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Discursos dados por Sai Baba

10. 26/03/88 La senda de Rama

La senda de Rama

La senda de Rama

26 de Marzo de 1988

No vean lo malo, no pronuncien palabras malas, no escuchen lo malo:

Tengan en la mente la imagen de los tres monos que imparten este mensaje.

No hay consejo más sabio que este.

¿Puede alguien ser un verdadero ser humano, aunque estudie minuciosamente los textos Vedánticos y se vuelva un intérprete experto de ellos, si no cultiva buenas cualidades?

Desde la Antigüedad, Bharat, al defender la espiritualidad y propagar el mensaje Divino, ha sido el preceptor de la humanidad, favoreciendo su bienestar y dando un ejemplo brillante al mundo.

“Que todos los mundos sean felices”, ha sido el principio básico que determinó la forma de vida hindú. Los antiguos gobernantes, sabios, eruditos e incluso las mujeres que fueron ejemplos de castidad llevaron vidas de renunciación y sacrificio para defender la cultura y herencia dhármica del país.

La historia del Ramayana ilustra la grandeza y el carácter sagrado de esta cultura. El Ramayana no es simplemente la historia de Rama. Rama + Ayana es Ramayana. Ayana significa “senda”. El significado interno del Ramayana es que se ha de seguir la senda mostrada por Rama.

Desde el instante del nacimiento, el hombre se dedica a diversas actividades para preservar su forma de vida y alcanzar sus objetivos. Al nacer, el hombre no tiene malas cualidades y es completamente inocente. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, debido al tipo de alimento que consume, las alteraciones en su estilo de vida y las personas con quienes se vincula, su vestimenta y sus hábitos cambian. También desarrolla gustos y aversiones.

Después de recibir “educación”, desarrolla ego y orgullo, pasión y otras cualidades malas, que lo dominan totalmente.

El hombre se vuelve esclavo de sus deseos En consecuencia, el hombre comienza a engañarse pensando que lo sabe todo y que no hay nadie mejor que él. Lleno de la arrogancia de la juventud, mira a los demás con desprecio. Sin embargo, si el hombre quiere vivir como un ser humano, tiene que vencer muchas dificultades. Tiene que superar los obstáculos que enfrenta.

Hoy los individuos parecen disfrutar sólo de los placeres derivados de los sentidos. Cada uno está lleno de distintos deseos. A medida que crece, el bullente vigor de la adultez lo vuelve testarudo.

No toma conciencia del verdadero propósito de la educación.

Ambiciona convertirse en un gran erudito, un cantante, un actor o un hombre de negocios. Queda atrapado en el confuso laberinto de los deseos. Como resultado, a pesar de su divinidad inherente, se vuelve un esclavo de sus deseos impuros y olvida su verdadero valor humano. Mientras que las aves y los animales se contentan con vivir de lo que pueden obtener, sólo el hombre tiene deseos insaciables y está lleno de codicia. Debe haber un límite para la avidez y los deseos. Cualquier exceso es dañino y tiene que evitarse.

El mensaje principal del Ramayana indica que los deseos deberían limitarse rigurosamente. Hay que santificar la vida humana controlando los sentidos, regulando la mente y utilizando el intelecto.

El ejemplo de Lakshmana Cada personaje noble del Ramayana representa un ideal para el mundo. Todos ellos son encarnaciones del Dharma. Tomen el ejemplo de Lakshmana. Valmiki ha descrito a Lakshmana de muchas formas. Lo ha llamado “El otro yo de Rama”. En el Kamba Ramayana, se habla de Lakshmana como la “segunda virtud de Rama”. Tulasidas lo llama “la mano derecha de Rama”. Rama y Lakshmana estaban inseparablemente unidos, como “Bimba y Pratimba”: uno era justamente el reflejo del otro. Por sus cualidades, su inmaculada pureza y su espíritu de sacrificio, Lakshmana es su propio ejemplo.

De acuerdo con la orden de su padre, Rama tuvo que marcharse a la selva. Lakshmana no estaba obligado a ir con él, pero haciendo el supremo sacrificio por propia voluntad, decidió acompañar a Rama. Ayanam (la senda de Rama) era la niña de nayanam (sus ojos). De este modo, Lakshmana desempeñó un papel fundamental en el Ramayana (Rama-ayana). Dejó a su madre y a su esposa, rechazó los placeres reales y eligió seguir a Rama por considerarlo la meta de su vida. Por sus excelentes cualidades y su carácter ejemplar, Lakshmana representa un ideal para el mundo.

En la selva, mientras Rama y Lakshmana iban en busca de Sita, llegaron a la montaña Rishyamuka. Allí entablaron amistad con Sugriva y Hanuman. Sugriva le entregó a Rama una bolsa con ornamentos, y le dijo que se le había caído a una mujer que viajaba en una carroza aérea. Rama le entregó los ornamentos a Lakshmana y le preguntó si podía identificar a alguno de los adornos de Sita entre ellos. Lakshmana respondió: “No puedo reconocer los brazaletes.

Tampoco, los adornos para la cabeza. Sólo puedo distinguir los brazaletes para el tobillo entre estas joyas. Son los que usaba Sita. Los reconozco porque me he postrado a sus pies todos los días durante años”.

Lakshmana veneraba a Sita como a una madre Rama vivió en Ayodhya durante doce años después de su casamiento.

Más tarde, Rama, Lakshmana y Sita pasaron trece años en la selva. Durante los 25 años pasados junto a Rama, Lakshmana no había mirado el rostro de Sita ni una vez. En ninguna parte de la historia pueden encontrar un ejemplo de alguien con el carácter de Lakshmana. Él veneraba a todas las mujeres como se venera a una madre.

Rama le indicó a Lakshmana que dejara a Sita en un bosque cercano al ashram de un sabio. Sita estaba embarazada en ese momento. Cuando Lakshmana estaba por partir, Sita le dijo:

“¡Lakshmana! Tal vez convenga que Rama me envíe al bosque para apaciguar la opinión pública. El deber de un rey es proteger a sus súbditos y gobernar de manera ejemplar. Debe evitar toda idea de ‘mío’ y ‘tuyo’, y dedicarse únicamente al bienestar de su pueblo.

La reputación de Sri Rama es mi fuente de alegría. No me aflige que Él me haya enviado al bosque. La gloria y la fama de Rama deben ser eternas. Sin embargo, tú, que eres mi cuñado, ¿cómo puedes acceder a abandonarme en este bosque? Sabes que estoy embarazada. ¿Cómo puedes ser tan cruel de dejarme sola en esta selva? Por favor, quédate conmigo al menos por un tiempo y luego podrás irte”.

La devoción de Lakshmana por Rama y Sita Lakshmana le respondió: “¡Venerada Madre! Durante todos estos años ni siquiera he visto tu rostro. A pesar de tu pureza e inocencia, has sido víctima de la calumnia de personas irreflexivas. Si ahora yo me quedara contigo, tu buen nombre estaría expuesto a la deshonra. En estas circunstancias estoy dispuesto incluso a dar mi vida por ti, pero no puedo tolerar que se manche tu reputación de ninguna manera. Además, tengo que cumplir con las órdenes de Rama. No puedo vivir ni un instante contraviniendo sus órdenes.

Rama significa todo para mí. Por lo tanto, ¡oh, Madre!, perdóname y permíteme regresar”. Lakshmana se postró a los pies de Sita y le suplicó que lo dejara partir.

De este modo, Lakshmana dedicó su vida entera a defender la gloria de Rama y Sita. Así demostró al mundo que tenía grandes cualidades.

Ahora bien, Bharata se negó a aceptar el reino que se le ofrecía, considerando a Rama la única persona digna de gobernarlo.

Bharata se dirigió a la selva para encontrarse con Rama y convencerlo de regresar a Ayodhya.

La naturaleza del Dharma Tanto Lakshmana como Bharata dedicaron todo lo que poseían a la Divinidad. No había en ellos ni un ápice de egoísmo o interés personal. Seguían la senda del Dharma de Rama (Rama-ayana).

Como todos los hermanos siguieron la senda establecida por Rama, el Ramayana justifica su título.

“Ramo Vigrahavan Dharmah” (“Rama es la misma encarnación de la rectitud”), dice Valmiki. ¿Qué es el Dharma? Hoy proliferan todo tipo de Dharmas mundanos. Cuando tratamos de descubrir qué es Vaidik Dharma (el Dharma de acuerdo con los Vedas), surgen opiniones confusas y contrarias. Se dice: “Dharayiti iti Dharmah”. “El Dharma es aquello que sostiene al mundo, aquello que protege al mundo”. Cada objeto posee ciertas cualidades únicas.

La cualidad que es la esencia vital del objeto revela su Dharma. Por ejemplo, la cualidad básica del fuego es quemar, y ese es su Dharma. Cuando el fuego pierde su capacidad de quemar, deja de ser fuego y se convierte en mero carbón. La dulzura es la cualidad inherente del azúcar. Si el azúcar pierde su dulzura, ya no es azúcar sino arena. La flor de Champaka posee la cualidad natural de exudar fragancia. Si no hay fragancia en ella, no es Champaka.

Del mismo modo, la cualidad de Ananda que fluye del corazón del hombre es su Dharma inherente. Sin embargo, hoy, a causa de los logros externos, el hombre olvida esta naturaleza inherente.

Para todos, ya sean educados o no, hay un Dharma en común:

Deben mostrar a los otros el mismo honor y la misma consideración que esperan que otros les demuestren para poder sentirse felices. No hagan a otros aquello que a ustedes les causaría dolor e infelicidad.

Actúen con los demás como les gustaría que actuaran con ustedes Esto significa que no deben causar daño a otras personas, pues no desean que les hagan daño a ustedes. Este es el Dharma natural que concierne a todas las personas en la vida mundana. No todos pueden comprender o seguir el Vaidik Dharma (las Leyes de la Religión Eterna). Por lo tanto, en la vida diaria, hay que seguir el principio simple de actuar con los otros como les gustaría que los otros actuaran con ustedes.

Sin embargo, advertimos en la mayoría de las personas, en la actualidad, un egoísmo y egocentrismo desenfrenados. Mientras que los individuos quieren ser respetados y honrados por otros, ellos mismos no muestran respeto ni consideración por los demás. El Dharma no es movimiento en una sola dirección. Implica dar y recibir.

Hoy el espíritu de sacrificio está ausente. La lección principal del Ramayana es la disposición para el sacrificio. Sólo a través de Thyaga (renunciación o sacrificio) puede uno alcanzar el Yoga (la unidad con la Divinidad). El Ramayana proclama el ideal del sacrificio.

Rama obedeció las órdenes de su padre, renunció al reino, se vistió con la corteza de un árbol y se exilió en la selva. Así acataba lo que él consideraba Ajna (un mandato divino). Él le demostró al mundo lo que significa la adhesión a la verdad.

Los peligros de desobedecer el mandato divino El Ajna es un gran precepto. Si se lo desobedece, no habrá alegría.

La transgresión del Ajna conduce a muchas penurias y dificultades.

(Algunos episodios del Ramayana señalan las graves consecuencias de desobedecer el Ajna).

Antes de dejar la ermita en busca del ciervo dorado (que era Maricha disfrazado), Rama le ordenó estrictamente a Lakshmana que no abandonara la ermita por ninguna circunstancia o situación.

Rama le dijo que no debía dejar sola a Sita, sin importar las dificultades o presiones que debiera enfrentar. Esta fue la orden de Rama a Lakshmana. Sin embargo, Lakshmana, que hasta cierto punto estaba supeditado a las flaquezas de un simple mortal, se mostró débil en su resolución. Cuando Sita oyó el grito: “¡Ah! ¡Sita! ¡Ah! ¡Lakshmana!”, dado por Maricha imitando la voz de Rama, ella instó a Lakshmana a ir inmediatamente en auxilio de Rama.

A pesar de que Lakshmana insistió en que no podía dejarla sola por orden de Rama, ella usó las palabras más duras para obligar a Lakshmana a ir en ayuda de Rama. Las palabras de Sita le causaron un profundo dolor. Incapaz de soportar sus palabras, y desobedeciendo las instrucciones de Rama, Lakshmana dejó a Sita y fue en busca de Rama. Los acontecimientos trágicos que se sucedieron —el rapto de Sita por parte de Ravana y todas las dificultades que hubo que vencer para encontrarla y rescatarla— causaron a Lakshmana una gran angustia. “¿Acaso Sita y nosotros no estamos padeciendo estas dificultades debido a que yo transgredí las órdenes de Rama?”, se lamentaba. Estos pensamientos perturbaron a Lakshmana durante toda su vida. A menudo pensaba: “Esta fue la única ocasión en que actué en contra de las órdenes de Rama”.

No obstante, hubo otra ocasión en la que él se enfrentó a un cruel dilema: seguir las órdenes de Rama o actuar en contra de ellas.

La segunda transgresión de Lakshmana Cuando Rama iba de regreso a Ayodhya, el Señor del Tiempo, Yama, se le acercó. Mientras conversaba con Yama, Rama le pidió a Lakshmana que no permitiera entrar a nadie durante su charla. Le dijo que si dejaba pasar a alguien, él (Lakshmana) perdería la cabeza.

Lakshmana era una persona valiente y resuelta. Se encontraba cuidando la puerta estrictamente cuando llegó el sabio Durvasa.

Este le dijo a Lakshmana: “Tengo que entrar con urgencia para hablar con Rama”. Lakshmana se negó firmemente a dejarlo entrar. Enfurecido con la actitud de Lakshmana, Durvasa declaró, lleno de ira: “Echaré una maldición sobre Ayodhya. Destruiré tu dinastía entera con mi maldición. Ten cuidado. ¡Oh, Lakshmana!”.

Lakshmana se estremeció al oír la amenaza furiosa del sabio.

Quedó atrapado en un profundo dilema moral. “Si dejo entrar al sabio, me cortarán la cabeza. Si no lo dejo entrar, la maldición del sabio arruinará no solo la ciudad de Ayodhya, sino también toda mi raza”.

Lakshmana no podía resignarse a la destrucción de Raghuvamsa (su dinastía). Tampoco podía soportar la idea de la destrucción de toda la gente de Ayodhya. Entonces, resolvió el dilema de este modo: “Si desobedezco las órdenes de Rama, sólo perderé mi cabeza. Pero así salvaré a mi dinastía y a la gente de Ayodhya”.

Tomó esta decisión y permitió que Durvasa entrara. Lakshmana pensó: “Será de suprema buena suerte que las manos de Rama me corten la cabeza. Seré el único que sufra. Si no cedo ante este sabio, toda mi raza quedará destruida”.

Lakshmana analizó de este modo los pros y los contras de su decisión y eligió sacrificarse a sí mismo antes que permitir que otros sufrieran.

Código de deberes El Ramayana está lleno de personajes ilustres y ejemplares.

Desafortunadamente los que hoy pronuncian discursos sobre el Ramayana le dan a este gran texto toda clase de interpretaciones.

El Ramayana indica cuál es la relación ideal entre hermanos, de qué modo los miembros de una familia deben ganarse el amor de los padres, cuál es la relación ideal entre esposo y esposa y qué deberes tiene que cumplir una persona específica en una determinada situación. Lakshmana, Bharata y Satrughna siguieron la senda de Rama y vivieron estrictamente de acuerdo con sus preceptos.

Cada familia de este país debería seguir su ejemplo. Sita estaba preparada para enfrentar todas las dificultades y para hacer cualquier sacrificio por el bien de su esposo. Ella no buscaba comodidades para sí misma. Dedicó su vida a servir a Rama.

Las consecuencias de la lujuria, el odio y la codicia El Ramayana, el Mahabharata y el Bhagavata son tres obras monumentales que señalan las consecuencias desastrosas que hay que enfrentar cuando se es víctima de Kama (la lujuria), Lobha (la codicia) o Krodha (el odio). En el Ramayana, Ravana representa la lujuria. Toda la historia del Ramayana tuvo lugar debido a la lujuria de Ravana. El advenimiento de Rama como Avatar se produjo con el propósito de destruir a Ravana.

En el Bhagavata, Hiranyakasipu es la personificación del odio:

odio hacia Hari. Él iba de aquí para allá preguntando: “¿Dónde está ese Hari? No puede haber nadie más grande que yo”. Debido a su odio por Hari, el Señor apareció en la forma de Narasimha (el Hombre-León) para destruir a Hiranyakasipu. El Señor venció al demonio del odio.

En el Mahabharata, Duryodhana simboliza la codicia, y, como resultado de ella, todo su clan fue destruido.

Ravana, Hiranyakasipu y Duryodhana son ejemplos de las consecuencias desastrosas de la lujuria, el odio y la codicia. Además de contener estas advertencias, el Ramayana, el Bhagavata y el Mahabharata explican qué es el Dharma y de qué forma uno ha de observarlo y honrarlo.

Duryodhana, cuya avaricia no conocía límites, fue a visitar a su madre, Gandhari, en la víspera de la batalla de Kurukshetra, para recibir sus bendiciones. De acuerdo con los ideales de las madres en aquellos días, Gandhari le dijo a Duryodhana: “Yato Dharmah, tato Jayah” (“Donde hay rectitud está la victoria”). No le deseó la victoria a su hijo.

Entonces Duryodhana fue a ver a su preceptor, Dronacharya, y se postró ante él. Dronacharya le dijo: “Yato Dharmah, tato Krishnah: Yato Krishnah Tato jayah” (“Donde está Krishna, está la victoria”).

El último sloka del Bhagavad Gita contiene el mismo mensaje:

“Yatra Yogesvarah-Krishno Yatra Parto Dhanurdharah Tatra Sri Vijayobhutih Dhruvanitih matih Mama” (“Donde está el Supremo Señor del Yoga, Sri Krishna, y donde está el poderoso arquero, Arjuna, se encuentra toda la prosperidad, el éxito y la justicia”).

El Ramayana relata que, antes de partir hacia la selva, Rama fue a ver a Kausalya para recibir sus bendiciones. Kausalya le dijo a Rama: “Tu Dharma te protegerá durante tu exilio en la selva”.

La grandeza de Sumitra, una madre noble Lakshmana se postró ante su madre, Sumitra. La noble dama le dijo: “Sólo el lugar donde Rama no está, es una selva. La selva en la que Rama se encuentra es tu Ayodhya. Sin Rama en Ayodhya, viviremos en la selva. Redime tu vida al servicio de Rama”.

Como en aquellos días había madres, padres y preceptores tan ilustres, los Upanishads pudieron exhortar a la gente a venerar a la madre como a Dios, al padre como a Dios, al Gurú como a Dios y al huésped como a Dios.

Las historias de vida de Rama y Krishna son verdaderos tratados de rectitud, obras sagradas. Enseñaron a la humanidad cómo sublimar la vida humana. El mensaje es claro: la vida ha de ser santificada observando la Verdad, practicando la Rectitud, expandiendo el Amor a todas partes y permaneciendo siempre en Paz.

Hoy no debería celebrarse simplemente el aniversario del nacimiento de Rama. El día en que instalen en sus corazones la senda establecida por Rama será el verdadero cumpleaños de Rama. La celebración de los días sagrados no debe significar un buen banquete.

Procuren que las enseñanzas de los Avatares se vuelvan parte de su vida. Sigan la senda marcada por ellos. Sólo entonces la celebración tendrá algún sentido. Sus vidas también serán santificadas.

Todos los estudios, las recitaciones y los discursos que se escuchen carecerán de valor si la práctica no sigue al precepto.

Sólo quienes lo sacrifican todo pueden entrar al cielo Una vez tres personas llegaron a las puertas de Svarga (el cielo). Una de ellas declaró que dominaba todas las escrituras y que, por lo tanto, las puertas debían abrirse para dejarlo pasar. Los guardianes le dijeron: “Tú sólo estás familiarizado con los textos.

No tienes experiencia práctica. Márchate”.

El segundo hombre dijo: “He realizado muchos yagas y yajnas (ritos de sacrificio y rituales)”. Los guardianes respondieron: “Tú has realizado los rituales con un objetivo egoísta. Aquí no hay lugar para ti”.

La tercera persona, un granjero, se acercó a las puertas y dijo:

“Soy un pobre granjero que tiene una choza y dos acres de tierra.

He ofrecido alimento y bebida a los transeúntes y les he dado refugio cuando fue necesario. He compartido con ellos lo poco que tenía. Este es todo el sadhana que he podido practicar”. Los guardianes dijeron: “Puedes entrar”.

La historia ilustra la verdad según la cual sólo aquellos que están preparados para sacrificar lo poco que poseen para ayudar a los necesitados tienen derecho a entrar al cielo.

Muchos han leído numerosos libros y han escuchado innumerables discursos. ¿Qué efecto han tenido? ¿Ha habido algún cambio en sus vidas? Si ellos analizaran sus vidas, descubrirían que la respuesta es negativa.

Mientras escuchan un discurso, tal vez se sientan inclinados a la renunciación. Dan la bienvenida a las enseñanzas. Sin embargo, después de unos momentos, regresan a su personalidad original.

Por lo tanto, el primer requisito es un cambio en la actitud mental.

Si no se da este cambio, serán inútiles otros cambios que puedan ocurrir. Deben transformarse las cualidades, no la vestimenta.

El Ramayana transmite un gran mensaje. Es un compendio de cualidades tales como Thyaga (renunciación), Daya (compasión), Karuna (bondad), Sahana (tolerancia) y Sanubhuti (empatía).

El cuerpo es el resultado del Karma Actualmente el hombre tiene siete tipos de ataduras: 1. Deha (el cuerpo); 2. Karma (la acción); 3. Raga (el apego); 4. Dvesha (el odio); 5. Ahamkara (el ego); 6. Aviveka (la necedad); 7. Ajñana (la ignorancia). Estos son los siete lazos que atan al hombre. ¿De dónde ha emanado la ignorancia? Es el producto de Aviveka (la falta de discernimiento). Aviveka es el resultado de Ahamkara.

El odio es la causa del ego. El apego hace que surja el odio. El apego se origina en la acción. El cuerpo es el resultado del Karma. En esta cadena de causas y efectos, el punto de partida es el Karma y la culminación es la ignorancia. ¿Cómo se termina con la ignorancia? La ignorancia es como la oscuridad. Ningún esfuerzo será suficiente para eliminarla. Sin embargo, en el instante en que se enciende una lámpara, la oscuridad desaparece.

Para disipar la ignorancia humana, la lámpara que se necesita es el Nombre Divino.

Hoy, para adquirir Jñana (la Sabiduría Superior) tienen que recurrir al Nombre de Dios. En la Era de Kali hay dos cosas de suprema importancia. Nama y Dhana (el Nombre Divino y la Caridad): Annadhanam (el don del alimento) y Harinamam (la recitación del Nombre del Señor Hari). Estos son los principales requisitos.

Si poseen estas dos cualidades básicas, ellas serán como dos alas que los llevarán al cielo.

Deseo que todos cultiven el espíritu de sacrificio y presten a sus semejantes toda la ayuda que puedan por más pequeña que sea.

Con esto los bendigo a todos.

Discurso pronunciado en el Kalyana Mantap, Brindavan, el día de Sri Rama Navami, el 26 de marzo de 1988.

No culpen al Señor por la ignorancia, necedad o perversidad que hay en ustedes. Así como el agua subterránea surge a borbotones cuando un taladro penetra en las profundidades de la tierra, toquen la fuente de la Divinidad mediante la constante repetición de Ram, Ram, Ram, Ram, y un día brotará en fresca abundancia trayendo dicha eterna.

—Baba