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Discursos dados por Sai Baba

41. 01/10/62 La raíz del dharma

1 de Octubre de 1962

Prashanthi Nilayam

Vedapurushasapthalayajna

, Prashanthi Nilayam, 1-10-62

Hoy, mucho antes que se levantara el Sol, Me pude dar cuenta de la bienaventuranza que se elevaba en sus corazones, pues despertaron mucho antes de la aurora a fin de prepararse para venir a la iniciación de este sacrificio (yajna). Yo había sugerido las 9:30 como la hora para este acto, pero otros sugirieron una hora más temprana debido a los chaparrones que cayeron esta mañana. Mi voluntad, prevaleció y nos estamos reuniendo aquí para iniciar el yajna a las 9:30. La bienaventuranza está basada firmemente en el alimento, el alimento se deriva de la lluvia, la lluvia es el don de Dios a cambio de las ofrendas del sacrificio. Ese sacrificio es un rito llevado a cabo de acuerdo con lo ordenado en la parte de los Vedas relativa a los ritos y sacrificios (karmakanda). De manera que los Vedas personificados (Vedapurusha) son la fuente de la cual brota la bienaventuranza. Por ello este sacrificio se llama Vedapurusha yajna.

El sacrificio es el destino de cada ser viviente. La vida se sostiene por el sacrificio de los vivientes. Todo ser, desde la microscópica ameba hasta el erudito más profundo, está realizando perpetuamente un sacrificio. La madre lo hace por el niño, el padre por su progenie, el amigo por el amigo, el individuo por el grupo, el presente por el futuro, el rico por el pobre, el débil por el fuerte; todo es sacrificio, ofrenda. Sólo que la mayoría de ello no es consciente, no es voluntario, ni es virtuoso. Se hace por miedo o por codicia o con vista a los frutos del mismo, o por simple instinto o impulso ancestral. Debe hacerse de modo consciente, ha de ser para fines espiritualmente elevadores, en especial en el hombre. Entonces la vida se convierte en un solo sacrificio (yajnamaya); el egoísmo desaparece y el río se funde en el mar.

La corriente de sacrificio es el río Saraswati de la Triple Confluencia Védica; el significado y la importancia de los himnos y ritos de los Vedas son el sacrificio. Cada una de las sílabas de los Vedas, los cuales tienen cerca de un millón trescientos mil de ellas, es un nombre de Dios. Si el río Saraswati que corre debajo de los ríos gemelos Ganges y Yamuna se secara, sería una tragedia terrible; igualmente si la corriente de sacrificio se secara, sería una gran pérdida de riqueza espiritual, pues el día que esto ocurriese la India no podría continuar siendo ella. La India es llamada la tierra de los actos religiosos (karmabhumi), puesto que el sacrificio es el karma más valioso. Es la tierra de los Vedas (Vedabhumi), no la del sufrimiento (vedanabhumi) en que se está convirtiendo rápidamente. El sufrimiento (vedana) jamás vendrá si los Vedas son estudiados y practicados de nuevo.

No se conformen coleccionando simplemente unas cuantas conchas a la orilla de esta antigua cultura. Zambúllanse en el pasado de ella y extraigan las preciosas perlas.

Los Vedas son las raíces de todo el dharma. Si aquéllas son dañadas el árbol morirá. Si están vivas el árbol puede crecer otra vez, puede sobrevivir a la poda de las ramas, a la caída de las hojas, pero cuando las raíces se pudren no hay esperanza. Los Vedas y los Sastras son como los dos ojos de la India. Mas debido a la imitación ciega de culturas occidentales y a la crítica obcecada a la cultura nativa, esos dos ojos se han nublado. Los invidentes deben ser conducidos por otros. Los indios también se hallan en esta condición cuando permiten que los Vedas y los Sastras sean descuidados. Son sometidos a la dependencia de aquellos que les muestran el camino hacia su propia cultura.

No pidan ayuda a los gobernantes ni a los gobiernos si desean aceptar los Vedas. No. Los Vedas pertenecen a aquellos que los anhelan, que conocen su valor, que tienen sed insaciable de ellos, que desean practicarlos y que están impacientes por obtener la alegría y la calma que pueden impartir. Nadie más tiene el derecho de defenderlos y de hablar elevadamente de ellos; esto sería insincero y por lo tanto sin valor y hasta falso. Las personas que no saben distinguir lo efímero de lo permanente, lo correcto de lo incorrecto, lo verdadero de lo falso, se sientan a juzgar los Vedas y se pavonean en sus estrechos y engreídos círculos; pero otros se mantienen alejados de esos críticos. El decir, como algunos de ésos dicen, que los Vedas son artificios coleccionados por algunos brahmines para su propio engrandecimiento es el colmo de la locura. El caso de ellos es el de los débiles mentales que juzgan una cosa fuera de su comprensión.

Aun cuando pongan a un pez en una pecera de oro luchará con desesperación por regresar al mar de donde lo sacaron. Estará en agonía hasta que logre volver a su casa ancestral. Necesita agua a todo su alrededor para vivir y ser feliz. El hombre también es de la naturaleza de la bienaventuranza. No puede sobrevivir sin la bienaventuranza. Es hijo de la inmortalidad; por ello le es difícil aceptar que su cuerpo va decayendo y que algún día tiene que morir. Ha vendado sus ojos con egoísmo y dice que la oscuridad es muy agradable; él toma por verdaderas las curiosas formas de las cosas que ve oscuramente.

Hay ciertas disciplinas y deberes que deben acatar si desean salir de la esclavitud y contemplar la claridad y todas las cosas a la nueva luz. Esta enfermedad puede ser curada con la medicina de los Vedas y el régimen de restricciones y regulaciones, las cosas tan variadas que deben y no deben hacer, y que observan estos brahmines. No descarten estas restricciones y regulaciones como meras supersticiones; nadie las practicará sólo por placer; son limitaciones muy duras a la conducta y a los detalles de la vida diaria. Requiere gran fe, valor y resistencia el tenerlas por verdades y el ponerlas en práctica. Honren a quienes tienen fe y valor semejantes. Sé de la sinceridad con la cual han estado llevando esta vida regulada, pues he estado con cada uno de ellos desde hace años.

Debido al largo abandono, el camino establecido por los videntes védicos está cubierto de espinas; es casi irreconocible, lleno de huecos, zanjas, hendiduras y breñales. Del mismo modo que ciertos viajeros dañan las mismas casas donde descansan, los Vedas han sido cubiertos de calumnias por las mismas personas a quienes han bendecido y elevado. Cuando un país corre el peligro de ser invadido, el ejército, que es una parte de la población y ha sido cuidadosamente seleccionado y sistemáticamente adiestrado para el fin específico de la guerra, se lanza a detener al invasor. Similarmente, cuando los Vedas se hallan en peligro este selecto grupo de sabios védicos debe emprender la tarea de preservarlos.

Estos pandits y sabios luchaban con angustia porque se sentían abandonados y solos. Ahora, véanlos, bien vestidos como novias en el pabellón de matrimonios, con alegría en sus caras y esperanza en sus corazones. Hasta ahora no tenían a nadie que tan sólo escuchara con paciencia sus recitales de los mantras védicos tan bien interpretados. En lo futuro no tienen ya riada que temer.

Mi tarea incluye la protección y preservación de los Vedas (Vedasamrakshana) el estímulo y progreso de los sabios (vidwathposhana) y el restablecimiento del dharma (dharmasthapana). Las tres cuestiones son interdependientes. El estimular a los sabios ayuda tanto a los Vedas como al dharma y por esto les aseguro que su sabiduría y sinceridad no quedarán sin recompensa. La era de la negligencia ha terminado.