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Discursos dados por Sai Baba

01. 02/01/87 El amoroso servicio para siempre

El amoroso servicio para siempre

El amoroso servicio para siempre

2 de Enero de 1987

El Sanatana Dharma, la Religión Eterna, que es la base de la cultura de la India, es la esencia de las lecciones enunciadas en todos los textos védicos. Ese Dharma o religión es la fuente y el origen de varios sistemas de filosofía, códigos de moralidad y hasta de las diferentes formas y corrientes literarias. Por esos medios, este Dharma ha enseñado que el hombre no puede vivir en paz hasta que no sepa lo que debe saber, no deseche lo que debe desechar, y no alcance la meta que debe alcanzar. La palabra veda significa “estar consciente”, “conocimiento”, “discriminación”. Los cuatro Vedas nos enseñan quiénes y qué somos realmente y cómo estamos relacionados con el mundo que nos rodea. Este es el enorme don que nos ofrecen los Vedas. Es el objetivo de toda indagación, la meta de toda búsqueda científica.

El conocimiento tiene su consumación en el descubrimiento de la verdad, de la verdad que sobrevive al pasado, presente y futuro sin resultar afectada. “La verdad y la sabiduría espiritual son eternas” (“Satyam Jñanam Anantam”). Son eternas e ilimitadas. Los Vedas son las expresiones verbales de ambas. Considerar los Vedas literatura o poesía es desvalorizarlos. El propósito de los himnos védicos no es la adoración ritual. Han sido creados por los sabios para ayudar, para que se practiquen y experimenten. Los sabios habían reconocido este factor, y por eso es que los Vedas han sobrevivido sin modificaciones hasta hoy. Su práctica se transformó en rituales o sacrificios (yajñas). Sus oraciones se volvieron cantos.

Las tres herramientas para la toma de conciencia El habla, la mente y el aliento son tres valiosos instrumentos para la adoración y la toma de conciencia de la verdad y del conocimiento.

Entre los Vedas, el Rig Veda destaca el habla; el Yajur Veda destaca la mente; y el Sama Veda, el aliento. De la misma forma en que estos tres elementos están presentes en el mundo, los tres Vedas revelan el triple principio cósmico que es la realidad de cada átomo del universo. Lo hacen en lenguaje sencillo, usando símiles y metáforas fácilmente comprensibles. Los Vedas prescriben las ceremonias, ritos, rituales y acciones necesarios para la prosperidad y el progreso de la humanidad, ahora y para siempre.

El cuerpo necesita un segundo principio para que lo guíe, pero este principio, el Atma o Espíritu Eterno, es el Uno sin segundo.

Cuando la atención es desviada del “complejo cuerpo-mente-sentidos”, el esplendor del Atma se vuelve más y más brillante. El cuerpo quiere agarrar y poseer; el Atma busca dar y derramar luz, amor y gracia. El apego al vehículo (upadhi) o cuerpo es el mayor obstáculo para la comunión con la divinidad (samadhi), que es la meta última de un aspirante espiritual. La sabiduría se manifiesta cuando el hombre toma conciencia de que el cuerpo que él consideraba suyo es solo una habitación temporaria y una carga que él asumió por pura ignorancia.

El secreto de la inacción en la acción La actividad encuentra su culminación cuando se manifiesta la sabiduría. La actividad santificada (karma) es el camino por el cual se alcanza la sabiduría espiritual (jñana). Y la sabiduría en acción es el más alto karma. La actividad digna debe traer como resultado la purificación de la mente. Por lo tanto, nadie, ni siquiera un recluso o un monje, puede desistir de hacer buenas acciones. Estas acciones deben originarse espontáneamente y no deben dejar ningún rastro de orgullo en la mente. Tampoco debe existir apego alguno hacia el resultado de la acción, que lleve a experimentar ansias de reclamarlo para uno mismo. La renuncia debe ser la única fuente de alegría. El autosacrificio (tyaga) es el verdadero disfrute (bhoga) que debe tener el asceta (samnyasin). El Gita recomienda la “inacción en la acción” y afirma que la “inacción es la acción más provechosa” para aquellos que se esfuerzan por alcanzar la paz suprema.

Esta actitud es llamada “karma samnyasa” o no apego a la acción.

Por lo general, la acción o actividad está asociada únicamente al cuerpo, pero la mente también está ocupada con el mundo. Sólo el Atma es el testigo desafectado. De modo que el secreto de la “inacción en la acción” está en refugiarse en el Atma y en reconocer a todos los seres vivientes como fundamentalmente Atma.

El sabio actúa únicamente para promover la paz y la buena voluntad en la comunidad humana sin considerar el yo y lo mío. El ego se ha ido enraizando en el hombre durante incontables vidas anteriores. Crece rápidamente en esta vida también, buscando el placer de los sentidos, muchas posesiones, el aplauso y el reconocimiento, la autoridad sobre los otros, la fama y la fortuna. Puede ser eliminado sólo si realizamos una inexorable indagación en nuestra Realidad.

La Realidad inherente a todos Un árbol tiene el tronco cubierto de corteza y miles de raíces para alimentarlo y mantenerlo firme. Sus ramas se expanden en todas las direcciones, y a su vez se van dividiendo en ramitas. Tiene millones de hojas, que respiran y obtienen energía del sol. Se realiza atrayendo abejas para fertilizar las flores y convertirlas en semillas.

Toda esta variedad de color, fragancia, sabor, suavidad, fuerza, resistencia y ternura ha emanado de una sola semilla. Del mismo modo, toda la creación ha emanado de Dios. Esta es la Realidad inherente a todos. “Tú eres Aquello”. Mantengan esta fe.

Piensen en un río que se funde en el océano. Las aguas del océano se elevan en forma de vapor cuando reciben el calor del sol y forman nubes, que caen como gotas de lluvia. Cada gota tiene dentro de sí el anhelo de regresar al océano del cual ha salido. Pero el sentimiento de individualidad se sobrepone al anhelo. Las gotas de lluvia se acumulan, caen y fluyen como arroyuelos y corrientes que crecen y se vuelven tributarios de ríos que inundan las llanuras.

Finalmente, el río se funde en el océano y pierde su nombre, su forma y sus atributos. A pesar de todas las modificaciones sufridas en el viaje del océano al océano, el agua sigue siendo agua en el vapor, la nube, la lluvia y el río. Los nombres, formas y cualidades cambian, pero la esencia permanece inmutable. El hombre también emerge del océano de la divinidad, y su destino es fundirse en ella. Esta es la verdad. Esta es la Realidad. “Tú eres Aquello”. Mantengan esta fe firme.

Tomen un trozo de sal y déjenlo caer en una taza de agua. La sal se disolverá pronto y desaparecerá, aunque sabemos que existe en cada gota. El trozo no puede recuperarse, pero podemos asegurarnos de su presencia probando el agua. Dios está presente en todas partes, aunque invisible. Pero Él puede ser reconocido por el sabor. Ustedes son el sabor, la gotita divina. Esta es la Verdad.

“Tú eres Aquello”.

Que los ashrams sean centros espirituales.

Durante la vigilia, el hombre experimenta diversas relaciones.

Está interesado en innumerables personas, posesiones y problemas.

Pasa por la alegría y el dolor, la alabanza y el ridículo, el insulto y la herida, el honor y el deshonor. Pero, cuando está soñando, toda esa confusión se desvanece. Se retira del mundo externo y es su propio arquitecto. Él proyecta situaciones de placer y dolor, de felicidad y miseria. Se hunde en el temor y cae en la desesperación.

Crea tanto amigos como enemigos y los trata como se lo dictan sus caprichos. Cuando duerme profundamente, ya no está alerta o activo. Está solo con el Atma, con su Realidad. El Atma, el Ser, fue su Realidad durante los tres estados, aun cuando lo negaba e ignoraba. Este Atma es la Verdad. ”Tú eres Aquello”.

Las personas que han dedicado su vida a la búsqueda y al éxito espirituales deben descubrir el Atma dentro de sí y dentro de los demás. El descubrimiento les otorgará compasión, y cumplirán un servicio amoroso. Los monasterios o ashrams deben ser centros de iluminación espiritual, fuentes de bienaventuranza e inspiración para compartir esta bienaventuranza con todos. Las instituciones y las órdenes surgen de un entusiasmo desinteresado por servir y salvar a aquellos que han perdido su camino y están dedicados a objetivos triviales. Afortunadamente, una larga serie de santos ha sostenido estos altos ideales en la tierra. Hoy el mundo está en una terrible zozobra. Puede ser salvado sólo por hombres dedicados, que sean ejemplo de una moral elevada, servicio desinteresado y amor universal. Con un carácter calmo y sereno, y ajustándose siempre a la verdad, el hombre debe participar en la sociedad con plena fe en Dios como protector y proveedor.

Discurso pronunciado en el Auditorio Purnachandra, el 2 de enero de 1987.

Cuando nace un niño, nace también con él la preocupación de que crezca sano y puro, sabio y bueno, famoso pero humilde, y de que traiga buena reputación a padres y mayores. Yo les aconsejaría posponer la celebración del nacimiento de un niño hasta el día en que traiga buena fama al linaje en el país. También, celebren la acumulación de riqueza cuando se gaste de manera justa y con amor, para fines dignos y beneficiosos.

A un árbol lo justifican sus flores fragantes, que dan dulces frutos.

–Baba