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Discursos dados por Sai Baba

28. 22/11/87 Espiritualicen la educación

Espiritualicen la educación

Espiritualicen la educación

22 de Noviembre de 1987

La fe en Dios ha declinado.

La reverencia está barata.

El ateísmo no tiene freno.

La estima por el gurú se ha esfumado.

La antiquísima cultura es ignorada.

El respeto por los buenos ha desaparecido.

Esta es nuestra educación hoy en día.

¡No hay nada tan sagrado sobre la tierra como el conocimiento supremo (jñana)! ¡No hay nada tan precioso en el mundo como una verdadera educación! Ella revela la divinidad que sostiene el universo y promueve el bienestar de la humanidad en los aspectos material, mental y social. Solo por medio de la educación podemos entender la creación y la verdad acerca de la humanidad.

Aquellos que comprenden la naturaleza de lo Divino pueden conocer la relación entre la naturaleza, la sociedad y el infinito potencial del hombre. En vez de estar sujeto a la naturaleza, el hombre con educación puede adquirir los conocimientos necesarios para utilizar las fuerzas de la naturaleza y, así, experimentar el Supremo Ser, la Conciencia total y la Bienaventuranza divina (Sat-Chit- Ananda).

Del Espíritu a la naturaleza En el sistema educativo actual, no hay lugar para el aspecto espiritual.

Esto no puede ser sinónimo de verdadera educación. La educación debe proceder, en primer lugar, del espíritu, y luego pasar a la naturaleza. Debe mostrar que la humanidad constituye una familia divina. La divinidad que está presente en la sociedad puede experimentarse solo a través de los individuos. Sin embargo, hoy la educación termina cuando se obtiene un título. Una verdadera educación debería capacitar a las personas para afrontar los retos de la vida y, en lo posible, para hacerlas felices.

En la actualidad los conocimientos que se adquieren se usan solo para obtener y disfrutar de comodidades materiales y placeres sensoriales.

Esta educación ha servido para cultivar ciertas habilidades intelectuales y destrezas técnicas, pero ha fallado totalmente en cuanto al desarrollo de buenas cualidades. Hoy la sociedad está inmersa en el materialismo debido a la preocupación por los placeres mundanos.

Solo aquí, en este instituto, puede observarse el énfasis en la divinidad inherente al hombre. En los viejos tiempos, cuando los alumnos terminaban el período de instrucción en el ashram del gurú y estaban a punto de comenzar su vida como dueños de casa, el preceptor les daba un mensaje de despedida que les serviría de guía para lograr el bienestar espiritual y en la sociedad. A esta ceremonia se la llama hoy “Convocación”.

Las cualidades que revelan la verdadera educación Educar no significa impartir conocimientos teóricos. Los conocimientos que se adquieren en las escuelas y colegios deberían poder usarse para servir a la sociedad y mejorar la situación de todos nuestros semejantes. El lugar de reunión de los verdaderos maestros y estudiantes tendría que rebosar de paz y orden. Por el contrario, hoy vemos que donde se reúnen los estudiantes imperan el temor y la inseguridad. La paz y el orden no se ven por ningún lado.

Esto no beneficia para nada la educación. Los estudiantes, cuyos corazones deberían ser blandos y compasivos, se han vuelto insensibles y violentos. Humildad, reverencia, compasión, paciencia, sacrificio y autocontrol son las cualidades que revelan el resultado de la verdadera educación.

La ciencia y la tecnología han hecho progresos asombrosos, pero la humanidad está cayendo en picada. Sin duda hay muchos sabios y científicos brillantes en el mundo. Pero la ciencia sola no es suficiente. Debe haber discernimiento para utilizar los descubrimientos de la ciencia para los fines correctos. La ciencia indiscriminada, la existencia humana sin disciplina, la amistad sin gratitud, la música sin melodía, una sociedad sin moral ni justicia no benefician en nada a la población.

Los científicos están haciendo maravillas en el campo de los materiales sintéticos, la electrónica, la energía atómica y la exploración del espacio. Por un lado, somos testigos de este asombroso avance de la ciencia. Por el otro, presenciamos el caos político y económico, los conflictos internos, raciales y religiosos, malestar en el interior y entre los estudiantes, lo cual indica el libre juego de fuerzas que dividen. ¿Cómo podemos explicar esta contradicción:

por un lado, adelantos científicos, y por el otro, deterioro del comportamiento humano? Ello se debe a que, junto con el aumento de los conocimientos, crece la ignorancia al mismo ritmo. ¿Cuál es la razón de esta declinación en el carácter humano y el crecimiento de la violencia y del odio?

La gente está perdiendo las ganas de vivir Hay un marcado aumento de las malas cualidades, las acciones malvadas y las actitudes crueles entre los seres humanos si lo comparamos con el pasado. Al analizar las razones de dicho aumento, vemos que este se debe al predominio sostenido de los instintos animales en el hombre. Si no fuera así, ¿cómo explicar el hecho de que, en cinco mil años de historia del ser humano, haya habido quince mil guerras? Aun ahora, los hombres no están libres del temor a la guerra. Progresivamente, estos enfrentamientos han deshumanizado a la humanidad y erosionado el respeto por los valores humanos. El miedo permanente a perder la vida en cualquier momento, en uno u otro conflicto, ejerce un efecto opresivo sobre la mente. Esto lleva a que las personas pierdan las ganas de vivir. No solo las guerras entre países son culpables de esta situación: las condiciones de vida también fomentan el temor y la inseguridad.

Los hombres son cada vez más egoístas y egocéntricos. ¿Cómo pueden estas personas obtener felicidad de la sociedad o contribuir al bienestar de sus semejantes? La gente se pelea hasta para comprar entradas para ver un filme o subirse a un autobús. Totalmente dedicados a objetivos egoístas, los hombres no muestran ningún respeto por los intereses de los demás. Cada paso que da la persona está subordinado a su propio interés. En todo lo que ve, dice o hace, solo prima su conveniencia. Esta clase de egoísmo debe eliminarse por completo entre los estudiantes.

Cada vez más personas quieren instruirse, pero no con el deseo de aprender, sino para adquirir los medios para satisfacer sus deseos. Hoy la educación no tiene nada de sagrado. Los estudiantes no son lo sufiencientemente estables. Entonces, ¿cómo pueden seguir los estudios con seriedad? Las autoridades tampoco ofrecen la ayuda o el estímulo apropiados.

Causas del fracaso del sistema educativo En el momento en que el país se independizó, había 300 millones de analfabetos. En 1983 esta cantidad había ascendido a 440 millones. El anafalbetismo aumenta día a día. ¡Para el año 2000, se prevé que esa cifra llegue a 500 millones! Aunque es cierto que hay más escuelas y que la cantidad de estudiantes inscriptos ha aumentado considerablemente, el anafalbetismo también se está incrementando, en parte debido a que una gran proporción de los alumnos de las escuelas primarias abandonan después de dos o tres años. No hay un verdadero estímulo para aprender. Además, los fondos asignados a educación, que eran del 7% en el Primer Plan, han bajado a 3,5% en el Sexto Plan. Muchas escuelas no disponen de dinero ni siquiera para pizarrones y tizas. Por otra parte, en las universidades, está resultando difícil cubrir el cargo de vicerrector debido a la falta de fondos. Como resultado, los maestros se sienten frustrados y descontentos.

Problemas como estos se multiplican en el ámbito de la educación.

Ello se debe a que las instituciones educativas dependen del gobierno. Una vez que se separen de este, los problemas se resolverán.

En el pasado, la Diosa de la Sabiduría, Sarasvati, no tenía ninguna vinculación con las autoridades en ejercicio. Hoy en día hasta Sarasvati está encadenada al gobierno. Por eso, las instituciones educativas han perdido su libertad.

El gobierno y la educación Cuando se le pregunta a un muchacho hoy en la escuela qué está haciendo, responde: “Estoy comprando mi educación” (“Chaduvu kontunnaanu”, en telugú), en vez de decir: “Estoy aprendiendo” (“Chaduvu kuntunnaanu”). Hay que pagar miles de rupias para ingresar incluso en el nivel primario. ¿Qué beneficio puede esperar el mundo de una educación recibida de esta manera? Los estudiantes no son capaces de comprender ninguno de los problemas del mundo contemporáneo, sean económicos, políticos, sociales, morales u otros. Los maestros de antes exhortaban a sus alumnos a atenerse al dicho: “Hablen la verdad” (“Satyam Vada”). Hoy la exhortación es: “¡Destruyan la Verdad!” (“Satyam Vadha”). La educación actual no brinda a los estudiantes la capacidad o el valor para afrontar los retos de la vida diaria. El ámbito educativo se ha convertido en el campo de juegos de la ignorancia.

No se puede culpar a los estudiantes por esta situación. Ellos deben prepararse para poder servir a la sociedad con una mente pura. Hoy ni siquiera sienten gratitud hacia sus padres por todos los sacrificios que estos hacen para educarlos. Los estudiantes obtienen títulos y van por allí mendigando puestos de trabajo. Deberían adquirir más bien la capacidad de ponerse de pie y valerse por sí mismos. Deberían, sobre todo, desarrollar un buen carácter y ser capaces de emprender cualquier tarea y desempeñarse adecuadamente.

Deben colocar el amor a la Madre patria por encima de todo lo demás.

Los derechos y los deberes son igualmente importantes Hoy los hombres se preocupan solo por sus derechos y no tienen en cuenta sus deberes, obligaciones y responsabilidades. Las universidades se han vuelto fábricas que producen poseedores de títulos y ya no son verdaderos centros de sabiduría. La educación debería servir para desarrollar la facultad de discriminación y fomentar el patriotismo a fin de que las personas puedan dedicarse a servir a la sociedad.

Al no sentir amor por la Madre Patria, hoy muchos prefieren los objetos importados. No debemos sentir aversión por nada, pero es esencial apreciar los productos nacionales. Estimar la patria y sus logros es un deber (dharma) sagrado. No es señal de buena educación olvidar el propio país y correr detrás de lo extranjero.

¡Estudiantes! No alcanza con obtener un título. Junto con él deben adquirir conocimientos generales y sentido común. Hay una ancha brecha entre la educación y la cultura. El saber sin cultura carece de valor. Ambos deben ir juntos.

El Taittiriya Upanishad exhorta a los estudiantes a considerar a su propio padre, madre, maestro y huésped como a Dios. Hoy los estudiantes muestran poco respeto por sus padres o por Dios. Hasta carecen de confianza en sí mismos. Entonces, ¿cómo podrán ser autosuficientes?

Los títulos académicos solos no son suficientes La educación no debería servir solamente para ganarse la vida.

Debería capacitar a las personas para llevar una vida ejemplar. El maestro adecuado es aquel que encarna el amor y le enseña al estudiante a amar a todos, a cultivar las relaciones correctas y a desarrollar cualidades humanas. Hoy en día faltan maestros que promuevan el amor y la consideración mutuos en sus estudiantes.

No necesitamos de una nueva fe o creencia, ni de un nuevo sistema de educación. Tampoco es preciso crear una nueva sociedad.

Todo lo que necesitamos son hombres y mujeres de corazón puro y amoroso. Sus corazones deben estar llenos de sentimientos sagrados.

La transformación debe efectuarse en la mente, que debe quedar bajo el control de la inteligencia (buddhi) y a la que no se permitirá correr tras sus caprichos y fantasías.

Conviértanse en ciudadanos ideales. Veneren a los mayores y respeten a todos. Lleven vidas ejemplares. Eviten el egoísmo y los intereses personales. Identifíquense con el bienestar de la sociedad y dedíquense al servicio social. Los estudiantes deben desarrollar esos nobles ideales. Deben mostrar su gratitud a aquellos que los han ayudado y ser conscientes de que es preferible la ignorancia a un conocimiento que no se usa bien. Como dice el proverbio: “Más vale un asno dócil que pueda montarse que un caballo salvaje e incontrolable”.

Transfórmense en hombres virtuosos Todos los títulos académicos, la erudición y la sabiduría carecen de valor si no tienen buenas cualidades. Cultiven las virtudes.

Hoy en día las buenas cualidades (gunamulu en telugú) quedan en el olvido y solo se exhibe la ropa buena (guddalu en telugú). Si uno viste ropa blanca, el corazón también debe ser blanco puro. El Upanishad declara: “Narayana lo impregna todo por dentro y por fuera”. Llevan ropas inmaculadas, pero adentro tienen un corazón lleno de malas cualidades. Deben convertirse en hombres virtuosos.

Actúen correctamente para cultivar las buenas cualidades.

La gente habla de la moral. La moral significa simplemente conducta correcta. Sin un buen comportamiento no puede haber moral. Una conducta moral debe manifestarse mediante el servicio prestado a los que sufren y a los indefensos. La devoción y la comprensión que están implícitas en el servicio desinteresado no pueden encontrarse en ningún otro lado. Tal vez no consigan un empleo, pero dedíquense al servicio social. Recuerden el inspirador ejemplo de Abou Ben Adhem, que amaba servir a sus semejantes y así se ganó la gracia y el amor de Dios.

Tomen conciencia del deplorable estado en que se encuentra el país. En esta situación, recordar el nombre del Señor debe ser su principal sostén. Tengan fe firme en Dios. Un animal que tenía plena fe en Dios se volvió Nandi, el Toro, el vehículo del Señor Shiva. Un mono, por repetir constantemente el nombre de Sri Rama, se convirtió en el adorable Hanuman. Prahlada, el hijo del clan de los demonios, se volvió divino por su indeclinable fe en Dios. Si puede producirse tal transformación, ¿por qué no deberían los hombres volverse verdaderamente humanos? El error está en la forma de pensar distorsionada de los seres humanos y no en la divinidad que es inherente a ellos.

Hagan que cada acto sea sagrado y tenga un sentido Santifiquen sus vidas haciendo que cada acto de la vida diaria sea sagrado y tenga un sentido determinado. Los estudiantes deben dedicarse a revitalizar la sagrada cultura de la India y a servir a la Madre Patria. Mantengan en alto la reputación del Instituto dondequiera que se encuentren. Veneren a sus padres y háganlos felices.

¡Amados estudiantes! Son flores en el jardín de Dios.

Son estrellas en el cielo de Dios.

Son seres maravillosos en el mundo de Dios.

Deben poseer la cabeza de Shankaracharya, el corazón de Buda, las manos del rey Janaka.

Así serán hombres perfectos.

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Discurso pronunciado en la Sexta Convocación, en el Auditorio Purnachandra, el 22 de noviembre de 1987.