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Discursos dados por Sai Baba

08. 18/04/86 La Historia de Rama es Nuestra Historia

La Historia de Rama es Nuestra Historia

La Historia de Rama es Nuestra Historia

18 de Abril de 1986

Los cinco elementos básicos que componen el universo son conocidos por los órganos de los sentidos en el hombre; se trata de sonido, tacto, forma, sabor y olor. La respuesta de la persona a estos impactos puede ser de placer o dolor, de beneficio o perjuicio, pues depende de cómo y en qué espíritu son recibidos y aceptados.

El hombre tiene tres herramientas vitales que pueden manejar estos impactos —el cuerpo, el habla y la mente—, los cuales son capaces de la acción, la palabra y el pensamiento. El cuerpo es esencial para cada acto y logro. “El hombre es humano debido al cuerpo, éste es el primer requisito para una vida moral”. El hombre ha sido bendecido con el cuerpo, a fin de que pudiera hacer real el propósito de la vida como es el reverenciar a los mayores, servir a los padres y amar a Dios. El cuerpo tiene que ser santificado por el estudio de los textos de las Escrituras y las vidas de los personajes santos; además es purificado y se vuelve sagrado al dedicarse a promover la felicidad de otros y ganar el afecto y el aprecio de todos.

La segunda herramienta es la palabra. Esta herramienta debe santificarse, adhiriéndose a la verdad y al amor y evitando la violencia.

El habla tiene que estar libre de dureza y frenesí; ha de ser suave, inundada de amor y agradable. Las palabras deben ser tan dulces que el que escucha desee oírlas más a menudo. Él debe saborear el recordarlas, a fin de revivir los momentos alegres.

El hombre tiene diez sentidos (indriyas) que lo importunan La tercera herramienta es la mente. Requiere un esfuerzo persistente para santificar la mente. Se la llama manas, puesto que está siempre ocupada con manana (la recapitulación del pasado, el confrontar el presente y planificar para el futuro). Alterna entre gustos y aversiones, afirmaciones y negaciones. Es llevada por ataques de pasión o pánico. De modo que tiene que ser controlada y curada por medio de paciente persuasión. Por encima de todo, hay que evitar que complazca a los codiciosos sentidos y así pierda tanto salud como felicidad. La mente es descripta como el “esposo” (pati) de los sentidos (indriyas). Dasharatha les permitió a sus tres esposas que lo llevaran por tan mal camino que finalmente perdió su vida. Utthanapada tenía dos esposas. El conflicto entre las dos por establecer el dominio sobre él le costó su propio hijo, Dhruva, que lo dejó, y después, su vida misma. El hombre tiene diez sentidos (indriyas) que lo importunan. Si su mente cede a sus exigencias, ¡ay de usted! La lengua exige: “Tráeme deliciosos manjares, si no, no te hablaré”. El oído exige: “Tráeme música agradable y dame consejos deleitosos, o de otra forma me quedaré sordo”. Así también el ojo es inflexible y dice: “Llévame a algún espectáculo atractivo.

Muéstrame buenas películas, videos o programas de televisión o, de otra forma, no me quedaré en esta casa”. La pobre mente está así atormentada por cada uno de los órganos sensorios, de tal forma que se vuelve débil, falta de vigor y se va atrofiando.

Controlada, la mente se convierte en una herramienta sagrada Por lo tanto, la mente debe ser rescatada de esa esclavitud de los sentidos. El amo nunca debe permitirse ser sirviente de sus sirvientes.

La mente ha sido provista de un amo, a quien está descuidando e ignorando, por su degradante obsecuencia para con los sentidos. Ese amo es el intelecto, la inteligencia (buddhi), la facultad de discernimiento. Cuando está controlada y dirigida por esta facultad, la mente se vuelve una herramienta sagrada.

Hoy, día de nacimiento de Sri Rama, es celebrado en todas las tierras. Rama tenía la acción, palabra y pensamiento, cuerpo, habla y mente siempre puros y totalmente libres de manchas. En verdad, deberíamos reverenciar la historia de Rama como una profunda alegoría. Cada acto y actor en esa historia atraen la atención y quedan grabados en la memoria debido a que la alegoría es como personal para cada uno de nosotros.

Por ejemplo, consideren a Dasharatha, el Rey de los Diez Carros (dasha= diez, rathas= carros). Él representa el cuerpo humano con los cinco sentidos de percepción y los cinco órganos sensorios de la acción. Tiene tres esposas —las tres gunas o disposiciones, Sattva, Rajas y Tamas—, llamadas Kaushalya, Sumitra y Kaikeyi. Tiene cuatro hijos, que incorporan en sí mismos las cuatro metas de la vida humana: dharma o rectitud, artha, buenas obras, kama, buenos deseos y moksha, la liberación. Rama es la personificación del dharma (moralidad, virtud, acción correcta). Las otras tres metas pueden lograrse sólo por una firme adherencia al dharma. Encontramos, entonces, que los hermanos Lakshmana, Bharata y Shatrughna siguen los pasos de Rama.

Rama había logrado tanta fuerza espiritual a través de su consistente observancia del dharma, que pudo sostener y doblar el poderoso arco llamado Shivadhanus. Ésa era la prueba de que lo individual o el individuo (jiva) había superado el engaño. Janaka, el rey de Videha, tenía el arco bajo su custodia. Estaba buscando a un héroe que hubiera dominado la imperfección fatal.

La sabiduría suprema no puede coexistir con la dualidad La historia relata que Janaka, el Videhi (el gobernante de Videha, es decir, “el sin cuerpo” o “conciencia del cuerpo”) ofreció su hija (la conciencia de Brahman) a Rama. Casarse con Sita es otra manera de decir “adquirir la Suprema Sabiduría”, pues, ¿de dónde se ha ganado a Sita? La historia dice que “de un surco en la Tierra”, es decir, de Prakriti, la naturaleza. Esta afirmación revela que el conocimiento de Brahma puede obtenerse por medio de un involucramiento significativo con Prakriti.

La etapa siguiente en la carrera de Rama lo encuentra en la espesa jungla de la vida. La jungla estaba infestada de atracciones y aversiones. La Suprema Sabiduría no puede coexistir con la dualidad.

Insiste en el renunciamiento de ambos aspectos. Rama persiguió al gamo dorado, que Sita deseaba poseer. El conocimiento de Brahman desapareció como consecuencia de esta falla.

Rama (el alma individual o jivi) tuvo que soportar muchas austeridades espirituales para recobrar la Suprema Iluminación. Él alcanzó, de acuerdo con la historia, el pico Rishyamuka, la morada del desapego total. Allí consiguió dos aliados, Sugriva (el discernimiento) y Hanuman (el valor). La alianza fue sellada por un acto de servicio de Rama, lo que indica su lealtad al dharma bajo todas las condiciones. Él mató a Vali, la víctima de la maldad. Vali había destronado a su padre, lo había obligado a refugiarse en las selvas, se había asociado con Ravana —de mala fama— y había maltratado a su hermano Sugriva, sin ninguna razón. Vali había llegado tan bajo, debido a la compañía con la que prefería estar. Él sirve como una advertencia para todos. Einstein dijo: “Dime la compañía que tienes y te diré quién eres”.

El Ramayana es la vida real de cada aspirante Rama instaló a Viveka en el trono de Vali. Con sus aliados, emprendió la búsqueda de la sabiduría que había perdido.

Encontró en su camino un ancho océano del engaño (moha). Su aliado, Hanuman (el valor), tuvo una visión, sin nubes de deseo o ignorancia. Su único deseo estaba fijo en el nombre de Rama y en su forma, de modo que pudo saltar a través del océano, fácil y suavemente.

Rama llegó a la otra orilla. Mató a Ravana (la personificación de los rasgos rajásicos, apasionados, impulsivos y posesivos) y a su hermano Kumbhakarna (la personificación de los rasgos tamásicos, de lo denso, autodestructivos, letárgicos). Rama recuperó a Sita (la Sabiduría de Brahman), ahora confirmada por el esfuerzo y la lucha y más convincentemente preciosa como resultado de la constante meditación. Y Rama regresó con ella a Ayodhya (la ciudad inexpugnable, fuente y manantial de la Sabiduría).

La consumación del viaje del alma es la coronación, el Maha Pattabhishekam.

Éste es el Ramayana por el cual hay que pasar durante la vida de cada aspirante. El corazón es Ayodhya. Dasharatha es el cuerpo, las gunas son las consortes, las purusharthas son los hijos, Sita es la Sabiduría. Intenten y alcancen esta Realización, purificando las tres herramientas: cuerpo, palabra y mente.

La grandeza de Hanuman Hanuman es el ejemplo más brillante de un alma realizada.

Cuando se presentó primero ante Rama y ofreció sus servicios, Rama se volvió hacia Lakshmana y dijo: “¡Hermano! ¡Escucha! Nota cómo Hanuman ha dominado los Vedas. Su habla está saturada de la humildad y dedicación que el Rig Veda personifica, de la retentiva y reverencia que promueve el Yajur Veda y de la visión intuitiva que otorga el Sama Veda. Hanuman conoce todos los textos de las Escrituras. Él es un genuino devoto. Sugriva es afortunado al tener como ministro a Hanuman, cuyos pensamientos, palabras y acciones son ofrecidos a Dios”. Cuando estos tres están en perfecta armonía, la persona gana la Gracia de Dios, como Hanuman logró hacerlo.

Sugriva falló en su sadhana. No mantuvo su palabra. No había reclutado sus ejércitos, aunque la estación de lluvias había terminado.

Así, Lakshmana expresó su ira ante su ingratitud e iniquidad:

“Nunca podrás limpiarte del pecado de la ingratitud e incumplimiento de la promesa. Tu conducta es tan reprensible que hasta los buitres desistirán de alimentarse en tu cuerpo”. Cuando el aterrorizado culpable cayó a los pies de Rama, buscando su perdón, Rama dijo: “¡Lakshmana! Seguro y feliz en su trono, Sugriva se cegó de orgullo, poder e ignorancia. Sólo la miseria puede abrir los ojos de la gente a los valores que han descuidado. Se ha aferrado a lo trivial y lo temporal que intoxica al hombre con alegrías pasajeras. ¿Cómo puede una persona de esta índole seguir el camino del dharma?” Hanuman, que oyó esta reacción compasiva, regresó con Sugriva y le aconsejó que se arrepintiera y reafirmara su rectitud y agradecimiento. Uno debe reconocer sus propias faltas y remediar sus consecuencias, por un sincero autoexamen y arrepentimiento.

Amenudo se dice que Rama siguió el dharma en todo momento.

Ésta no es la manera correcta de describirlo. No es que siguió el dharma; él era el dharma mismo. Lo que él pensaba, hablaba y decía era dharma, es dharma por siempre.

Purifiquen el habla, adhiriéndose a la verdad La recitación de los versos del Ramayana o escuchar la exposición de estos versos debe transformar a la persona en una personificación del dharma. Su palabras, pensamiento y acción deben ejemplificar ese ideal. La fe firme (shraddha) en Rama, el Ramayana y uno mismo es esencial para el éxito. ¿Y para qué fin? Para volverse buenos y ayudar a otros a desarrollar su bondad. Para ser totalmente humanos con cada valor humano expandido hasta el máximo y promover esos rasgos en la sociedad a fin de auxiliar también a otros.

Purifiquen el cuerpo por medio de la actividad sagrada.

Purifiquen el habla, adhiriéndose a la verdad, al amor y a la simpatía.

Purifiquen la mente, al no ceder al clamor de los sentidos y los deseos que éstos crían.

Es una trágica verdad la que dice que ahora, la gente instruida no acepta ninguna responsabilidad moral. Por esto el mundo está envuelto en el temor, pues gentes cuyos pensamientos, palabras y acciones están viciados por motivos inhumanos y no humanos han ganado el control sobre la ciencia y la tecnología.

Los sentidos suministran el material para la mente. La mente es un subproducto del ego. El ego es un reflejo del Atma. El Atma es una onda del Paramatma, la Conciencia Universal. Cada uno debe rastrear el ego hasta sus orígenes espirituales y dirigir su vida de acuerdo con las líneas de esa herencia.

Discurso el día del Aniversario de Sri Rama en Prashanti Nilayam, el 18-4-1986.

No han tomado conciencia de que todos los placeres y comodidades disfrutados por ustedes son en realidad derivados de la sociedad y no obtenidos solamente por sus propios medios. El hombre no muestra ninguna gratitud a la sociedad que le ha permitido disfrutar de su riqueza, posición y poder. Un hombre que carece de gratitud es peor que un animal. Pierde la gracia de Dios.

—BABA