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Discursos dados por Sai Baba

37. 19/05/62 Precioso tesoro

19 de Mayo de 1962

Whitefield

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El amor de los niños es desinteresado; son observadores inocentes; ven las acciones de los mayores y aprenden sus lecciones en el hogar mucho antes de ir a la escuela. Por esto los padres deben tener mucho cuidado en su comportamiento con los niños y entre sí mismos. Una vez hubo un juez que solía ir a Shirdi; él pidió a su esposa e hijo que se quedaran con Baba y regresó a su casa por unos días. Al despedirse le dijo al niño: "Este es Dios mismo". Después de algunos días la madre salió con el niño para Manmad. Allí se encontraron con un recitador que narraba musicalmente alguna historia de los Puranas. A los pocos minutos lo oyeron vilipendiar a Sai Baba llamándolo loco y tramposo; el niño no pudo soportarlo ni un minuto más y jalando a su madre del sari la obligó a que volvieran con Baba.

A la mañana siguiente se acercaron a Baba para pedirle la bendición y Él les preguntó por qué se habían regresado. Le contaron el incidente con el recitador. El niño había escuchado cómo todos se dirigían a Baba corno el Señor. Recordando las duras palabras del recitador, el niño lloró, pero Baba lo apaciguó diciéndole jocosamente: "Soy sólo un hombre. Lo que el recitador expresó es cierto; soy loco y estafo a la gente con lo que ella considera muy valioso, pero Yo juzgo inútil". En ese momento llegó un señor llamado Patel y relató cómo Baba había salvado a su niño de un grave accidente. Baba le dijo: "Sí, lo sostuve con Mis cuatro manos cuando se cayó". Patel derramó lágrimas de agradecimiento y el niño del juez gritó: "Ajá, yo te lo dije, Tú eres Dios. Tienes cuatro manos como Vishnú". Baba rio, se llevó al niño hacia adentro y le otorgó una visión de Sí mismo con cuatro manos.

Ese niño se quedó en Shirdi durante 26 años después de esto y se fue de allí sólo cuando Baba se hubo "marchado". Luego se hizo sanyasin y se convirtió en gran sabio. El niño debe crecer con la madre durante los primeros cinco años de vida. Muchos niños no conocen el amor de madre. A lo largo de esos años la madre no debería delegar su responsabilidad a nadie, ni permitir que la llamen simplemente "mamá" como si fuera alguna muñeca con la cual el niño gustara de jugar. En la actualidad los hijos de padres ricos y "educados" tienen serias desventajas. Se les priva de la atención y del amor de los padres. Son entregados al cuidado de sirvientes y niñeras y crecen en su compañía, por lo cual aprenden su vocabulario, hábitos y modo de pensar. Esto es grandemente indeseable.

A los cinco años, el padre es quien debe emprender la tarea de educar al niño. Luego ha de ser confiado a un gurú, quien tiene que enseñarle una serie de valores con los cuales entenderse con la familia, la aldea, la comunidad, el país y la humanidad. Los maestros han de estar conscientes de su buena fortuna a la vez que de sus deberes. Algunos de los mentores eluden sus obligaciones y defraudan las esperanzas que la sociedad ha puesto en ellos. Entran a la clase, escriben en el pizarrón "silencio" ¡y se van a dormir en la silla! Esto hace que los niños detesten la escuela. Hace años los maestros solían ir por el muelle con dos de los estudiantes más fuertes y, mirando casa por casa, buscaban a los vagos; cuando descubrían a alguno, el vago, llorando y pataleando, era llevado a la fuerza a la escuela, donde le daban una buena paliza por su falta.

Los niños son como una tela nueva; se les puede imponer cualquier color que se desee. Sólo basta con sumergirlos en ese color. Los adultos son como la ropa vieja que ya no absorberá tan fácilmente ni tan bien el color. Los corazones jóvenes y tiernos aprenderán más rápido los hábitos y disciplinas. Para el aprendizaje de buenos hábitos y maneras no es barrera la corta edad; el adiestramiento hará que hasta los niños los aprendan.

Los adultos adquieren un sentimiento de vergüenza y orgullo que es con mucho artificial, falso y superficial y por eso inventan pretextos para justificar sus acciones y también piensan excusas para sus errores. Los niños no tienen tales inhibiciones. Creen en todo el mundo y todo el mundo puede creer en ellos. Sus corazones son como los discos musicales: se les queda grabada cualquier melodía que se les cante. Reproducirán la melodía exacta sin distorsión alguna a condición de que la aguja sea afilada. La aguja es el amor y debe estar centrada y directa. Sólo entonces podrá reproducirse la música. En el caso de los mayores las agujas estarían desafiladas, pero los niños poseen el don de la concentración en un solo punto, carecen de temores; son los mayores quienes implantan sus temores en ellos. Son sinceros, pero los mayores les enseñan el arte de la mentira. Ponen a los niños a observar e informar y de este modo se interesan por las faltas de los demás.

Cuando los mayores hablan es difícil saber si dicen verdad o mentira. Mas los niños hablan claro. No han descubierto que el buen éxito en el sentido mundano depende de las triquiñuelas en el presente, aunque a la larga son la honestidad y la franqueza las que traen mayor beneficio. Por esto se dice que para ganar la gracia de Dios deben volverse tan sencillos y sinceros como los niños, o bien, tan sabios y discernidores como un erudito.

Los discos gramofónicos que no tienen surcos porque no han sido usados pueden ser tocados una vez y otra sin que la aguja, la atención centrada (ekagratha), se despunte, ya que son los surcos los que la dañan, no el disco. Prahlada es un excelente ejemplo de esto, pues él carecía de egoísmo; estaba en perfecta e impasible calma. De manera que no importara lo que pasase con su envoltura física, no lo sentía. La aguja simplemente se deslizaba una vez y otra; no producía sonido alguno, sólo había silencio.

El veneno (visha) y el amritha (néctar) no pueden fundirse, la esencia divina ( Sath ) sólo puede hacerlo con el ser ( Sath ) ; la naturaleza (prakrithi) es la ilusión de Brahma; ¡ y Brahma es la maya o ilusión de la naturaleza! La tela es la ilusión del hilo y éste lo es de aquélla. Uno carece de sentido sin la otra. La infancia es la época pura y buena, y si ustedes logran vivir sólo con esa inocencia como lo hizo Suka, entonces podrán fundirse con toda naturalidad. Los rayos del Sol esperan silenciosa y pacientemente afuera de su puerta cerrada. Si la abren un poco, ellos se apresurarán a entrar por esa rendija. Ábranla más y los bañarán de luz y calor. Las mentes de los niños están abiertas siempre, no tienen puertas cerradas que traigan la oscuridad. Por esto las sonrisas infantiles son como la luz del Sol en una casa agobiada por el dolor. Dhruva y Markandeya, lograron la visión del Señor y la liberación no por medio de trucos o estratagemas, sino porque mediante la práctica espiritual habían transmutado sus mentes en el instrumento divino para la salvación.

Pero, ¿qué buscan en la vida? Felicidad, aliento, reciprocidad, amor. Entre el jefe y el empleado, el amo y el sirviente, el esposo y la esposa, el padre y el hijo, en realidad entre cualquier par de personas atadas por derechos y deberes, esas cuatro cualidades son esenciales. Siembren las semillas de ellas cuando sus hijos sean jóvenes. Esa es la herencia más provechosa que les pueden dar, el seguro más útil contra el ataque de la desesperación, del desaliento y del descontento.

Se cuenta la historia de un perro que, sangrando por los golpes que le habían dado llegó ante Rama. Lakshmana fue enviado a investigar la razón por la cual el can se encontraba en tal estado. Descubrió que un brahmin lo había golpeado con un palo. Al preguntarle por qué, el brahmin sólo pudo dar como causa el hecho de que el animal se había atravesado en su camino. De manera que Rama le preguntó al perro: "Bien, ¿cómo quieres que castigue a este brahmín?" El can respondió prontamente: "Hazlo administrador de un templo". "¿Qué?", dijo Rama, "eso sería una recompensa, no un castigo". A lo que el animal replicó: "No. Yo era administrador, y como es casi imposible no malversar o apropiarse de alguna fracción del dinero de Dios, cuando él sea administrador nacerá también corno perro y alguien lo golpeará".

Recuérdenlo, no sólo el can y el brahmin, sino todos y cada uno de ustedes está viviendo de la propiedad de Dios, pues ¿no pertenece todo esto a Dios? ¿Y qué hacen ustedes en correspondencia por todos los beneficios que obtienen de la propiedad del Señor? No pueden aprovecharlos simplemente y quedarse tranquilos. Por lo menos deben hacer algún trabajo físico a cambio. Aquel que no trabaja y come es en verdad un tramposo. No es que el Señor desee nada de ustedes, sólo que esto les dará respeto propio y purificará sus corazones. Por eso enséñenle a sus hijos a no recibir algo por nada. Hagan que con trabajo afanoso obtengan las cosas que buscan.

Por otro lado, cuando los muchachos juegan al críquet o al fútbol o al tenis, si muestran impaciencia por vencer al oponente empezarán a cometer errores, de modo que aun si marcan un gol, les será anulado porque quizá se hallen fuera de lugar o hayan cometido otra falta. Pero si perseveran en el juego y lo llevan bien, sin dejarse alterar por la atmósfera de rivalidad y el ansia por ganar a toda costa, seguro vencerán. En una carrera es mejor dejar que el caballo vaya desarrollando su propia velocidad; no hagan comparaciones ni disputen; esto provocará una caída o un resbalón. Esta lección debe enseñarse también a los niños: la competición ha de ser sana, subordinada a las reglas del juego y libre de odio y malicia.

Por encima de todo, tengan conciencia de que los niños son tesoros; suya es la gran tarea de educarlos a fin de que se hagan sirvientes devotos de Dios y aspirantes sinceros en el sendero espiritual.