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Discursos dados por Sai Baba

48. 16/10/74 El cuidado del vehículo

El cuidado del vehículo

El cuidado del vehículo

16 de Octubre de 1974

Prashanti Nilayam

Los médicos coinciden en que la enfermedad es causada por defectuosos hábitos de alimentación y por las formas necias de pasar el tiempo libre. Pero parecen no saber que alimento es una palabra que implica una más amplia variedad de “ingestas”. Toda experiencia que es percibida por alguno de los sentidos como “alimento” tiene un efecto sobre la salud de uno. Decimos “alimento para el pensamiento”; cualquier cosa que vemos, oímos, olemos o tocamos, tiene un efecto sobre el cuerpo, bueno o malo. La visión de la sangre hace que algunas personas se desmayen, o pueden ser las malas noticias las que apliquen una sacudida. La alergia es producida por olores desagradables o cuando se toca o se prueba algo intrínsecamente no deseado. Una mente sana asegura un cuerpo sano; un cuerpo sano asegura una mente sana.

Ambos son interdependientes. La salud es esencial para la felicidad; la felicidad o la capacidad de ser feliz; cualquier cosa que pueda pasar es esencial para la salud física, también.

El alimento que consumimos debería ser sabroso, nutritivo y agradable. No debería estar muy picante ni muy salado; debe mantenerse un balance y un equilibrio. No debería estimular ni aplacar. El alimento rajásico embravece las emociones; el alimento tamásico promueve la pereza y el sueño. El alimento sátvico satisface pero no enciende las pasiones ni agudiza las emociones.

Cinco tipos de baños prescriptos en las escrituras.

La Naturaleza tiene muchos misterios en su estructura. El hombre es capaz de descifrar sólo aquellos que pueden ser conocidos a través de sus cinco sentidos: no se da cuenta de que hay una vasta incógnita más allá del alcance de los cinco imperfectos instrumentos de percepción que tiene. Por ejemplo, de cada ser y cosa, constantemente, sin intervalo, se están desprendiendo millones de diminutas partículas y millones de vibraciones.

Determinadas sustancias como el alcanfor emanan tantas de éstas que un terrón desaparece en unos pocos días. Los cuerpos de otros nos afectan mediante estas emanaciones y nosotros también los afectamos de la misma forma. Para bien o para mal, estamos interactuando de esta manera, inevitablemente.

Naturalmente, el desarrollo del cuerpo es afectado, al igual que su salud y fuerza, por el contacto o la compañía que fomentamos.

Estas emanaciones se intensifican cuando se acumula la suciedad o se acumula el agua residual, o se obstruyen los drenajes.

Las normas sanitarias son formuladas para reducir la posibilidad de que la enfermedad se expanda en esas áreas.

En las escrituras hindúes se prescriben cinco tipos de baños para mantener la inmunidad física de las emanaciones de los demás. Primero, tenemos el “baño de lodo”, en el cual se aplica un barro fino sobre el cuerpo y se deja puesto por algún tiempo antes de ser lavado. Segundo, se recomienda el “baño de sol”, porque los rayos del sol son poderosos desinfectantes; nutren al igual que refrescan. Tercero: “baño en el agua”. Si el agua es un río que fluye, considerado sagrado, y el baño es tomado después de himnos propiciatorios, etc., el baño limpiará al cuerpo y, al mismo tiempo, elevará al espíritu. El cuarto tipo es el “baño de aire”, cuando el cuerpo es expuesto a la fresca brisa y a su efecto saludable. El quinto y último tipo es el “baño de cenizas”, en el cual al cuerpo se le da una cobertura de fina ceniza o Vibhuthi (ceniza sagrada), reverenciada como la marca de Shiva. La ceniza protege al cuerpo de contactos dañinos y de efectos perjudiciales de vibraciones que proceden de otros; también santifica y purifica las vibraciones del individuo que trae puesta la ceniza, pues siempre le recuerda el fin inevitable de todo lo que uno siente como propio, excepto el Señor, que es la persona ideal.

La falta de aseo se ha convertido en un culto popular.

La condición de intocable como una práctica social debe haber tenido su origen en la comprensión de esta verdad. Pero las prácticas de cómo evitar el contacto con hombres o cosas degradantes o ultrajantes se convirtieron más adelante en un ritual, un círculo hueco de negaciones. Aquellos que son ridiculizados por cumplir con esas restricciones y tabúes les está resultando difícil explicar la importancia interna de su comportamiento.

Estas prácticas se originan en la ansiedad por ganar tiempo de vida y fuerza corporal, para que así el buscador pueda lograr el objetivo. El Gita habla de yukthaah aara vihaarasya (los hábitos de alimentación y recreación que son controlados y regulados). La parte densa de la comida es descartada como heces, la parte sutil es transformada en músculo, sangre, etc., y los más sutiles de los aspectos sutiles son transformados en la mente y sus actividades. Es por eso que los sabios han prescripto ciertos límites y niveles de alimentos para promover los impulsos espirituales y evitar tendencias contrarias.

¡Pero en la actualidad, como resultado de la degradación del tiempo-espíritu, el alimento que daña al impulso espiritual está siendo cada vez más favorecido! Las normas elementales de la limpieza personal están dejadas de lado en nombre de “la novedad y el neoespiritualismo”. El baño ya es pasado. Y no se cuida la higiene bucal. Se cultivan y se toleran los hábitos perjudiciales.

La boca es el pórtico de la mansión física, si el pórtico está infecto, ¡qué podemos decir de la residencia y de los internos! La falta de aseo se ha convertido en un culto popular; es necesario mantenerse alejado de sus practicantes, pues el aseo está junto a la piedad. El estar desaliñado, despeinado, tener la cabeza y el cuerpo sucio, denota intelectos y mentes desaliñados, despeinados.

El cuerpo brillará si el carácter es excelente.

Por supuesto, es verdad que muchos sabios y santos le prestaron poca atención al aseo personal, ya que siempre se encontraban en el plano más elevado de proximidad a la Realidad.

Imitarlos sin la convicción interna de que uno no es el cuerpo sino que uno es el Morador Interno Universal, sólo es hipocresía y exhibicionismo. Eeshwara tragó el veneno que emergió del Océano, pero los mortales no pueden hacer lo mismo, ni para eliminar el menor veneno del mundo. Desarrollen ecuanimidad, instalen en la mente la fe en la Divinidad y obtengan entonces la autoridad de desatender las demandas del cuerpo, con impunidad. ¡No pueden desafiar la sabiduría de los sabios y preguntar qué perjuicio hay en ello si hago lo mismo! Grandes daños sobrevendrán si se aventuran en estas áreas del espíritu con el ego hinchado.

El cuerpo tiene que ser cuidadosa y tiernamente promovido; es un precioso don, una complicada pero bien coordinada máquina proporcionada para lograr una loable tarea. Su exterior también debe estar limpio y lleno de encanto, del encanto de la bondad. La piel del fruto de Ananda (bienaventuranza divina) es el cuerpo físico; la suculenta carne es el músculo, el hueso y el nervio; la dura e incomible semilla es la maldad enredada en la vida; el jugo que ofrece el fruto para el cual el árbol fue plantado y nutrido, es la Bienaventuranza que comparte con todos. El cuerpo brillará si el carácter es excelente; el servicio al hombre y la veneración a Dios preservarán su encanto. El Señor estará observando con mil ojos la más pequeña actividad del hombre para descubrir cualquier leve señal de Amor desinteresado endulzándola.

En el pasado, las enfermedades eran curadas mediante remedios sencillos que proporcionaba la naturaleza misma –raíces, tubérculos, frutas, hojas, etc.–, descanso, cambio de domicilio, regulación de la dieta, sadhana (disciplina espiritual), etc.

Pero, ahora, el hombre vive en una era de comprimidos e inyecciones.

No crean que la salud se conserva o se mantiene a través de médicos; ni los medicamentos por sí solos pueden asegurarla. De ser así, los muertos tendrían que estar vivos ahora. Bien, observen si los médicos mismos siguen el consejo que les dan a otros. ¡Ellos son víctimas de los mismos hábitos contra los cuales aconsejan! ¡Condenan el fumar y beber intoxicantes como peligrosos para la salud, pero ellos se permiten ambas cosas y de este modo fomentan los mismos males que condenan! ¡Esta es la clase de asesores de la salud que tenemos! En toda área –espiritual, moral, económica, política, literaria–, la ausencia de líderes adecuados es la causa primordial de la angustia, de la ansiedad y del temor que atormentan al mundo.

Ustedes son encarnaciones del Atma Divino. No imploren por el reconocimiento y el respeto de los demás, más bien imploren para obtener la Gracia del Señor. En la persecución del objetivo, no sean inducidos al error por la aparición de obstáculos y obstrucciones.

Prashanti Nilayam, 16/10/1974