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Discursos dados por Sai Baba

19. 30/05/96 Denle a Dios lo que es de Él

Denle a Dios lo que es de Él

Denle a Dios lo que es de Él

30 de Mayo de 1996

Sin Sathya, Dharma, Shanthi y Prema todo el conocimiento es inútil; sin estas cuatro cualidades, toda la caridad y los actos virtuosos carecen de valor; sin estas cuatro, el valor de todas las buenas acciones equivale a cero; sin estas cuatro, el ejercicio del poder es infructuoso.

Estas cuatro cualidades son las paredes para el edificio del Antiguo Dharma.

¿Qué más puedo decirles, virtuosos estudiantes de mentes nobles?

¡Estudiantes! Hacia dondequiera que se vuelvan en el mundo, sólo verán inquietud y desorden. Casi no hay rastros de unidad, armonía y hermandad.

La inquietud y la confusión prevalecen en cada nivel, desde el individuo hasta la nación en su totalidad. Hay discordia entre un hombre y otro, entre una familia y otra, entre un pueblo y otro, entre un distrito y otro, entre una provincia y otra. Estos conflictos se deben al delirio por el poder, a los deseos insaciables y al egoísmo intenso. Además, el aumento de la inquietud y el caos en la sociedad también se deben a la debilidad del gobierno, a la declinación de la Verdad y la Rectitud y a que la gente en conjunto ha dejado de cumplir con sus respectivas obligaciones.

Todos hablan acerca de la presencia de lo Divino, que es la encarnación de la Verdad y la Rectitud. Las personas hablan sobre la omnipresencia y la omnisciencia de Dios. Pero a pocos les interesa comprender qué significa esto, experimentarlo y vivir conforme a ello. Unas pocas gotas de néctar sobre la lengua tendrán un efecto maravilloso, pero ¿de qué sirven barriles de néctar que permanecen intactos?

Predicar sin practicar es incompatible con la espiritualidad Hoy se pronuncian muchas conferencias sobre lo Divino como la encarnación de la Verdad y la Rectitud. ¿Cuántos tienen experiencia directa de esto? ¿Cuántos practican la Rectitud? ¿Han tratado de practicar incluso una pequeña fracción de esta enseñanza?

¿Han hecho el más mínimo intento de obtener una visión de esta Verdad? Predicar sin practicar es incompatible con la espiritualidad.

Devotos como Potharaju, Thyagaraju y Goparaju (Ramdhas) experimentaron la bienaventuranza gracias a sus austeridades espirituales. Ellos no buscaron posiciones de poder. Se contentaron con buscar la Gracia de lo Divino. Su único objetivo era ganar el amor de Dios.

Hoy, debido a la influencia de la era de Kali, hasta los buscadores espirituales están deseosos de obtener riqueza y posición, olvidan a lo Divino y llevan vidas indignas. La gente no debería orarle a Dios por una posición. Hoy los hombres malgastan cualquier cantidad de dinero en la búsqueda de placeres. Pero a duras penas gastan incluso una fracción de este dinero en caridad, buenas obras y servicio a lo Divino. Muchas personas les escatiman incluso pequeñas cantidades de dinero a las mujeres de la casa para la realización de actos de adoración con incienso, flores y frutas.

Hasta cuestionan la utilidad de tales ofrendas. Uno bien podría preguntarse qué beneficio obtienen tales personas de sus despilfarros en placeres y comodidades. Estos placeres sensuales confieren una felicidad efímera. En cambio, los actos de caridad, de bondad y sacrificio confieren beneficios Divinos.

El placer y el dolor contribuyen a la belleza de la vida El hombre debería aprender a tratar el dolor y el placer del mismo modo porque ambos contribuyen a la belleza de la vida, así como la variedad de flores en una guirnalda. La gente también debería aprender a no mofarse de las prácticas tradicionales de las personas comunes, que realizan muchos actos simples por reverencia hacia lo que consideran sagrado. Un joven que viajaba en un tren ridiculizó el acto de una aldeana simple que ofreció con devoción unas pocas monedas al río Krishna, cuando el tren pasaba por el puente. La mujer le preguntó de qué servía el dinero que él gastaba en cigarrillos, que le arruinaban la salud. Ella dijo que las pocas monedas que había arrojado al río eran una ofrenda a Krishna. Esto ocurría una vez en un camino. “Pero ¿cuánto gasta usted todos los días en fumar? ¿Qué ganará con eso, excepto un cáncer de pulmón o tuberculosis? Sin darse cuenta del grave error que está cometiendo, usted ridiculiza mi acción simple”, dijo ella.

La dedicación de Pothana a Dios La vida de Pothana, el autor inmortal del Bhagavatham Telugu, muestra la diferencia entre el poeta orientado hacia Dios y un poeta que busca los favores de gobernantes y ricos mecenas.

Una vez, el cuñado de Pothana, el poeta Shreenatha, le dijo a Pothana que si, en lugar de confiar en Shree Rama, él dedicaba su Bhagavatham al mandatario local, este último le obsequiaría tierras y propiedades que aliviarían su pobreza. Pothana declaró:

“¡Cuñado! Estás cometiendo un grave error. Nuestro verdadero protector es Rama y no algún Raja (gobernante). ¿Cuántos han recibido ayuda de estos gobernantes y por cuánto tiempo? Yo venero a mi Madre Tierra. Mi vida será redimida por mi confianza en la Madre Tierra y por mi fe en Shree Rama” (Bhagavan recitó un poema de Pothana en el cual el poeta declaraba firmemente que prefería vivir de lo que obtuviera de la tierra en lugar de ofrecer su trabajo sagrado a gobernantes injustos para obtener un plato de sopa). Pothana le dijo a Shreenatha: “Mi poema es la misma encarnación de la Diosa de la Sabiduría, Sarasvathi. Semejante trabajo debe ser ofrecido a Brahma y a nadie más. ¿Cómo puedo ofrecer un trabajo tan sagrado a gobernantes malvados?”.

A Shreenatha le desagradó la actitud de Pothana. Le comunicó los sentimientos de Pothana al gobernante local, quien también se sintió despreciado. Lleno de amargura, envió a sus esbirros a prenderle fuego a la casa de Pothana. Toda la casa se quemó, con excepción del altar donde Pothana adoraba a Rama y guardaba su Bhagavatham. Mientras el fuego ardía, Pothana le oró a Rama como el Señor de todo. Cuando una persona cree en Dios de todo corazón, no sufrirá ninguna aflicción. Con el interés puesto principalmente en los beneficios mundanos y las ganancias materiales, los hombres le oran a Dios con sus labios y no con sus corazones.

Es mejor servir con las manos que orar con los labios. Ésa fue la lección que Hanuman enseñó a Vibheeshana, cuando este último se sintió decepcionado al no haber tenido una visión de Rama.

Los hombres se dedican a obtener riqueza y posición, pero no a la búsqueda de lo Divino. Olvidan que la felicidad perdurable no puede ser obtenida mediante la riqueza, la erudición o la posición.

Sólo las buenas cualidades pueden conferir felicidad porque un hombre bueno encuentra un lugar en el corazón del Señor.

El sacrificio es la esencia del Principio de Rama Los antiguos sabios y eruditos ofrecían todo su conocimiento y erudición a Dios. No consideraban el conocimiento como un medio para adquirir riquezas. En los días de Rama todos estaban llenos de un espíritu de sacrificio. Rama estableció el ejemplo, mediante Su disposición a sacrificar el reino por la vida de exilio en la selva. Antes de partir hacia la selva, Rama regaló todas Sus posesiones personales.

El sacrificio, es la esencia del Principio de Rama. Para desarrollar el espíritu de sacrificio el primer requisito es la fe firme en Dios.

Los estudiantes deben comprender que su único verdadero amigo en todo momento es Dios. Él estará con ellos dondequiera que vayan. Nadie los acompañará como Dios. Por lo tanto, deben cultivar amor por Dios. No hay nada más grande que ese amor.

Discurso pronunciado en el Sai Ramesh Mandap, el 30-5-1996.

No hay un solo ser viviente que no posea la chispa de Amor; hasta un loco ama algo o a alguien intensamente. Sin embargo, ustedes deben reconocer a este Amor como un reflejo de Prema Svaruupa (la Encarnación del Amor), que es su realidad, el Dios que mora en el corazón de cada uno.

Sin esa fuente de Amor que burbujea en el corazón, no sentirían en absoluto el impulso de amar. Reconozcan esa fuente, confíen en ella más y más, desarrollen sus posibilidades, traten de irrigar al mundo entero con ella, quítenle todo rastro de ego, no busquen algo a cambio de ella, de aquellos hacia quienes ustedes la extiendan.

—BABA