ubican con gran respeto al libro en su altar, y depositan sobre él dos flores. Pero ¿de qué sirve toda esta adoración ritual, a menos que ustedes pongan en práctica las enseñanzas del Bhagavad Gita? Actualmente este es el signo de la gran ignorancia de los devotos, creyentes y personas educadas. La gente adora al papel y las palabras del Bhagavad Gita, pero no beben el néctar de bienaventuranza que resulta de la práctica de sus enseñanzas. Todos deben darse cuenta de la verdad de que todos los textos sagrados, como la Biblia, el Corán, los Vedas y Upanishads son para practicarlos, no solo para hacer Parayana. En estos días se ve al Sai Satcharitra en manos de muchos de los devotos. Ellos dicen que hacen Parayana todos los días. No hay mayor tontería que esta. ¿Acaso ese libro es solo para hacer Parayana? Es para practicarlo. Pongan en práctica lo que Shirdi Sai Baba enseña en ese libro.

He aquí un pequeño ejemplo. Una persona sufría un fuerte resfriado, con tos. Cuando acudió a un médico de la aldea, éste le sugirió que hiciera una decocción de gengibre seco, pimienta y gengibre, y la bebiera. Entonces el paciente comenzó a repetir para sus adentros: “Debo beber una decocción de gengibre seco, pimienta y gengibre”. Pero no experimentó ninguna mejoría. ¿Cómo podía mejorarse a menos que preparara la decocción y la bebiera? De la misma manera, ustedes simplemente repiten lo que está contenido en los textos sagrados, sin ponerlo en práctica. Solo cuando lo practiquen obtendrán los beneficios.

Los elementos están bajo el control de Dios

Los cinco elementos están bajo el control de Dios. Obedecen las órdenes del Creador. Pero nadie percibe esta verdad. Cuando ustedes se percaten de esta verdad, podrán librarse de todos sus problemas, en un momento. Ustedes dicen que todo está en manos de Dios, y Le ruegan que acuda a rescatarlos. Pero dudan de que Dios realmente tenga control sobre todo. En la Biblia hay un solo “Tomás el incrédulo”, pero hoy todos se han convertido en Tomás el incrédulo.

Una vez hubo en Shirdi una fuerte tormenta, y el granizo comenzó a golpear a la gente como pedradas. Todos los trabajadores y aldeanos salieron de estampida, por el miedo. Se refugiaron en templos, cobertizos y dondequiera que pudieran hallar sitio. Dwarakamai era un local muy pequeño. Allí también se agolpó la gente, ocupando cada pulgada de espacio donde se pudiera estar de pie. Todos comenzaron a rogar “Baba, por favor, sálvanos”. Así como las Gopikas y los Gopalas en el Dwapara Yuga rogaron a Krishna que les protegiera de la furiosa lluvia, la gente de Shirdi oró a Baba para que les rescatara. Baba les dijo: “Achchha, Achchha, Dekhega, Dekhega” (bien, bien, veré, veré). Luego Baba golpeó una columna, y dijo: “Oye, basta de tu terror, cálmate. Ya has exhibido demasiada ira, y todos están aterrados, y han conocido tu poder. Una vez que la gente ha reconocido tu poder, ¿con qué necesidad continúas con esto? Estás sobrepasando tus límites, cálmate”. En ese mismo momento, la tormenta se detuvo.

No es por vanagloriarme que les digo esto. Puede que lo hayan olvidado, pero traten de recordar lo ocurrido aquí hace dos días. Cuando Yo estaba por pronunciar Mi discurso, había una lluvia muy intensa, con un poderoso viento. La lluvia y el viento eran tan fuertes que comenzaron a entrar al salón. Comencé a dar Mi discurso, e inmediatamente la lluvia cesó. Después de eso, no hubo una gota más de lluvia.

Mientras Baba estuvo en Shirdi, siempre se mantuvo un fuego encendido en el Dhuni (fogón) de Dwakaramai. Los devotos acostumbraban a comprar leña afuera, y ofrendarla en el fuego, para que éste ardiera continuamente. Aspiraban a la satisfacción de ofrendar leña en el fuego sagrado. No pensaban en los pros ni contras de su acto. Una vez, llegaron unos devotos imprudentes que pusieron gran cantidad de leña en el fuego, sin pensar en cuánto se elevarían las llamas al poner tanta leña. Al rato comenzaron a alzarse grandes llamas. Al ver esto, Shyama acudió corriendo y llamó “¡Baba, Baba!”. Baba preguntó: “¿Qué, Shyama? ¿Qué ha ocurrido?” “Mira, Baba, el Dios del fuego se ha manifestado ante nosotros”, dijo Shyama. Baba replicó: “El Dios del fuego se ha manifestado, pero ¿quién está interesado en verlo aquí?”. Luego se dirigió al Dios del fuego y dijo: “¿A quién estás tratando de demostrar aquí tus proezas? Te comportas así porque no hay nadie que te de una lección. Deberías mostrar tus habilidades cuando y donde se requieran. ¿Por qué exhibes tu poder ahora, sin necesidad?” Diciendo esto, golpeó la columna con un palo. En un momento, las furiosas llamas se apaciguaron. ¿Qué significa esto? Nada ocurre sin una causa. ¿Hay alguien tan tonto que se pare al borde del Ganga llame a todos diciendo “Vengan, vengan, les daré agua”? ¿A quién dará agua, si el río Ganga está corriendo? Debido a la influencia de la Era de Kali, la gente actúa a veces de manera tonta, sin razón. Este tipo de comportamiento también se observa en los eruditos.

Algunas personas toman agua del Ganga en sus manos y la ofrecen de vuelta al Ganga, mientras cantan “Keshavaya Namah, Madhavaya Namah, Govinda Namah”, etc. En tal práctica, ¿el agua de quién es ofrendada a quién? ¿Es acaso la propiedad del padre de ustedes, o de su abuelo o su tío, la que ofrendan? No; ustedes ofrendan al Ganga, agua del Ganga mismo. Hoy el ateísmo va en aumento porque esas prácticas rituales son efectuadas sin comprender las razones que hay detrás. Ustedes deben entender la razón tras cada acto, y ser capaces de convencer a otros, y ganar su aprecio. En esta era moderna, hasta los niños pequeños quieren conocer la razón de todo.

Hoy la gente se ve superada por la ignorancia. ¿Por qué razón? La causa principal es el apego al cuerpo. Bendito es aquel que puede transformar su apego al cuerpo en amor a Dios. Solo entonces tiene valor el hecho de ser humano. En tanto ustedes no desarrollen amor a Dios, sus vidas no tendrán siquiera el valor de un conejo muerto.

Cultiven apego al Uno Mismo

Les contaré un cuento. Los estudiantes no deben malinterpretar esto. Grandes verdades pueden ser explicadas a través de los cuentos. Narada se pasea por los tres mundos, cantando el nombre del Señor: Govinda, Damodara, Narayana. Una vez él fue a Vaikuntha y ofrendó su reverencia al Señor Narayana. El Señor Narayana le dijo que tomara asiento, y le preguntó: “Tú vagas todo el tiempo por los tres mundos. ¿Has hallado algo malo en Mi creación?” Nara dijo “Perdona, oh Señor, hay mucho de malo en Tu creación”. El Señor Narayana dijo: “¿Qué dices, Narada? A pesar de ser hijo de Brahma, hablas sin ningún sentido del discernimiento. En Mi creación no hay nada malo”. Narada dijo: “Oh, Señor, todas las mañanas las personas excretan materia fecal. ¡Qué malo es eso!” El Señor Narayana se sorprendió al oir esto. Dijo “Oh, Narada, estás equivocado al pensar que eso es malo. Tal vez lo dices por haber perdido el juicio. No es malo, es muy bueno”. Entonces Narada dijo: “Si el mismo Señor Narayana dice esto, ¿qué puedo yo decir? Pero ¿cómo puedes decir que no es algo malo sino que es bueno?” El Señor Narayana dijo: “No me lo preguntes a Mí. Pregúntale directamente al excremento humano.” ¿Qué podía hacer el pobre Narada, si el Señor Narayana le decía esto?

Obedeciendo la orden del Señor, Narada se aproximó al excremento humano. Cuando se hallaba a diez metros de distancia, éste dijo: “Oh, Narada, no te me acerques, quédate lejos”. Narada quedó pasmado al oir esto. Dijo: “De hecho, soy yo quien debería decirte esto a ti, para que te mantengas lejos de mí. ¿Cómo es que me lo dices tú a mí?”. Entonces la materia fecal replicó: “Narada, anoche yo existía en forma de sagrado yogur, leche, arroz y budín dulce. Yo era lo suficientemente buena como para ser ofrecida a Dios en calidad de Naivedyam (ofrenda de alimento). Pero hoy he llegado a este estado, por haberme relacionado tan solo una vez con un ser humano. ¿Cuál será mi destino si tengo contacto con un ser humano una vez más?”.

Luego, el Señor Narayana explicó a Narada: “Lo que percibes como malo en esta creación, es tan solo reacción, reflejo y resonancia de lo que hace el ser humano. De hecho, Dios no ha creado nada malo.” Todo depende de con quién te relaciones. Dime con quién andas, y te diré lo que eres. Te conviertes en el tipo de persona con la cual te relacionas. Si pones en un frasco conservas de mango o de gongura , se mantendrá buena durante más de un año. Pero si pones las mismas conservas en este “frasco” del cuerpo humano, para la tarde ya se habrán echado a perder. No solo eso. Habrán visto ustedes el molino de harina. Si en él ponen trigo, de él sale harina de trigo. Si ponen arroz, de él sale harina de arroz. Si ponen lentejas, será harina de lentejas lo que salga de él. Pero si ponen un dulce laddu en un cuerpo humano, lo que sale de él son excrementos malolientes. Por lo tanto, deben tratar a este cuerpo humano con un sentimiento de desapego. El cuerpo humano está por debajo de un molino de harina o un frasco.

Siendo este el caso, ¿por qué es importante el cuerpo humano? Es porque el Atma impregna a este cuerpo, de pies a cabeza. Deho Devalaya Proktho Jivo Deva Sanathana (el cuerpo es un templo, y el morador es Dios.). Ustedes deben considerar a este cuerpo como el templo de Dios. ¿Para qué desearían un templo que no tenga a Dios en su interior? Piensen siempre que Dios está presente en este templo del cuerpo, y que todo lo que ustedes hacen es una ofrenda para Él. Solo cuando desarrollen estos sagrados sentimientos serán santificados sus cuerpos, mentes, intelectos, Chitta (conciencia), sentidos y Antahkarana (psiquis interior). Por lo tanto, transformen su Dehabhimana (apego al cuerpo) en Daivabhimana (apego al Uno Mismo). Este es el auténtico Sadahana. Sin el cultivo de Atmabhimana, no tiene objeto hacer cualquier otro Sadhana. La gente dice “Cantamos bhajans”. En tanto ustedes no hayan alcanzado el estado de Atmabhimana, todas estas prácticas espirituales son esenciales.

Ustedes plantan un retoño de mango, de buena calidad. Al cabo de cierto tiempo, éste produce mangos verdes. En tanto que los mangos estén verdes, tendrán sabor ácido. Solo cuando hayan madurado serán dulces y sabrosos. De la misma manera, cuando ustedes logren el estado de madurez en su Sadhana, desarrollarán Atmabhava (sentimiento átmico). Mientras no hayan alcanzado ese estado de beatitud, cumplan con sus deberes, sin olvidar la meta. Recuérdense siempre a sí mismos que tienen que llegar a esa meta. Desapéguense gradualmente del cuerpo, y cultiven el apego al Uno Mismo. Solo entonces podrán experimentar la bienaventuranza eterna. Prosigan en este camino de verdad y sabiduría, y sumérjanse en la bienaventuranza divina.

(Bhagavan concluyó Su discurso con el bhajan “Sathyam Jnanam Anantam Brahma ...”)