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Discursos dados por Sai Baba

09. 16/03/93 Chaitanya y el 'paria'

Chaitanya y el ‘paria’

Chaitanya y el ‘paria’

16 de Marzo de 1993

( Bhagavan eligió como tema un episodio significativo de la vida de Chaitanya Mahaprabhu para subrayar la verdad de que el hombre piadoso debe elevarse por encima de las diferencias de casta y credo )

En una ocasión, un mendicante con ropas andrajosas, pelo desgreñado y cuerpo sucio, llegó, se paró ante el umbral de la habitación de Chaitanya y comenzó a meditar con los ojos cerrados. Al verlo, Chaitanya salió y le preguntó: “¿Quién eres? Puedes entrar”. Al oír estas suaves y dulces palabras, el mendicante abrió sus ojos y respondió con toda humildad: “Swami, no merezco entrar a tu habitación. Soy una persona despreciable perteneciente a la casta de los Chandalas (Intocables). No puedo contaminar tu sagrada residencia”. Lleno de sonrisas, Chaitanya se acercó a él y le dijo cariñosamente: “Hijo mío, jamás digas que eres bajo, despreciable o indigno. ¿Quién es bajo y quién es sagrado en esta tierra? Todos son sagrados porque el mismo Dios brilla en cada corazón. Por lo tanto, por favor entra sin ninguna vacilación”.

El poder del nombre del Señor borra todos los temores

Mientras el mendicante aún vacilaba en entrar, Chaitanya le preguntó acerca del propósito de su visita. El visitante respondió: “Swami, estoy cantando repetidamente el nombre de Dios pero siento que le falta chaitanya (poder espiritual), así como una persona en estado de coma tiene meramente vida sin ninguna conciencia. Pareciera que estoy cantando mecánicamente el nombre del Señor sin experimentar el poder de lo Divino. He venido a ti con la esperanza de que si tú me inicias en uno de los nombres del Señor, éste se cargará de potencia espiritual y yo me veré beneficiado al cantar dicho nombre”.

Chaitanya respondió: “Todos los nombres de Dios están llenos de chaitanya (poder divino). El nombre de Dios es omnipotente y auto-refulgente. Por eso, no es correcto de tu parte menospreciar la eficacia de cualquiera de los nombres del Señor. No obstante, para tu satisfacción, yo te daré Mantropadesha (la iniciación en la fórmula sagrada) como deseas. Por favor entra a la habitación”. El visitante entró lentamente a la habitación, lleno de humildad, vacilación, nerviosismo y temor; y se sentó en un rincón. Notando su incomodidad, Chaitanya le dijo suavemente: “Hijo mío, ¿por qué estás tan lleno de temor? Debes reconocer que el poder Átmico se halla tras todos los pensamientos, y abandonar el temor”.

Diciendo esto, Chaitanya se fue acercando más y más al mendicante. Al ver esto, el mendicante exclamó con aprensión: “Swami, por favor no me toques. Si lo haces, ambos seremos culpables de romper las normas tradicionales de nuestra sociedad. Lo digo particularmente porque ahora es invierno y, si tú me tocas, tendrás que tomar un baño de agua fría y eso afectará tu salud. Te he aceptado como mi Gurú (preceptor) y como, según las escrituras, el Gurú es verdaderamente Dios, yo estaré pecando contra Dios si te causo daño de algún modo. He venido para obedecer tus órdenes y recibir ayuda de ti, pero no para causarte daño en el proceso. Debido a los pecados de mi vida pasada, ahora he nacido como un intocable. No quiero cargar con más pecados permitiendo que me toques ahora”.

No hay casta para ninguno de los cinco elementos

Al oír esto, Chaitanya objetó: “¡Qué simplón que eres! Sólo estás revelando tu ignorancia al observar la condición de intocable, pasando por alto la divinidad inherente en cada ser. Dios no hace diferencias de casta y credo. No hay casta para ninguno de los cinco elementos, es decir, la tierra, el agua, el fuego, el aire y el espacio, todos los cuales han emanado de Dios. Más allá de las castas y los credos profesados por los hombres, todos comparten por igual las dádivas de la Naturaleza ofrecidas por los cinco elementos. Por lo tanto, no hay necesidad de observar tales diferencias de casta y credo. Acércate más a mí”.

No obstante, el mendicante no podía abandonar su temor, porque había estado alimentando este temor desde su niñez. Esto muestra que los sentimientos tales como el temor, el amor, el odio, etcétera, se arraigan profundamente en una persona si ella los alimenta por largo tiempo desde una edad temprana en su vida. Chaitanya le dijo al mendicante: “Dios jamás dota al hombre de temor. Es la propia debilidad la que promueve el temor, debido a alguna imperfección en uno mismo. Quien no ha cometido ningún acto malo o impropio no tendrá ningún temor y por ende no necesitará ninguna protección o seguridad. La ausencia de temor es el sello de la divinidad. Uno puede perder el temor a través de tyaga (la renunciación o el sacrificio). Por ejemplo, si tienes algo de valor contigo, hay lugar para el temor; pero si renuncias a esos objetos de valor, estarás libre del temor dondequiera que te halles, incluso en una jungla infestada de ladrones. Mi querido hijo, toma conciencia de que tu verdadera naturaleza es la absoluta falta de temor en toda circunstancia. Mantente fiel a tu naturaleza”.

El nombre del Señor santifica y transforma

Diciendo esto, Chaitanya abrazó al mendicante. Sin embargo, este último comenzó a temblar con sentimientos mezclados de bienaventuranza y temor; bienaventuranza por el abrazo de un santo tan grande como Chaitanya, y temor debido al concepto erróneo de que Chaitanya se contaminaría a causa del contacto físico con él. Él exclamó: “Oh, Swami, que mis pecados no te contaminen”. Riendo ante esta declaración, Chaitanya le dijo con firmeza: “Oh, hombre inocente, tú y yo ahora nos hemos vuelto uno. Ya no estamos separados”. Diciendo esto, Chaitanya le dio un cálido abrazo y le susurró el nombre del Señor al oído. El nombre entró directamente al corazón del anciano, y lo transformó de tal modo que él exclamó en éxtasis: “Swami, no hay nadie tan afortunado como yo. Ahora he sido santificado, me he vuelto sagrado y puro. Me he liberado de la noción equivocada de que soy sólo el cuerpo compuesto de los cinco elementos y he tomado conciencia de mi verdadera naturaleza, debido a tu gracia y a la gracia del nombre del Señor que tú me diste”.

La vida de uno se santifica al atesorar el nombre del Señor en el corazón con un sentimiento de intenso amor. En ausencia de tal amor, todas las así llamadas prácticas espirituales resultarán inútiles. Las diversas disciplinas espirituales son necesarias sólo para la purificación del corazón. Una vez que el corazón se vuelve puro, ya no son necesarios el estudio de las escrituras o las prácticas espirituales. Explicando esto, Chaitanya exhortó a su nuevo discípulo a renunciar al temor a partir de ese momento. Desde entonces, el mendicante fue conocido como Haridhasa.

La moraleja de esta historia es que deben renunciar a todas las diferencias basadas en el propio nacimiento y la posición en la vida, y recitar o cantar los nombres del Señor con intenso amor y devoción. Primero, el Nombre debe derretir el corazón del devoto; sólo entonces podrá derretir el corazón de Dios y atraer Su Gracia hacia el devoto. A Dios no le importa por cuánto tiempo y en qué formas han practicado el Sadhana (la disciplina espiritual). Lo que Él quiere es un amor sincero e intenso por Él.

--------------- fin del discurso ---------------------

El amor es la fuerza vital. El amor es el principio gobernante. Sólo cuando el precioso diamante del amor brilla en el corazón de uno, los sagrados y divinos pensamientos acerca de Dios surgirán en la mente.

- BABA


Traduccion Mercedes Wesley